Todos luchan por lo fácil ninguno por lo difícil

Ahora le llamamos una sociedad complaciente en la cual la riqueza mal habida, el deseo ante el poder político y económico, la extorsión al trabajador honesto, el éxtasis por poseer mujeres y lujos, se ha convertido en la piedra en la piedra angular de una sociedad, en donde todos quieren ganar a consta del otro, a costa del sacrificio del prójimo, sin importar para nada la conciencia propia.

Todos quieren ganar y ninguno quiere perder, todos quieren el dinero fácil, el dinero ganado bajo las más viles formas, como por ejemplo; el Bachaquero, que compra y revende ganando cientos de miles por ciento, no obstante, existen personas que por diversas causales, entre ellas; la imperiosa necesidad de tener hijos que alimentar, por ello le compran a una alimaña de este tipo.

Otro ejemplo perverso son los dueños de panaderías, en su gran mayoría portugueses ya que ahora también tenemos venezolanos, estas cosas despreciables, son felices comprándole la harina de trigo al Estado Venezolano a muy bajos precios y con la venta de tan sólo tres canillas… pagan el saco completo, es decir, compran por caso un saco de harina de trigo en cien bolívares fuertes y con la venta de tan sólo tres panes enjutos y cargados de aire, por citar un caso, obtienen quinientos bolívares fuertes, aparte de ello son felices, viendo a los demás sufrir para comprar el pan, haciendo largas colas a las puertas de sus sagrados negocios de hampones con titulo de comerciantes.

Podemos enfilar las baterías hacia los vendedores de queso, quienes aumentan de precio todos los días sus productos, ya que las vacas, todos los días también quieren aumento de sueldo, ello me recuerda aquel libro instructivo y famoso del colombiano Jaime Lopera: La Culpa es de la Vaca y en donde, por dañar sus cueros ante la desesperación producida por las garrapatas aferradas a sus cuerpos, terminan teniendo la culpa ante el deterioro de sus pieles, claro las pobres vacas no pueden hablar.

Siguiendo este orden de ideas, los vendedores y revendedores de carne, hacen su agosto todos los meses del año, incluido el propio mes de agosto, ellos aumentan de ser posible por horas el producto y es que los insumos para el ganado son tan extraordinarios, que una res matado ayer ya hoy cambia de precio, tan velozmente, que mientras la llevan del camión distribuidor al negocio expendedor cambia de precio cientos de veces y el control del Estado y del Poder Popular Organizado: ¿Dónde se encuentran?, por supuesto que dormido plácidamente, por cuanto en una sociedad de cómplices, todos duermen y son felices, como se dijo al comienzo: Todos luchan por lo fácil y ninguno por lo difícil.

Ahora le toca el turno a los huevos y a sus progenitores, los pollos, el pollo, la gallina, la misma barca atravesando el rio, la misma historia de siempre se regula y se regula de precio y los hambreadores y miserables, hacen de las suyas aumentando los precios todos los días, y como todos vivimos en esta sociedad complaciente, si llega la SUNDDE al negocio del especulador y miserable, con unos cuantos pollos de obsequio, solucionan el problema y el pueblo, como decía el extinto Oscar Yánez que se chupe una mandarina, de esas que se cultivan en Salmerón.

También tenemos otra clase de especies, donde se demuestra abiertamente que todos luchan por lo fácil y ninguno por lo difícil, me referiré en esta ocasión al politiquero, que vive del discurso, por cuanto la lengua es lo único que les funciona bien, las otras partes de su cuerpo son para el reposo y los placeres, el trabajo para estos zánganos en un terrible mal, ellos se alimentan del sudor, del sacrificio ajeno, son como las bacterias, como los parásitos, como las apestosas garrapatas, que todo lo minan.

Dentro de esta tan edificante clase podemos mencionar al politiquero corrupto o al corrupto politiquero, su función es la de enriquecerse en el menor tiempo y con el menor esfuerzo posible, para no mellar en ningún momento su noble estructura, esta clase de cosas, lo que más cuidan de su estructura ósea es la lengua, pues ella les permite engañar y engañar.

Finalmente para llegar a un final, tenemos al zángano que trabaja en una institución pública y no cumple sus funciones a menos que reciba un regalito por debajo de cuerdas, desde luego en instituciones privadas también se notan estos desajustes de una sociedad de cómplices, de una sociedad complaciente, en donde, todos quieren ganar con el menor esfuerzo, vaya por ejemplo a un banco y vera este cuadro desolador: "TODOS LUCHAN POR LO FÁCIL NINGUNO POR LO DIFÍCIL."



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Rafael Otaiza


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