La falacia papal en la crisis migratoria de la Unión Europea

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

Strategic Culture Foundation

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La semana pasada el Papa Francisco incursionó en política cuando fustigó a la Unión Europea por ser una "burocracia macilenta" e indiferente a las necesidades de sus ciudadanos y trabajadores. Un punto importante en su intervención ante el Parlamento Europeo en Estraburgo fue que el bloque de la Unión Europea está fallando en su "respuesta" humanitaria a la crisis migratoria que envuelve al continente. Pero el papa habría estado mucho más acertado si hubiese condenado a la Unión Europea en primer lugar por haber creado la crisis.

Algunos parlamentarios estaban disgustados porque a un líder religioso se le permitiera regañar a lo que se supone una institución secular y que el pontífice católico se estaba entrometiendo en cuestiones políticas. La verdad sea dicha, es que el papa no estaba siendo lo suficientemente político.

Frente a esto, el jefe de 77 años de edad de la iglesia católica pudo haber parecido como si estuviera reprendiendo a la Unión Europea, especialmente en torno al problema migratorio. Pero su discurso fue una mala excusa para las causas políticas –es decir las políticas de la Unión Europea. Al contrario, él limitó sus preocupaciones –un tanto piadosamente—a los síntomas del problema en vez de ir a las raíces de este.

El pontífice nacido en Argentina, que asumió el papado en marzo del 2013 señaló a los parlamentarios en emotivo lenguaje que "se necesita una respuesta unitaria para el problema de las migraciones. No podemos permitir que el Mediterráneo se convierta en un vasto cementerio." Luego agregó, "las embarcaciones que a diario llegan a las playas de Europa están llenas de hombres y mujeres que necesitan ayuda y aceptación."

Nos parece justo. El Papa Francisco se anotó un tanto en relación a la reprobable indiferencia de la Unión Europea para recibir a los emigrantes.

Las cifras de Naciones Unidas demuestran que en realidad existe una gran crisis humanitaria en el Mediterráneo. Durante la misma semana en que el papa habló en Estraburgo, unos 600 emigrantes tuvieron que ser rescatados desde un carguero a la deriva entre África del Norte y Sicilia.

Este año, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados reconoció que hasta ahora, más de 160 mil personas han tratado de navegar a través del Mediterráneo hacia las costas europeas. El año pasado, la cifra total fue de 60 mil personas lo cual fue un enorme aumento sobre años anteriores. Este gran aumento en el número de emigrantes que trató de llegar a Europa el año pasado, ha arrojado como consecuencia un alza en el número de muertos en el mar debido a embarcaciones que se hunden o quedan a la deriva.

La Organización Internacional para las Migraciones calcula que más de 3200 personas han muerto hasta ahora durante el año tratando de cruzar el Mediterráneo desde el Norte de África. Muchos cientos más están sencillamente desaparecidos o no hay registros de ellos.

La mayoría de las víctimas se dirigían hacia la Isla de Lampedusa que está a solo 113 kilómetros de Túnez. Esta isla italiana se ha hecho conocida como "la puerta de entrada a Europa" entre los emigrantes. Apiñados en embarcaciones deterioradas y sobrecargadas, de propiedad de inescrupulosos traficantes de seres humanos, los refugiados son presa de las veleidades del mar. Muchas de las embarcaciones se quedan sin combustible o carecen de personal calificado para navegarlas.

El pasado año, en una de las mayores tragedias, 366 personas murieron cuando su embarcación se hundió cerca de Lampedusa en el mes de octubre del 2013. Esto hizo que las autoridades italianas de la época montaran una operación permanente de rescate marítimo conocida como Mare Nostrum. Se calcula que la operación ha salvado a unas 100 mil personas que estaban en peligro en el mar. Pero, el costo de 100 millones de euros al año hizo que el gobierno italiano cerrara el programa de rescate naval el mes pasado. Mucho se teme ahora que a consecuencia de esta medida, la tasa de muertes en el Mediterráneo aumente dramáticamente.

Una de las razones más importantes para que Italia cancelara la operación de salvamento fue que la Unión Europea se negó a suministrar fondos de asistencia. Con la economía italiana agitándose a raíz de sus propias penurias fiscales, la operación Mare Nostrum fue cancelada. Uno de los gobiernos de la Unión Europea más renuentes fue el de Gran Bretaña. Londres alegó que el esfuerzo de rescate estaba "actuando como un factor estimulante" para que los migrantes sintieran que las posibilidades de un cruce seguro del Mediterráneo mejoraban gracias a la presencia de la marina italiana.

Críticos humanitarios condenaron la lógica inglesa por despiadada y no solo la posición inglesa sino la de toda la burocracia central de la Unión Europea.

Karl Kopp, asesor de la organización alemana pro refugiados, ProAsyl, declaró a la Deutsche Welle el mes pasado que la Comisión Europea sencillamente no estaba haciendo lo suficiente. "Después de lo de Lampedusa, mucha gente sostiene que las muertes deben terminar, que esto no debe volver a suceder. Ahora sabemos que el flujo de refugiados ha aumentado frente a la crisis que azota al mundo y más gente está muriendo. Estamos tratando de recurrir a otros factores en Europa, a la Comisión de la Unión Europea, a los líderes de los gobiernos, con el objeto de crear rutas legales hacia Europa", señaló Kopp.

Nótese que este activista está tocando la base del problema –los refugiados aumentan a raíz de la crisis alrededor del mundo"—pero no se refirió explícitamente al núcleo de la cuestión, es decir, ¿qué crisis, dónde exactamente están las crisis, y quién las está alimentando? Resulta que se trata de la misma Unión Europea, ganadora del Premio Nobel de la Paz, 2012 la parte culpable. En otras palabras, la Unión Europea en enorme medida ha creado este desastre migratorio y es la Unión Europea la que ahora de manera vergonzosa vuelve la espalda a la catástrofe humana que es de su propia creación.

Este aspecto central fue totalmente mal comprendido o ignorado por el Papa Francisco en su reprobación ante el Parlamento en Estraburgo la semana pasada.

Según observadores, los principales grupos nacionales que se aglomeran en agujereadas embarcaciones que desesperadamente buscan refugio en Europa son de Siria y Libia. Otras nacionalidades incluyen a Eritrea y Somalia. Pero se trata de refugiados provenientes de Siria y Libia y otros países de África del Norte los que han producido un aumento de los emigrantes que arriesgan sus vidas para cruzar el Mediterráneo. Se cree que otros refugiados de origen africano provienen de Mali y la República de África Central, quienes hacen su viaje desde el norte a través de las redes que trafican con seres humanos hacia los puertos de Libia o Túnez y eventualmente hacia Europa.

Este flujo de refugiados se correlaciona con una avalancha de conflictos armados que han estallado en estos países durante los últimos tres años.

Gran Bretaña y Francia son dos de los principales gobiernos europeos que ostentan la mayor responsabilidad en el fomento del conflicto en Libia, cuando encabezaron los bombardeos de la OTAN contra ese país durante el 2013 y eventualmente derrocaron al gobierno de Gadafi. Otros miembros europeos de la OTAN también son responsables de haber desatado el caos político y humanitario que campea en Libia.

Del mismo modo en Siria. Gran Bretaña y Francia son los países europeos que han encabezado la desestabilización de este país a través de su apoyo encubierto a los grupos mercenarios internacionales que tratan de derribar al gobierno de Assad. Junto a Estados Unidos, los europeos han destruido la sociedad siria a través de su operación encubierta para el cambio de régimen lo cual ha resultado en que 8 millones de personas –un tercio de la población del país—han sido desplazadas. La mayoría de los refugiados sirios están actualmente sobreviviendo en campamentos miserables in países vecinos como Irak, Jordania, Turquía y El Líbano. En todo caso, muchos de ellos están haciendo el intento de viajar hacia Europa.

Francia por su cuenta ha lanzado intervenciones militares en sus antiguas posesiones coloniales en Mali y en la República de África Central durante el año pasado y en Costa de Marfil dos años antes. Francia tal vez podría reclamar un mandato legal bajo la dudosa rúbrica de "combatir el terrorismo" aunque muchos expertos legales sostienen que la serie de intervenciones neo-imperialistas francesas a través de África son ilegales. Nadie tiene cifras exactas, pero se calcula que la desestabilización encabezada por Francia solo en estos tres países africanos, ha producido más de un millón de refugiados, muchos de los cuales tratan de emigrar hacia Europa para escapar de la violencia y la pobreza.

Este es el meollo del asunto. La Unión Europea está siendo embestida por la crisis de los emigrantes ilegales de África del Norte y del Medio Oriente. Miles de estas desesperadas personas están siendo explotadas por modernos y desalmados traficantes de esclavos y miles están pereciendo en tumbas marinas, mientras la burocracia de la Unión Europea y de los gobiernos miembros como los de Gran Bretaña y Francia levantan obstáculos como barricadas.

El Papa Francisco está en lo correcto cuando reprocha la insensibilidad de Europa hacia los emigrantes. Pero en todo caso, la solución no es solo que Europa sea más asequible, acepte y asista a los emigrantes. La solución radica en que la Unión Europea y sus principales miembros en Londres y París dejen de alimentar el conflicto en el Medio Oriente y África y por ende detengan el flujo de millones de refugiados.

El gobierno de Gran Bretaña podrá sermonear acerca del "factor estimulante" acerca de la ahora cancelada operación de rescate italiana Mare Nostrum. ¿Pero qué habría del "factor provocante" que crea una corriente de refugiados a través de sus criminales maquinaciones militares en África y en el Medio Oriente?

En todo caso, si el Papa hubiera execrado la verdadera causa-efecto de la crisis migratoria en su intervención de Estraburgo, entonces si que él se habría involucrado virtuosamente en política.

Y mientras lo hacía, el Papa bien pudo agregar que un millón de refugiados también han sido instigados en el oriente de Ucrania Oriental durante el año pasado a través de las operaciones terroristas realizadas por el gobierno de Kiev y respaldadas por la Unión Europea.



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Finian Cunningham

Analista internacional


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