El bastardo asesinato de María Herrera y de Robert Serra, nuestro diputado más joven y entre los más destacados luchadores del PSUV y su Juventud, no admite excusa, ni cosmetizar la verdad.
Nos quitaron a Robert Serra. No podemos conformarnos en decir que "no pudieron con él". La maldad, el crimen organizado, las mafias y el fascismo oposicionista que fuerzan por restaurar la vieja república, sí pudieron. Lo asesinaron, junto a su compañera de vida, lucha, amor y alegrías y sueños.
Ellos no tenían porqué morir. El crimen organizado en la política nos pudo arrebatar a esta pareja revolucionaria, para darnos un golpe bajo, a tan alto costo. Esta terrible noche del primero de octubre, nos quitaron a un líder revolucionario, arrebatado de esta Juventud de Oro. Nos quitaron a una mujer y sentimos que nos quitaron a todas nuestras mártires mujeres.
Apenas enterados de la muerte del Diputado Robert Serra, no faltaron los miserables que en medios privados, televisivos y radiales, anunciaron la noticia, no sin dejar entrever, en sus hipócritas palabras, que "es lamentable su muerta, como la de otros tantos que han muerto a manos del hampa", para dejar entrever que es producto de una "inseguridad", que ellos quieren hiperbolizar, banalizar y generalizar, sin respeto por nadie.
Quien esto escribe, ha perdido a su hijo de diecinueve años, Alejandro Pino, apenas hace 6 meses, en Chacao y aún no se ha esclarecido su muerte, por negligencia, ralentización y desidia, pero esto no es razón para culpar al gobierno nacional, ni a la Fiscal General de la República o para proferir estupideces contra este sistema que aún estamos haciendo, con todas las lacras y taras del pasado cuartorrepublicano.
Pero, los mercachifles de la información, los tarifados y palangristas, buscan esconder la verdad, ayudados por estúpidos que corean desde las visceras y sin pensar como adultos responsables.
Otros, tan viles como las manos que asesinaron a María y a Robert, alegan que eso fue por su verbo encendido y por la "polarización". Es decir, pretenden, en cierta manera, echarle la culpa con eso de "él se lo buscó", "él era un fanático", entre otras bajezas que profieren, además, en las redes electrónicas, como el twitter, facebook, prensa electrónica, además de la siempre prensa escrita, radio y televisión.
Ciertamente, todo lo que fue, es y seguirá siendo en nosotros, Robert Serra. Todo lo que hizo, fue porque creyó y estaba consciente, según sus palabras, en esforzarse en que esta "revolución fuese irreversible", tal y como hizo su padre político, el Comandante Chávez.
Robert Serra sí polarizó su discurso y acción, porque esto no es un gobierno más, sino una revolución: bolivariana, socialista y chavista. Robert y María entendieron que: o se está con la revolución o se está en contra de ella. Ellos, al igual que nuestra Juventud de Oro, saben que a los tibios, a los cómodos, a los falsarios, los vomita el Pueblo.
De manera que, a propósito de este bastardo asesinato de María Herrera y de Robert Serra, si se busca hacer concesiones con la oposición, ésta, la criolla golpista y asesina venezolana, si se busca ahora, un discurso conciliador y bajar el tono, poniendo edulcorantes a la verdad, sería traicionar a Robert Serra, a María Herrera, a Eliécer Otaiza, al Comandante Chávez y al pueblo más inerme y desprotegido.
Estamos en tiempos de radicalizar posiciones, sin caer en provocaciones y sin ser viscerales. En revolución, todo se polariza, la palabra y la acción, como hizo nuestro joven revolucionario, Robert Serra.
Estamos en tiempos de profundizar la revolución y liquidar toda tentación criminal de esta derecha golpista. O estamos nucleados en torno al Presidente Nicolás Maduro y la revolución o estamos en contra.
La mayoría del pueblo está haciendo Patria, como María Herrera y nuestro amado Robert Serra. La mayoría seguiremos haciendo Patria, con Nicolás Maduro, con nuestros líderes y con nuestros activistas de esta revolución. Honor y Gloria a María Herrera y Robert Serra!
