Entre fascistas te veas

En medio de la gira artística del tragicómico payaso, el diputado Juan Guaidó, no dejó nunca de sorprender la perfecta puesta en escena, tipo show business, montada por la extrema derecha europea para recibir con alfombra roja a uno de los suyos. Hasta los más reticentes líderes europeos tuvieron que ceder y alinearse sumisamente a los atorrantes caprichos impuestos por el imperio norteamericano. Como perritos falderos todos saltaron al unísono ante las instrucciones del amo para darle al irrito y espurio usurpador Guaidó la cobertura mediática necesaria para volver a poner su agenda golpista en la palestra.

Fotos iban, fotos venían. Todo un montaje para que los burdos representantes de la derecha le dieran tribuna a la pantomima usurpadora que representa Guaidó. Entre tanto teatro, resaltan algunos payasos del circo, que ratificaron una vez más su obcecada impronta extremista, antidemocrática y golpista. El primero fue el maestro del drama y la intriga, su excelencia el jeque inmobiliario Antonio Ledezma, el cual ejecutó a la perfección su papel de odioso agente fascista, es decir, mostrarse frente a Guaidó y las bien ubicadas cámaras de televisión, como el más radical de los radicales, el malcriado guapetón dispuesto a inmolarse solito tomando Miraflores.

El bocón de Antonio Ledezma soltó perlas como estas: "…Guaidó está impulsando la legitimación de la democracia venezolana. Muy claro, cero diálogo, cero negociaciones, cero elecciones adelantadas con maduro en el poder". Que extraño que estas palabras provengan de un eterno aspirante a candidato presidencial que jamás ha tenido el respaldo popular siquiera entre la propia fauna extremista opositora. No hay más nada que agregar para ratificar el escasísimo talante democrático de un espécimen como este, forjado en el seno de Acción Democrática, la banda de hampones que perpetraron los mayores casos de latrocinio y represión en la historia política de nuestro país.

El falaz abrazo de Ledezma y Guaidó expresa perfectamente esto: los pranes se juntan, se apoyan mutuamente y hacen coincidir sus agendas de conspiración y golpismo. Solo les faltó poner un holograma con el ofuscado rostro de María Corina para completar una monstruosa terna, replicando para la historia a la venenosa Hidra de Lerna.

Otra foto para la historia es la de Guaidó con la cúpula de Vox, partido ultraderechista neofascista Español. Todos descendientes directos de una escisión del Partido Popular, anómalos engendros, sangre de su sangre, del mismísimo dictador genocida Francisco Franco, cuyas más de 20.000 fosas comunes, con miles de represaliados, aún esperan por verdad y justicia (los de Vox abogan por la derogación de la Ley de Memoria Histórica).

Esta logia neofascista, que recibió con animoso cariño al espurio usurpador Guaidó, se caracteriza por sus abiertas tendencias ultranacionalistas y centralistas (negado rotundamente a cualquier derecho histórico a la libre determinación de las Comunidades Autónomas), neoliberales a rabiar (apoyan la reducción de impuestos y la disminución del Estado), racistas, antifeministas, antiinmigrantes, antiislamistas. Eso sí, son acérrimos defensores del "Patrimonio Cultural de España" reflejado cabalmente en la sangrienta tortura recreativa de los toros, mejor conocida como la Tauromaquia. Reaccionarios pues hasta la médula.

Así que las fotos, los encuentros y las reseñas mediáticas del latoso príncipe Don Juan Guaidó en sus convites con la extrema derecha europea, repite a la perfección los inocuos eventos organizados por su Partido Voluntad Popular en el Este de Caracas, es decir, las verbenas de desahogo de ira (de descarga de arrechera) de la extrema derecha venezolana en la Plaza Altamira, Parque Cristal o Las Mercedes. Guaidó nuevamente le cae a charla a sus propios seguidores, a la tribuna de ilusos convencidos. Les hace creer falsamente que el camino correcto es la confrontación violenta, el bloqueo y el golpismo antidemocrático. Nuevamente rodará, pues es el pueblo venezolano, mediante el voto, el que elige a sus gobernantes. No Trump, ni la rancia monarquía europea.



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Richard Canán

Sociólogo.

 @richardcanan

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