El premio UNESCO y la guerra de Hollande

Una de las organizaciones del sistema de Naciones Unidas que tiene un mayor historial de posiciones progresistas en relación con asuntos controversiales del escenarios internacional es, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia u la Cultura, mayormente conocida como UNESCO, con sede en Ginebra Suiza, seguramente porque tradicionalmente los Estados que integran a esa organización mundial designan como sus Representantes Permanente en este organismo a calificados académicos e intelectuales de sus países, quienes en el ejercicio de la “diplomacia de los saberes”, prestigian sus países en ese importante escenario internacional y contribuyen en el diseño de políticas públicas de alcance mundial en favor de los derechos culturales de las persona y los pueblos, la cooperación internacional para el desarrollo y democratización del conocimiento y la defensa del patrimonio cultural de los pueblos y de la Humanidad.

La historia del siglo XX registra, por ejemplo, la decisión de la amplia mayoría de los Representantes Permanentes de los Estados Miembros de la UNESCO de apoyar el Informe MacBride sobre el Derecho a la Comunicación y, el rechazo a toda forma de las corporaciones privadas de la comunicación y la información de imponer a los comunicadores su visión sesgada de los hechos objeto del periodismo; razón por la cual, el señor Ronald Reagan, presidente de los Estados Unidos de América acusó a la UNESCO de ser un “nido de liberales e izquierdistas”, por lo que retiró la presencia de ese país, suspendió el pago de sus aportes ordinarios y negó fondos adicionales para programas dirigidos a atender las necesidades educativas en países de economías medias y retrasadas.

Más recientemente, en el año 2011, igual comportamiento tuvo la UNESCO en relación con la solicitud presentada para Mamud Abbas, en nombre de la Autoridad Nacional Palestina, de que le fuese otorgado el reconocimiento pleno al Estado Palestino como Miembro de esa organización internacional; en desafío al gobierno del gobierno del presidente Barak Obama, que utilizó el Derecho de Veto en el Consejo de Seguridad de La ONU para impedir tal reconocimiento, amenazando, incluso, con suspender sus contribuciones pero, la Asamblea General de la UNESCO se mantuvo firme y el gobierno imperialista sufrió una severa derrota y debió retirar su insolente propósito.

Pero en estos tiempos de crisis y opacidades morales y políticas, en donde muchas elites de los Estados que integran la llamada Comunidad Internacional se sienten preocupados por la irrupción del islamismo militante en el norte del continente africano y en el Medio Oriente y su proyección en otras regiones del planeta, los académicos e intelectuales que participan en los debates de la UNESCO cedieron en sus tradicionales posiciones a favor de la paz y el dialogo al expresar su solidaridad con quienes, en el gobierno de la República Francesa, en la Unión Europea, la Unión Africana y en mismísimo Consejo de Seguridad de la ONU, decidieron avalar, apoyar y sostener una guerra justificada en la necesidad de proteger el Patrimonio Cultural de la Humanidad ubicado en Tumbuctú, República de Malí, amenazados de su destrucción total, supuestamente por grupos de militantes yihadistas que en nombre de de Ala y su profeta Mahoma, pretendían limpiar la tierra musulmana de Malí de lo que consideraban expresiones paganas y ofensivas a la ortodoxia islámica.

Conocidas las razones de la existencia de la UNESCO y sus objetivos, no sorprende que ese foro mundial exprese su preocupación, realice llamados a la comunidad internacional e incluso, en el ámbito de su competencia, tome algunas medidas dirigidas a alcanzar tal propósito pero, poner en entredicho el valor ético y el buen nombre del Premio UNESCO “Felix Houphouet-Boigny”, otorgándoselo al presidente de la República Francesa, Fracois Hollande, a causa de “… su contribución a la paz y la estabilidad en el Africa…”, no puede sino ser una negación de los principios fundamentales de la UNESCO y su firme conducta, basada en la Carta de San Francisco, de rechazo al uso y la amenaza de la fuerza como medio de solución de los conflictos internacionales; por cuanto, es más que evidente que la vieja potencia colonial y culturicida francesa, al igual que en los casos de sus presencia en la guerra de Afganistán, la agresión a Libia y la actual intervención en el conflicto sirio, tiene como razón fundamental de su acción armada en Mali, la protección de su hegemonía colonial y los intereses de las corporaciones privadas francesas con negocios en Mali y en esa región del Africa Subsahariana, con prescindencia del rechazo y condena a las acciones extremistas de estos grupos políticos con fuertes motivaciones religiosas.

Es un insulto a la trayectoria humanista y tutelar de los derechos sociales y culturales de los pueblos del planeta Tierra, que una organización como la UNESCO convalide, con el otorgamiento de su inmerecido premio al “Pequeño Napoleón del D’Orsay", una invasión a un país soberano – aún siendo autorizados por sus cuestionadas autoridades - que se debate en serios conflictos internos entre sus diversos grupos políticos, étnicos y religiosos y frente a los cuales debe sostener y defenderse los principios de Autodeterminación de los Pueblos y No Injerencia en los Asuntos Internos de los Estados; constituyendo ésta decisión un gravísimo precedente que abre las puertas de la UNESCO a las corrientes supremacistas y hegemónicas que pretenden reconquistar los pueblos del paneta Tierra e imponer sus propios intereses a toda la Humanidad.

yoelpmarcano@yahoo.com


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Yoel Pérez Marcano


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