Carta de Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, al presidente de EE.UU.

Basta de masacres, señor Presidente

Basta de masacres, señor Presidente

Enero 21 de 2005....

Carta de Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, al Presidente de Estados Unidos dada a conocer ayer, por solicitud de su autor, en varios diarios del continente. Granma la ofrece a sus lectores

Sr. Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.

Don George Bush

No puedo desearle una Feliz Navidad, no porque no quiera; es Usted quien la hace imposible.

Hoy es un día muy especial para los cristianos, celebramos la Navidad, el anuncio de la Buena Nueva; momentos para mirarnos hacia adentro, en la vida personal y meditar sobre los caminos de la Humanidad. Cuando invocamos en la oración al Dios de la Vida no podemos dejar a un lado los acontecimientos, el dolor y la tragedia en muchas partes del mundo; tanto de los fenómenos naturales, como los provocados por el hombre y comprender lo lejos que estamos de alcanzar la Paz; y la necesidad de redoblar los esfuerzos para lograrla.

El mundo se ha vuelto mucho más inseguro y turbulento. Las desigualdades se han profundizado; el hambre y la pobreza aumentaron con la concentración del poder en pocas manos y los conflictos se multiplicaron en distintas regiones del mundo.

Creo que usted, Señor Presidente, necesita mirar su obra, evaluar lo actuado; su política de devastación y muerte que ha generado hasta el momento en varias regiones del mundo.

Sentí un sabor muy amargo y angustia, de ver cómo los grandes medios de comunicación han difundido por el mundo las imágenes y mensajes de los soldados norteamericanos celebrando la Navidad, ese renovado acontecimiento de la Vida y la Paz.

Esos mismos soldados son los que siembran la muerte y la destrucción en los pueblos de Irak y de Afganistán; los que torturan y violan a los prisioneros.

Son los responsables de la masacre de más de 100 mil muertos, mujeres, niños, jóvenes y ancianos en Irak; los que han destruido y arrasado Falluja, y no sabemos aún a cuánto asciende la masacre en Afganistán; son datos que ocultan los grandes medios de comunicación que lamentablemente terminan siendo los grandes medios de la incomunicación.

Y como si fuera una gran fiesta, viajan artistas y funcionarios de los gobiernos tanto de los EE.UU., como de la Gran Bretaña, para alentar y compartir la Navidad con las tropas y darles ánimo para continuar su demoledora tarea de destrucción y muerte.

Cabe preguntarnos. ¿Qué fueron a celebrar? El profundo sentido de la Navidad estuvo ausente; la vaciaron de contenido y sólo quedó el híbrido... Jo,...Jo,...Jo,... de

la sociedad consumista...; o tal vez festejaron cuántas bombas y muertos suman a sus conciencias.

La imaginación del surrealismo mágico, termina siendo un pálido reflejo de la crueldad que usted ha desatado en Irak y Afganistán.

Usted, Sr. Presidente, según consta en sus órdenes impartidas a las tropas en el documento dado a conocer por el FBI, fechado en Irak el día 19 de mayo del año 2004, autoriza el uso de ciertas técnicas de interrogatorio, como la privación del sueño, las amenazas con perros entrenados por los militares y el uso de capuchas. Pone en evidencia su crueldad y el desprecio que tiene del ser humano, y que no vacila en utilizar cualquier medio para alcanzar sus fines, violando sistemáticamente los derechos humanos.

Sus particulares métodos parecen no tener fin para los 4 años venideros. Según el Washington Post, su gobierno piensa en construir cárceles para los acusados de terrorismo indefinidamente sin juicio alguno, violando la propia Constitución de los EE.UU., más allá de todo derecho de las personas. El Departamento de Defensa, mantiene 500 prisioneros en la Bahía de Guantánamo, en Cuba, y piensa pedir al Congreso 25 millones de dólares para construir una cárcel para albergar a detenidos con pocas posibilidades de comparecer ante un tribunal militar por falta de pruebas.

El ataque terrorista a las torres gemelas no justifica bajo ningún concepto las atrocidades por usted cometidas, un mal no se resuelve con otro mal mayor, como le explicara en mi carta anterior con fecha 6 de enero del 2003.

Quisiera preguntarle, Señor Presidente: ¿Cómo celebró la Navidad, el nacimiento del Dios de la Vida?

Me pregunto a qué Dios le dedica sus plegarias. Dudo que sea al Dios de la Vida, de la Paz y la Esperanza. Creo que Dios al escuchar sus plegarias se tapa los oídos para no escuchar tantas mentiras y crueldades.

El día 20 de Enero asumirá su segundo mandato como presidente de ese gran país, Estados Unidos de Norteamérica, ya que los ciudadanos/as que lo votaron lo re-eligieron por otros 4 años más. Lo lamento por ese pueblo y por el mundo. Muchas cosas influyeron para lograr ese resultado, entre otras la incapacidad de su oponente que no logró presentar otra alternativa válida para el pueblo.

Un dicho popular dice que "mas vale mal conocido, que por conocer". El pueblo de EE.UU. está agobiado por los miedos, la inseguridad, el puritanismo de algunos sectores que dicen defender la vida. El individualismo no les permite comprender el sentido profundo de la solidaridad.

Pero lo más trágico que uno puede ver en el pueblo de EE.UU., salvando algunos sectores con conciencia crítica y propia, es que quienes lo votaron, Sr. Presidente, son aquellos que por miedo han renunciado a la libertad y a sus derechos como ciudadanos. Son aquellos que están sometidos a la suspensión de las conciencias, a mecanismos de acción psicológica que condicionan los comportamientos colectivos. Métodos que fueran utilizados por regímenes totalitarios como el nazismo, el fascismo, las dictaduras militares impuestas en Latinoamérica que generaron instrumentos para manipular y someter a los pueblos a través del miedo y el terror.

El poder es la peor de las drogas, enceguece la mirada y el pensamiento y lo peor aún, endurece el corazón y los sentimientos. El pensamiento sin sentimiento es la gran tragedia de la humanidad.

Los imperios más poderosos han caído y EE.UU. no es una excepción. Debe saber que el monopolio de la fuerza no garantiza la seguridad.

Ningún terrorismo, provenga de quien provenga, justifica el terrorismo de Estado que Ud. aplica sobre la población civil, invadiendo países como Irak y Afganistán, o el bloqueo a Cuba que ya lleva más de 45 años; la intervención militar a Haití, violando todos los tratados internacionales y la soberanía de los pueblos. Ignorando a las Naciones Unidas transformada en una caparazón sin contenidos.

¿Hasta cuándo Sr. Presidente continuará su locura de destrucción y muerte?

¿Cuántos crímenes más piensa cargar sobre su conciencia? No debe olvidar que, lo que siembra recoge.

Según informes, hasta el momento, más de 1 000 soldados norteamericanos han muerto en el frente de guerra en Irak. Ignoramos cuántos más en Afganistán.

¿Qué les dice a sus familiares, les entregará una medalla, una pensión y una bandera bien doblada para recordarles que ese ser querido ya no está?

¿Les continuará mintiendo y hablando de la libertad, que murieron por defender la democracia y la Patria, para justificar sus crímenes?.

¿Les ocultará la verdadera razón de su decisión de provocar las guerras, ya que éstas convenían a sus intereses de apoderarse del petróleo de Irak y el control del Oriente Medio?

Señor Presidente, estos días he recordado a un veterano de guerra de Vietnam, que tuvo una profunda conversión frente a las atrocidades cometidas por las tropas norteamericanas en ese país y que arriesgó su vida para salvar vidas, perdiendo sus dos piernas. Me refiero a Brian Wilson.

En plena guerra creía que estaba luchando por la libertad y la democracia, esa forma de "ser americano", hasta que descubrió la verdad y ahí comprendió las atrocidades cometidas por las fuerzas norteamericanas, cuando vio en una aldea vietnamita a la que lo enviaron con una patrulla a inspeccionar, los efectos de las "bombas racimos", (las mismas que están utilizando en Afganistán y en Irak): mujeres, niños, animales, vegetación, partidos en dos; nada ni nadie quedó a salvo.

Muchas veces recuerdo a Brian. Nos encontramos durante la agresión de la CIA a Nicaragua. Lo acompañé en un ayuno en las escalinatas del Capitolio, para poner fin a la agresión de EE.UU. contra Nicaragua y el Salvador, junto con otros veteranos de guerra de Vietnam.

Fue una acción de no-violencia activa, en defensa de la vida y el derecho de los pueblos a su autodeterminación. Por las noches dormíamos en la Iglesia Luterana y ahí, Brian y los otros compañeros veteranos de guerra, contaban sus experiencias en Vietnam. Los horrores que aún pueden ver y sentir, que los marcaron para toda la vida. Son los testigos de la tragedia humana.

Señor Presidente, escuche el clamor de los pueblos que dicen: ¡¡BASTA A LA GUERRA!!

Recuerde las palabras de Abraham Lincoln, hace más de 100 años: "Si Estados Unidos no tiene capacidad para generar relaciones con otros pueblos, será víctima de su propia autodestrucción". Lea el discurso de Kennedy, que toma las palabras de Lincoln, en las Naciones Unidas en 1960. Es bueno que las recuerde.

El 20 de Enero asumirá por otros cuatro años más el gobierno de los EE.UU., situación que puede desembocar en hechos imprevisibles si continúa con el rumbo trazado hasta el momento. No olvide que los pueblos pueden cambiar el curso de la historia.

Solo me resta decirle que otras culturas, otras religiones, otros pueblos tienen los mismos derechos a la vida y a la dignidad. Para el Dios de la Vida, son nuestros hermanos y hermanas y por lo tanto le reclamamos BASTA DE MASACRES, Señor Presidente. El mundo no puede estar a merced de su voluntad.

La Justicia, aunque tarde, llegará y usted no será una excepción, ya que es responsable de crímenes de lesa humanidad.

Le saludo con Paz y Bien, espero que toque su mente y su corazón.

25 de Diciembre del año 2004

6 de enero del 2005

Adolfo Pérez Esquivel

Premio Nobel de la Paz.




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Adolfo Pérez Esquivel

Activista, escultor y pintor argentino. Premio Nobel de la Paz en 1980, defensor de los derechos humanos y del derecho de libre autodeterminación de los pueblos.


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