Contumaz histórico para tomar decisión, si estar o no en mampara de la OEA

El pasado habla por sí solo, sin él no hay presente ni futuro, previas circunstancias describen el bobabilismo en que incurrieron muchos gobiernos y gobernantes seducidos por diversos mandatarios de turno imperial estadounidense de gula imperativa sin excepción alguna; de asombro, y de perplejidad por la manipulación que con constancia no desvaría en su política desde del antes y después de la "creación" del vocablo OEA y de alexia organizativa regional. De la aleve y petrificada supremacía; una de ellas como le es que ésta resida con perennidad en Washington, desde donde se controla hasta el más mínimo detalle para que cipayos con embestidura diplomática sean disonante vox populi de la voluntad de los pueblos y que los pactan para poseer abultadas cuentas en dólares en banca internacional, paraísos fiscales y de otras ilícitos mayores. Lacayas cancillerías de re-unionismo dadas al sí aprobatorio de lo que su amo colono decrete, de países conversos por el chantaje, la amenaza, el ultraje diplomático para que voten no por lo de su apreciación de justicia sino el procaz del mayoral de la región (USA). De que sí debiésemos iniciar el adjurarnos e ir consolidándonos a las organizaciones (Alba, Celac, Mercosur, Petrocaribe, Unasur) de mutuo interés colectivo que se pronuncie hacia el orden de toda la comunidad de nuestras repúblicas sin desprecios ni menoscabos de sus tamaños ni geográfico ni geopolítico, que sean vistas como su todo del empoderamiento. Poner en praxis una política consultiva, administrativa y de minuciosos detalles de debilidades y de sus fortalezas a fin de reprogramar naturales intercambios que cubran priorizantes necesidades y permitan desarrollo colectivo sin dependencia foránea, que capacidades de nuestras riquezas se unifiquen y se interrelacionen bajo la concepción monetaria que nos desaplique dependencia de divisas, que el trueque sea nuestra divisa en tanto vamos planificando hacia donde orientar tanta fortaleza que nos ha robado el imperio

Cita págs. 81, 82; La Cara Oculta de Rómulo Betancourt. Simón Sáez Mérida

El Techo Hemisférico

El dispositivo invasor norteamericano no iba a ser, como en otros tiempos, una invasión manu militari, descaradamente unilateral y con absoluto desprecio por la opinión continental, como las ocurridas en el período que va desde los días de la presidencia de Mc Kinley (1897-1901) hasta reunión de Montevideo 1933. A partir de esta Conferencia se comenzará a construir una cobertura institucional, hemisférica, dentro del vertiginoso esquema panamericano que en 15 años cubrió 8 eventos importantísimos entre conferencia y reuniones de consultas, que culminaría en creación de la OEA en la IX Conferencia de Bogotá 1948.

Cobertura hemisférica no va a ser un simple asambleísmo panamericano para tertuliar acerca de los problemas generales y pasar el tiempo engordando a los representantes diplomáticos. Si antes, eventos panamericanos eran polémicos y conflictivos y, generalmente, para el interés norteamericano, más o menos infructuosos, ahora los procesos de la integración subordinada a los EE.UU. marcharán por un solo callejón y el trio de objetivos estratégicos perseguidos por la política norteamericana de presidente. F. D. Roosevelt, plenamente se alcanzarán. La Integración económica a base de los tratados de reciprocidad comercial; la integración militar a partir del establecimiento de las misiones militares USA, la creación de la Junta Internacional de Defensa (Estado Mayor Hemisférico) y la firma del pacto militar de Río de Janeiro (TIAR) en 1947. Y la integración política que el siempre reunionismo panamericano iría cosiendo rápidamente hasta concluir con formación del organismo regional, rechazado por Venezuela en las conferencias de Montevideo (1933) y Buenos Aires (1936) gobierno de J.V. Gómez y López Contreras, conocida desde entonces como Organización de Estados Americanos u OEA, gobierno de Rómulo Gallegos, y Betancourt el jefe de la delegación en Bogotá.

A partir del gobierno de Roosevelt, 1933, y de los acuerdos en VII Conferencia Interamericana, realizada en Montevideo el mismo año, se iniciará la marcha o cobertura continental, consenso hemisférico y reactivación panamericanista por parte de los EE.UU. que terminaría en la elaboración de una nueva doctrina de seguridad y defensa norteamericana, creación de una variedad de tuteladas instituciones por el imperio. Esta estrategia de seguridad tendría como tejido principal: el económico-comercial en base a tratados bilaterales de comercio, llamados de reciprocidad, que iban a ser primer mecanismo de integración económico-comercial exitoso de EE.UU. sobre América Latina, aprovechando las expectativas de la guerra, y luego la guerra misma, euforia panamericanista de los gobiernos latinoamericanos, y dramáticas presiones y necesidades de la crisis del 29 que tenía a epicentro la economía norteamericana. Este proceso arranca con las proposiciones del secretario de Estado, Cordell Hull, jefe de la Delegación USA en Montevideo, y desde entonces las costuras para cuadrar van a ser continuase ininterrumpidas hasta1948 cuando se crea la OEA.

 

 

 

 

 

 



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Omar Ignacio Pinto


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