¡Oh! Carta de Almagro, ¿Qué me dirá?

Nadie sabe si Almagro fue o es evangelista y, se dedica a hacer cartas. Pasará a la historia como el primer cartero cuyas cartas no encuentran destinatario. Debe saber que ya ha tenido tres intentos de embromar a Venezuela, con la famosa carta democrática, pero todos fallidos. En él estaban puestas las esperanzas de la oposición, pero la carta solo ha servido para engañarla y hacerle creer que la misma al aplicarla significaría el fin de la revolución bolivariana y la intervención de los Estados Unidos en nuestro país. En otras palabras, Almagro nos tenía al borde, nos tenía en ascua con una amenazadera, que si aplico la carta, que si no la aplico. Nos tenía jodidos e intimidados con esa bendita carta democrática. Nos puso a recorrer Caracas, buscando la unidad del pueblo chavista; nos hizo gritar consignas de todo tipo.

Daba esperanzas a la oposición; la oposición lo tomaba en serio y comenzaba a hacerse ilusiones con respecto a gobernar. Ramos Allup, por razones de edad, pudo brincar en una pata, pero una sola vez; Florido, estaba como jardín en invierno; a Julio Borges, no le cabían las cejas en la cara, de la alegría; Antonio Ledezma preparaba su discurso; Mientras tanto, Almagro, les decía, "Aquí tengo la cartica. Estoy a punto de aplicarla", ¿Quién da más? le decía a la representación de Estados Unidos, tirando punta a ver si le daban más dólares.

Mientras tanto, batía su melena como Pedro El escamoso y hacía un ademán del baile del actor colombiano que interpretaba tal personaje, colocándose la mano en el oído y meneando la cintura, creyendo que estaba ganando la cosa. Pero, la alegría no duró mucho, hasta que Delcy nuestra embajadora le cantó su reggaetón, y prácticamente le movía la mano como la mueve el reggatonero cuando parece querer tocarle la cara a quien tiene enfrente. Por su parte, el embajador Moncada, fue contra los países vendidos y les cantó sus verdades al ritmo de Florentino y el diablo, sobre todo a Colombia que se la pasa viendo la viga en los ojos de los demás, y todavía no ha podido verse la de ella, en sus propios ojos.

Pero hubo sorpresa. Después de los discursos de Delcy y Moncada, el ímpetu de Almagro se minimizó y resulta que la verdadera carta que tenía en sus manos, cuando amenazaba, no era la carta democrática; ni una carta, puño y letra de su amada, sino una que estaba dirigida a la señora Lilian Tintori. Ella estaba por allí cerca y se emocionó cuando tuvo la carta entre sus manos, llegando al extremo de decir: ¡Oh! carta de Almagro, ¿qué me dirá?... De inmediato comenzó a leer:

"Recordada Lilian, pensando mil cosas quizás distante de mis amigos con el dólar por testigo esta carta empecé a redactar...

Querida Lilian perdona, si te ofendo al escribirte, pero me siento muy triste por lo que en la OEA pasó; mas no estoy arrepentido, tengo dólares de más, y si acaso tú lo estás tienes que tener valor por si Leopoldo sale un día…por lo más grande te exijo que le pidas más paciencia, y no haga como yo…que nunca venda su honor, que mejor pague sus penas, y que nunca guarimbee con las vidas ajenas, que nunca…

De repente, Lilian dejó de leer y solo se oyó cuando arrugó la carta y la lanzó al piso. De Almagro se sabe que, tras la derrota está enfilando baterías hacia Ecuador. Mientras tanto, supongo, la señora Lilian debe estar analizando la derrota y pensando que "no hay mal que por bien no venga", es decir, si la carta hubiese sido aplicada, se le hubiera terminado la viajadera por el mundo. En cambio, todavía le quedan horas de vuelo y la posibilidad de seguir haciendo turismo en nombre de la libertad de su esposo.



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