Todos somos culpables

Actualmente, cuando se presenta algún tipo de reunión social o una conversación entre dos o más personas, es casi siempre seguro que surge el tema de la situación por la que atraviesa el país y cada quien opina de diferente manera según su particular punto de vista o su interés. El descontento es inmenso, pues no se puede aceptar que un país con tantos recursos humanos, naturales, económicos, energéticos, que sobrepasa las necesidades de la población, esté sufriendo las consecuencias de una escasez generalizada, de una pérdida continuada del poder adquisitivo, de una falta de estímulo a la producción, ya que existe el potencial suficiente para que Venezuela se constituya en una potencia productiva a nivel latinoamericano. Se comenta que el gobierno ha sido inepto e incapaz de resolver la problemática económica, que si la especulación, que si el acaparamiento, que el abuso de los comerciantes, que el contrabando de extracción, que los bachaqueros, que el gobierno no hace más que amenazar pero no se atreve a tomar medidas radicales, que la Fiscalía no actúa, que los ministros son unos corruptos, que en PDVSA y la CVG reina la corrupción, que en los Abastos Bicentenario los gerentes son unos ladrones y la atención al público es pésima, que los militares están ocupando demasiados cargos importantes, que el defensor del pueblo es un pantallero, que el TSJ no condena los grandes delitos ni los grandes delincuentes, que los gobernadores y alcaldes tienen demasiada injerencia en los partidos políticos, que hay demasiada burocracia y corrupción en todas las dependencias del estado, que los medios de comunicación no hacen sino mantener al pueblo distraído y alejado de los grandes problemas que afectan a la sociedad, pues solo defienden intereses particulares, ocultando lo que les conviene ocultar y resaltando lo que les conviene resaltar.

Que la oposición política del gobierno es conspiradora, racista y golpista, tutelada y monitoreada por el imperio capitalista, que no tiene ningún sentimiento noble por Venezuela, que su única ambición es conquistar de cualquier manera el poder político y económico para entregarse a los brazos de la oligarquía mundial. Que más que una oposición es una obstrucción a un modelo político, económico y social, legítimo que el pueblo ha decidido en múltiples consultas realizadas en los últimos quince años.

La inseguridad es también otro tema de conversación que casi nunca falta, pues últimamente se ha visto fortalecida con la presencia de paramilitares y sicarios colombianos que cometen crímenes selectivos por encargo, previo reconocimiento económico por ciertos sectores de la oposición que han promovido e importado la violencia con modalidades que no eran conocidas en Venezuela.

Como se puede ver el tema de la conversación gira alrededor de los asuntos que afectan a la mayoría de la población, son todos muy importantes y para nadie pasan desapercibidos. Por esta razón, hay siempre motivo para culpabilizar a alguien. Unos culpan al gobierno por ser incapaz o por falta de voluntad política; que ha otorgado los dólares sin controles suficientes, permitiendo que los importadores sobrefacturen con la complicidad de las empresas vendedoras y consuman una mínima parte de las divisas solicitadas, usando el sobrante para revenderlas posteriormente, creando un mercado paralelo y especulativo, con lo que obtienen enormes ganancias. Otros aseguran que los grandes empresarios se han apoderado de los dólares de la renta petrolera; que no producen nada, que no son productores, que solamente se dedican a importar productos terminados en otros países para empaquetarlos o a lo sumo ensamblarlos en Venezuela. Hay quien dice que además, esos pillos importan los productos y luego los esconden para generar escasez o enviarlos de contrabando para Colombia y de esta manera obtener groseras ganancias de más de 1000%, generando en consecuencia una inflación cada vez mayor en Venezuela, causando enorme daño al salario del pueblo trabajador que cada día que pasa sufre más las consecuencias de este desastre económico que no termina nunca.

Aunque somos propensos a culpabilizar con mucha facilidad y señalar a los responsables de la situación general, es conveniente y sano hacer unas reflexiones antes de emitir tales juicios para no ser injustos, por exceso o por defecto, y en vez de aclarar, terminamos mas confundidos.

Aparte de reconocer como verdaderos responsables y culpables de la desastrosa situación del país a la clase dirigente y dominante, tanto la del gobierno como la de la oposición que no les preocupa para nada el interés nacional ni el bienestar del pueblo y que tiene como su norte el enriquecimiento fácil y rápido, características propias del modelo capitalista, tenemos que aceptar también, que todos en realidad, constituimos una verdadera Sociedad de Cómplices. De alguna manera todos somos en mayor o menor grado culpables de la grave situación que estamos viviendo. No tenemos derecho ni podemos exculparnos, ya que al formar parte de esta sociedad, interactuamos permanentemente con ella. Si bien es cierto, el grado de culpabilidad está en proporción directa con el nivel de instrucción, preparación, capacidad académica, técnica u organizacional, que podamos tener. En otras palabras: son los intelectuales, la jerarquía eclesiástica, los partidos políticos, las universidades, comenzando por sus autoridades, sus asociaciones de profesores, sus sindicatos, los profesionales universitarios, abogados, médicos, ingenieros, periodistas, etc. y todo aquel que de alguna manera ha tenido el privilegio de acceder a un cierto nivel intelectual, social, económico, o forma parte de una organización, gremio, asociación, quienes debemos asumir la mayor responsabilidad, quienes tenemos que ponernos la mano en el corazón y mas allá de disfrutar de esos privilegios, reconocer que existen otros seres humanos que requieren la atención de un estado responsable y eficiente, que atienda también a los más desprotegidos, pues todos tenemos derecho a una vida digna y porque además, una de las principales y más nobles razones de vivir es aceptar y luchar por que todos vivamos con el mayor respeto y dignidad posibles y no creer que la única preocupación o interés sea el beneficio individual y egoísta de nuestro pequeño grupo o entorno.

Por supuesto que no están exentos de culpa los periodistas, como tampoco los propietarios de medios de comunicación, los colegios de periodistas, que han tenido la valiosa oportunidad de ver, oír y presenciar más de cerca a los actores y las actuaciones de los principales protagonistas del acontecer nacional y mundial, sino además, la obligación moral y ética de difundir con honestidad la verdad. Por esta razón, el periodismo es uno de los sectores que más responsabilidad les corresponde, puesto que no hay ninguna duda de que actualmente son los medios de comunicación la herramienta más idónea y poderosa para moldear la opinión pública y en consecuencia, la ética y la moral deben ser los pilares fundamentales en la formación de una sociedad justa, libre y responsable con la naturaleza. No es aceptable desde ningún punto de vista que los medios de comunicación privados se sientan con derecho de defender solamente sus intereses económicos o los de sus propietarios, o el modelo capitalista, o que los medios públicos defiendan y expresen solamente la opinión del gobierno. Los medios de comunicación pertenecen en su totalidad a toda la humanidad y no deben estar secuestrados por ningún sector, aunque ésta haya sido la tradición hasta ahora. Para un periodista, no es suficiente no haber participado en un acto de corrupción; si con su silencio lo amparó, también se es moralmente corrupto. Si no se tiene el valor de enfrentar la verdad, se debe dar paso para que otro ocupe el puesto dignamente.

De alguna manera hemos sido cómplices, cuando colaboramos inconscientemente, o pensando obtener algún pequeño beneficio a cambio en un futuro, o por temor a evitar represalias posteriormente, y nos hacemos "los de la vista gorda" si un funcionario abusa de su posición, o cargo y no reclamamos lo que deberíamos. Si bien es cierto que esta es una costumbre heredada, es también causante de actos de corrupción aún mayores. Existe la tendencia de ocultar las faltas del superior jerárquico especialmente en los cargos públicos, diciendo que está en una reunión importante, o callando graves faltas cometidas. Los empleados públicos ignoran, o pretenden ignorar que ellos se cuentan entre los más perjudicados cuando protegen incondicionalmente a sus jefes inmediatos. Por ejemplo, muchos trámites en el IVSS son demasiado engorrosos para un viejo, pero sus funcionarios no perciben que ellos también llegarán a viejos y el instituto seguirá siendo una institución desesperadamente lenta, cuando por su edad, ellos también requieran de sus servicios.

Hemos heredado una cultura cupular, por lo cual, quienes ocupan los más altos cargos o tienen más dinero se sienten con derecho de impunidad, pero lo más grave es que todos, de alguna manera, colaboramos para que la situación persista. En los medios públicos como VTV o RNV, por ejemplo, se exagera la adulación al Presidente y su entorno, en tanto que la participación popular es mínima. Últimamente se han olvidado que el Pueblo es el Soberano!

Así vemos que quien se atreve a criticar al gobierno es apabullado y tildado de traidor a la patria, desestabilizador, guerrero del teclado, cabezacaliente y hablador de pazguatadas.

Pero es necesario reconocer que la crítica y la autocritica, son indispensables en una revolución, porque es la única manera de enterarnos de la realidad y conocer los correctivos que se deben aplicar, de enterarnos de la opinión de todos los sectores de la población y así tomar las medidas más adecuadas.

Únicamente durante el gobierno de Chávez tuvo el Pueblo Venezolano la importancia que merece y esto tenemos que recuperarlo!. De otra manera en un futuro tendremos que aceptar la culpabilidad de haberla perdido.

Como hemos podido apreciar, nuestra cultura, nuestra idiosincrasia, nuestra manera de ser, nuestra indiferencia, la despreocupación, el facilismo, la flojera, el jalabolismo, etc., ha sido algunas veces lo que ha permitido y facilitado a nuestros jefes o funcionarios de mayor rango y gobernantes las manos libres para actuar con absoluta impunidad, abusando de su posición. Por nuestro desinterés en la política, por no preocuparnos de los bienes del Estado, por nuestra indiferencia ante las actividades de los funcionarios, por la simpatía que sentimos por un determinado político, o partido político, hemos permitido que nos roben cientos de miles de millones de dólares, con los cuales podríamos estar viviendo en unas condiciones realmente diferentes, con un gran sistema nacional de salud, excelentes instituciones educativas y deportivas, vivienda confortable, servicios y transporte de alta calidad y una vejez placentera.

La inmensa corrupción en todas las instituciones públicas y privadas que nos rodea, el nepotismo generalizado en todos los niveles de gobierno, la ineptitud desesperante de casi todos los funcionarios públicos, la enorme burocracia en todas las dependencias gubernamentales, son en cierta forma debidas a nuestra indiferencia y complicidad. Se ha propuesto una Auditoria Pública Ciudadana, que podría ayudar a minimizar y corregir estos defectos lamentables, pero la indiferencia de la población y la falta de promoción en los medios de comunicación han impedido divulgarla suficientemente.

Cuando tengamos la tentación de lamentarnos, recordemos que parte de la mala situación por la que atraviesa Venezuela es culpa nuestra. Quizás haríamos nuestras quejas un poco menos duras si aceptáramos que todos hemos colaborado de alguna manera para que estemos como estamos. En la medida en que cada uno de nosotros contribuyamos, tendremos un mejor país.

gilnandez@hotmail.com

 



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Gilberto Hernández O.

Graduado en la universidad Nacional de Colombia en Licenciado en Ciencias de la educación especializado en el área de Física y Matemáticas Postgrado en Educational Media en la Universidad de North Carolina A&T State University año 1984 - Greensboro, N.C Prof. Jubilado de la Univ. de Oriente (Núcleo Anzoátegui)

 gilnandez@hotmail.com

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