La historia contemporánea nos refiere que los países llamados desarrollados han logrado su avance fundamentalmente por su actitud al trabajo, resultado de la necesidad que han tenido sus ciudadanos de trascender eventos históricos que les ha tocado vivir en un momento determinado y como es bien sabido que la necesidad es la madre de todas las inventivas, entonces muchas sociedades se han visto en la imperiosa necesidad de trabajar y avanzar en el seno de la familia y la sociedad a la cual pertenecen, la nuestra no debe escapar a ello.
Tenemos que trabajar con amor y con mucho esfuerzo para ser desarrollados, no hay otra fórmula legal y decente para progresar como debe ser, tenemos que trabajar con el ejemplo de enseñar a nuestros hijos a levantarse con el deseo de ver al vecino como el hermano más cercano, al chofer de trafico como el hombre servicial para poder llegar al colegio, universidad o trabajo, de encontrar al compañer@ de trabajo como el amig@ primero, tenemos que practicar los buenos valores desde la casa, no le corresponde al estado o gobierno de turno, no debemos enseñarles a nuestros hijos a ser bachaqueros cada día que salimos con esa paranoia colectiva y no sé qué más, a creer que enseñarles que la viveza criolla de ponernos por delante de los intereses de los demás es no ser pendejos. Un día me tocó montarme en un autobús a las 6 de la mañana aquí en Maturín, y donde el colector era el hijo del chofer –le calculé unos 13 años- y al pagarle dos pasajes con dos billetes de 20 el niño quiso regresarme 16 bolívares, sin embargo, el chofer, ¡su padre¡ le quitó los 6 bolívares cuando pretendía darme el vuelto completo y me vi en la obligación de decirle al chofer en el oído que estaba enseñando a su hijo a ser un ladrón porque el pasaje costaba 12 bolívares, por supuesto, no le gustó y para neutralizar "toda" la situación que se venía encima, solo le dije que lo dejara así, que solo eran 6 bolívares, que no se podía ni comprar un buen caramelo para que lo disfrutara su hijo.
Este fin de semana pasado, un amigo me refería que su compadre le estaba revendiendo los productos regulados a precios astronómicos y le pedía consideraciones en el costo por la relación entre familias, el resultado, ¡ni contarlo!. Ya es una práctica cotidiana que tienen algunas personas en Venezuela hacer su diciembre desde enero, sin importarles nada, bodegueros de las comunidades donde hacemos vida desde nuestra niñez, sin importarles que pensemos de ellos. También me contaba mi hija que la dueña de la empresa donde trabaja se le fue la señora que aseaba el apartamento después de varios años de servicio en la limpieza -3 veces a la semana- y que ganaba una suma considerablemente muy buena que no publicaré y al consultársele por qué se iba, alegó que era mejor bachaquear
Hay que ser siego, pero siego de verdad verdad, para no ver el grandioso país que tenemos, la inmensidad de recursos que poseemos y con el que contamos todas las personas que hacemos vida en esta tierra de gracia llamada Venezuela. Dice el refrán que nadie sabe lo que tiene hasta que no lo pierde, ojala y quiera "Dios" que no lleguemos a ese lamentable extremo. Ojala y la ceguera sea temporal, ¡porque esta ceguera no nos haga oscuro el camino que tenemos que seguir andando! y sea como el de la cuarta república, que las colas eran para ver que migajas o perrarina nos vendían, no comprábamos.
Nuestro famoso Samuel Robinson nos legó el lema "O inventamos o erramos". Para los venezolan@s, es el momento histórico de trascender esta inmoralidad que nos está llevando al despeñadero, es tiempo de cambiar esta inmoralidad por las buenas costumbres, las buenas acciones, lo primero, y lo decía Simón Bolívar "Moral y luces son nuestras primeras necesidades" la indecencia nos está desmoralizando a todas las generaciones actuales y venideras, la inmoralidad es impúdica, deshonesta, obscena, escabrosa, indecente, impura, este tipo de inmoralidad en Venezuela, es extremadamente dañina, porque se hace colectiva.
Nuestro legado… también es sagrado
