Una pregunta que algunos se hacen, sobre la movilización naval estadounidense en el Caribe, es si la misma corresponde sólo a un conflicto con Venezuela, o si se trata de un enfrentamiento de carácter regional o, incluso, si no se trata realmente de un conflicto global, dado que su protagonista es todavía la primera potencia militar del mundo. Descartamos por inverosímil que el propósito de la movilización militar sea la lucha contra el narcotráfico, pese a lo que dice el gobierno norteamericano. Sería absurdo enfrentar el narcotráfico en el sitio donde sólo se trafica el cinco por ciento de la droga que ingresa a EEUU. Además, ningún país del mundo lucha contra el narcotráfico movilizando sus fuerzas armadas de esa manera, para terminar enfrentando lanchas pesqueras o pequeños submarinos que transporten drogas supuestamente.
A nadie se le ocurre movilizar un porta aviones, incluso el más grande del mundo, para combatir el tráfico que realicen pequeñas embarcaciones; el número abatido de las mismas es ridículo, si tenemos en cuenta la costosa movilización naval habida. Colombia y Venezuela, en su lucha contra el narcotráfico, no hacen un despliegue de esa magnitud y sus resultados además son inconmensurablemente mayores y demuestran ser muchísimo más eficientes. Tampoco lo hacen otros países del mundo. La OTAN no se moviliza para perseguir el tráfico de drogas europeo, ni el comercio del opio afgano. La justificación de Trump de la movilización de la cuarta flota no sólo es pueril, sino cínica y hasta cómica, si no fuera por los 80 asesinatos extrajudiciales señalados por ellos mismos.
Para nadie es un secreto, que EEUU lo que hace es crear una amenaza creíble contra el gobierno de Maduro, en búsqueda de lograr su caída y cambiarlo por otro que responda mejor a sus intereses de apropiarse de todos los recursos de Venezuela: energéticos fósiles y no fósiles, yacimientos minerales y metálicos, fuentes de agua dulce y recursos hídricos y geográficos en general. Pero, además, presiona también, y muy fuertemente, a Colombia y a México, también con el cuento de la droga; a Panamá, en relación con el control del canal, a Brasil, por su desarrollo económico y su gran tamaño e influencia en la región. Se trata entonces del control total de Venezuela, de su economía, de su política y de su geografía, y mejor si ese control no es a través de los gobernantes actuales, sino de un gobierno proclives a esa dominación.
El conflicto existente lleva ya más de tres meses de desarrollo. No puede verse como un simple conflicto entre dos países, ni siquiera como un problema regional americano, pues EEUU, como ya dijimos, es una potencia de carácter mundial y sus acciones tienen siempre implicaciones geopolíticas en todo el ámbito terráqueo. Tiene que ver con la lucha por el control de los mares y océanos, con la confrontación mundial existente entre los estadounidenses y potencias como China y Rusia, tiene relación con Europa, con los países emergentes asiáticos, con el conflictivo medio oriente; y tiene que ver con todo el continente americano y no nada más con Iberoamérica. Se complica porque Venezuela tiene relaciones de amistad y económicas con China, Rusia, Irán, Corea del Norte y Cuba, que son adversarios e incluso enemigos de EEUU, lo que acentúa el carácter extracontinental del conflicto.
Ahora, no es un conflicto que tenga las mismas implicaciones de uno que se dé entre EEUU y China o con Rusia, que serían claramente conflictos de carácter mundial. El actual enfrentamiento de EEUU con Venezuela tiene implicaciones extra regionales, pero no podría clasificarse como un conflicto bélico mundial, aunque en su desarrollo podría llegar a serlo. No es sólo, entonces, un conflicto entre dos países, sino es un enfrentamiento de carácter regional, que involucra a otros países del continente americano y que tiene además implicaciones globales. De hecho, tanto China como Rusia se han pronunciado clara y contundentemente en respaldo de Venezuela, llamando a resolver las contradicciones de acuerdo al derecho internacional; otro tanto ha hecho Colombia, Brasil, Chile, Panamá, México, la Unión Europea y la ONU. Incluso, algunos países caribeños han condenado las acciones militares estadounidenses en el Caribe.
Es claro que el desarrollo del conflicto dependerá no sólo de las acciones de sus protagonistas, sino también de todos los involucrados en el ámbito mundial. Especial influencia tendrá el combate por la paz que se dé dentro de EEUU y los enfrentamientos de la política de Trump contra su propio pueblo y los distintos líderes del congreso, de los estados de la unión y de los alcaldes.