disculpen pero yo no quiero ser alcalde

Disculpen ustedes pero yo no quiero ser Alcalde, así como me lo han preguntado en tantas oportunidades. Yo no me dedico a eso, no quiero figurar ante nadie, no quiero ser el gobernante o representante político de nadie, sino más bien, quiero ayudar a cuantos me sea posible hacerlo. Desde este grupo de Facebook que he llamado “OTRA MÉRIDA” se les respeta, se les escucha, se les valora y se buscan soluciones a los planteamientos que ustedes mismos me comentan, sin distingo de razas, sexo, credos, ni posiciones políticas, me da igual que seas Opositor, seas Chavista, o seas lo que quieras ser, pensar o sentir.

Considero que ya está bueno de mezquindades. Considero que ya es hora de decidir ayudarnos los unos a los otros, ya que eso está intrínseco en las moléculas de nuestra tierra y de nuestra más autóctona idiosincrasia, es la esencia fundamental del SER humano, y más aún, del Venezolano. Todos Deseamos generar la mayor suma de felicidad posible en aquellos quienes nos rodean, y no convertirnos en lacras sociales.

Los seres humanos, desde los cimientos más pequeños que han sido definidos hasta hoy por la ciencia moderna, NO NACIMOS PARA ODIAR A NADIE. Señores, en esta gran tierra de gracias CABEMOS TOD@S. Estas tierras patrias producen tanto, que hay para darnos de comer a tod@s.

La codicia exacerbada por el poder ha envenenado las almas, ha construido murallas de odio, ha destruido familias, ha usado las ciencias sociales y la psicología para engañar, y nos ha regodeado de las más grandes miserias, matanzas e inseguridades públicas.

El adelanto científico y técnico nos ha llegado de bofetada, y al mismo tiempo nos hemos quedado encapsulados en un profundo ensimismamiento absorto, vacío y profundamente venenoso. Somos nuestros propios carceleros.

Los adelantos que supuestamente crean abundancia, en la realidad nos abandonan en el medio de una creciente necesidad. El hacernos dueños de la verdad y del conocimiento absoluto nos ha convertido en seres cínicos con profundas miopías – realmente - sociales. Al creernos más inteligentes que los otros, nos hemos hecho duros, distantes y secos. Pensamos y criticamos con gran ligereza, cuando realmente nuestras capacidades humanas de sentir desde el alma, siguen tendiendo a cero.

No necesitamos de tecnologías ni de tanto dinero, sino de humanidad; más que necesitar de grandes y prominentes estudios, necesitamos bondad, valores morales y dulzura. Si continuamos echando al olvido estos insustituibles valores, nos seguiremos adentrando en las oscuras tierras de la violencia generalizada, y lo perderemos todo.

Tanto las tecnologías llamadas “inteligentes”, como las “redes sociales”, y el internet nos hacen sentir más cerca de quienes están lejos de nosotros, y paradójicamente, nos aleja de quienes están a nuestro lado, cuando la naturaleza de estos avances comunicacionales nos exige de bondad, de sinceridad y de un nivel de hermandad fraterna capaz de unirnos como ciudadanos, como ciudad, como estado; capaz de reunificarnos como la familia que fuimos, somos y seguiremos siendo por siempre, es decir, como Venezolanos.

En este momento, estas palabras pueden estar siendo leídas por algunas decenas, cientos o miles de persones gracias al gran alcance de las redes sociales, hombres, mujeres y niños DESESPERADOS, víctimas de un sistema que valora grandes cosas a discreción, produciendo así una tortura continuada a los ciudadanos de a pie, a emprendedores, a trabajadores, a luchadores, a hacedores de futuros que metódicamente son pulverizados por querer ser libres en su pensamiento y su obra, por trabajar desde la responsabilidad, la puntualidad, la eficiencia y la ética. Un sistema donde impera la impunidad por parte de quien este ocupando el gobierno de turno. Impunidad que no sabe de colores ni de tendencias políticas, solo es eso, impunidad.

A los que pueden sentir estas palabras les digo: NO DESESPEREN. Las distintas dificultades por la que estamos pasando los venezolanos, no es más que la puesta en escena de la circunstancial hambre de poder de hombres y mujeres que les aterra seguir a la voz de los ciudadanos que los llevaron, o desean hacerlo, a esa tan anhelada dirección máxima de gobierno.

Como todo en esta vida, todo siempre pasa, lo bueno y lo malo siempre pasa, y las dificultades en las que cotidianizamos no serán la excepción. Los gobiernos siempre saldrán, siempre terminarán, y se les devolverá a los ciudadanos el poder real, la vida que se merecen, y de esta manera la libertad nunca morirá.

Merideños, por favor no se sigan rindiendo a hombres y mujeres que en sus acciones en realidad los desprecian, se burlan, los intentan comprar, los esclavizan, reglamentan los segundos de sus vidas, e incluso les llegan a imponer que pensar, que decir, que hacer, con quien hablar, y tristemente, hasta que sentir. Los engañan, les cambian sus maneras de pensar, los distancian de amigos y familiares, los ceban como a animales en un criadero al cual luego llevarán al matadero o a ser un simple y desdeñable pedazo de carne de cañón. No se sigan entregando a estas personas mal llamados seres humanos, personas viles y egoístas, con mentes y sentimientos viles y egoístas.

Ustedes no son cosas, no son fichas de un ajedrez, no son carne de cañón, no son animales, SON CIUDADANOS, SON HOMBRES Y MUJERES DIGNOS. Ustedes llevan la bondad característica de la humanidad en sus venas. En sus almas hay amor, no odio. Sólo los que no conocen el amor pueden odiar desde sus vísceras. Solo los inhumanos odian.

Amigos y amigas, no luchen en contra de las injusticias, trabajen en pro de la libertad. El reino de lo divino, el reino de Dios está dentro de todos los hombres, nunca de uno, ni mucho menos de grupúsculos de seudo-elegidos, sino que está dentro de mí y de ti que lees estas palabras.

Somos nosotros, somos el pueblo quien tiene el poder, el poder de crear todo en cuanto decidamos hacer de verdad, el poder de buscar la felicidad que queremos en nuestras vidas. Nosotros como ciudadanos y como pueblos tenemos el poder de hacer de esta vida una experiencia libre y hermosa, de hacerla nuestra más hermosa aventura.

En el nombre del país que entre todos podemos construir, utilicemos ese poder para la unidad. Trabajemos por una nueva parroquia, cada uno, unidos, trabajemos por hacer de nuestros espacios la ciudad y la sociedad en la que queremos vivir. Se tú el mundo que quieres ver en los demás. Trabajemos por hacer de este país uno nuevo, digno y honorable que garantice empleo, educación y seguridad social para todas las edades.

Con la promesa de solventar estas importantísimas necesidades sociales, grupos de hienas han llegado - o se matan entre sí por llegar - al poder. Pero mienten. No han cumplido a cabalidad sus promesas para todos, ni nunca lo harán. Los Gobiernos, independientemente de su nivel de poder y de su tendencia ideológica, son libres solo ellos, mientras someten al pueblo a las peores penurias.

Está en nuestras propias manos trabajar para hacer realidad las cosas que en tantas ocasiones se nos ha prometido. Luchemos todos por liberar estas tierras de mediocres y oportunistas. Derribemos las barreras que tenemos en nuestra gran, bella y emblemática Venezuela, para así ganar terreno ante la intolerancia, el odio y la ambición desmedida.

Luchemos por tener un país que base sus ideas y sus acciones en la razón, en la eficiencia, en la productividad, y principalmente, en el bien social. Trabajemos por un país donde el desarrollo y la ciencia nos brinde aún más luces para encontrar nuestras felicidades individuales.

Merideñ@s, Venezolan@s, en nombre de la tierra forjadora de libertades en la que hemos nacido, debemos unirnos todos.



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