No es pendejada, los capitalistas continúan conspirando para erradicar la revolución bolivariana, acabar con el chavismo y entregar nuestras riquezas a los gringos a cambio de poder; por lo que coincido plenamente con Néstor Francia y su artículo “Las vanas ilusiones de Schemel, José Vicente, Villegas y Puchi, así como Alexander Kórdan con “Ficción o realidades de la guerra económica de las empresas capitalistas” y Carmen Castillo con “No sabe Francisco”.
Las grandes empresas privadas y transnacionales siguen burlándose del gobierno nacional; como la Colgate-Palmolive, recién inspeccionada por la Sundee demostrando tal burla, y las denuncias de sabotaje económico que no cesan por parte de los trabajadores de Johnson & Johnson, Palmolive, Procter & Gamble, Empresas Polar, Kraft Foods, Heinz, Paveca, Coca-Cola, Kimberly Clark, General Motors, Toyota, Goodyear, Bridgestone-Firestone y Pirelli, entre otras.
Yo insisto que actualmente la relación de fuerzas sociales, políticas, internacionales y militar favorece a la revolución bolivariana, frente a la clara instrucción de Barack Husein Obama de agudizar el combate económico, extendiendo su decreto de desestabilización en Venezuela.
Ante tal confrontación, el Papa Francisco exhorta a buscar “formas de diálogo y colaboración entre todos que aseguren el bienestar espiritual y material de los ciudadanos”, recientemente aprobado por la Asamblea Nacional. Al respecto me pregunto: ¿serán sinceros los diputados burgueses de sumarse a dicho diálogo, si insisten en derrocar al Presidente Maduro? Igual pregunta me hago con los dueños y gerentes de las grandes empresas privadas y trasnacionales que hace vida en nuestro país.
La respuesta es obvia: privan y siempre privarán las exigencias del imperialismo estadounidense para las trasnacionales y sus lacayos criollos. Reitero entonces mi planteamiento, ahora a los camaradas del Congreso de la Patria: Exijan al Presidente Maduro, expropiar las grandes empresas conspiradoras, porque siguen jodiendo ¡ya basta!