Binóculo N° 325

La burguesía revolucionaria de Wilmar

Durante la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, período de la gran conmoción política en Venezuela, de los militares que fueron electos diputados, la mayoría no tenía idea de porqué estaban allí. En términos reales, la mayoría eran gorilas, militares venidos de las viejas doctrinas de la Escuela de las Américas, sin ninguna formación política. Hice una serie de entrevistas para el diario El Mundo. Uno de ellos, durante la entrevista, incluso me declaró que a los homosexuales había que matarlos. Otro de los que entrevisté se convirtió en gobernador y fue uno de los más finos ladrones de los dineros del Estado. De los muchos que entrevisté, ninguno me dio siquiera un indicio de ser un hombre de izquierda, ni un revolucionario, ni siquiera un antiimperialista, primera condición para no ser de derecha, porque aunque parezca extraño hay gente de derecha que es antiimperialista.

Por ejemplo, Eliécer Otaiza, quien sí era un hombre decente y estaba concluyendo un doctorado en filosofía política, me declaró en una entrevista en mi programa de radio, que él no había estudiado a Marx ni a los teóricos de izquierda. Le pregunté por Marcuse y me dijo que no lo había leído. Y me consta que Otaiza era un hombre estudioso.

En realidad el mismo Chávez tampoco sabía para donde iba. Basta con ver sus primeros cuatro años de ejercicio presidencial y la volubilidad de un hombre que era el Jefe del Estado. Tanto en su formación intelectual como en su formación política. Recuerden que de entrada habló de Pérez Jiménez, luego de la Tercera Vía, del socialismo chino, del capitalismo con rostro humano; hasta que finalmente esas extraordinarias reuniones con Fidel, sirvieron de brújula para que descubriera la verdad y la luz llegara. Además, Hugo tenía la ventaja que no sólo era inteligente, sino un buen oidor y una esponja para asimilar, además de un hombre estudioso. Tenía una curiosidad sin límites. Ya en sus últimos cuatro años de vida, ese Chávez no tenía nada que ver con el Chávez que comenzó esta batalla. No sólo entendía, sino que necesitaba comenzar a escribir. Lo hubiéramos disfrutado enormemente.

Wilmar Castro Soteldo era uno de los más anodinos personajes del coso parlamentario. Inodoro, Incoloro e insípido. De hecho, los periodistas que tuvimos el honor de cubrir ese extraordinario proceso político, coincidimos en que nos odiaba. Siempre estaba presto a chismearnos con el Secretario, Alejandro Andrade, otro de los solicitados por la justicia, no por santo precisamente.

Desde la semana pasada, las redes antisociales –no existen las redes sociales- dan cuenta de un video donde Castro Soteldo habla de una burguesía revolucionaria que se encargará de la producción agropecuaria y el crecimiento del país. Y han hecho burlas hasta decir ya del hecho, de la expresión del militar, ignorando que esa declaración frente a una cámara de televisión, ni es gratis, ni es una afirmación para denotar un gesto de ignorancia. Nada más alejado de la realidad. Esa confesión encierra un concepto, una visión de país y una visión de grupo de poder. Y a decir verdad, yo no esperaba menos. En dos oportunidades cruzamos algunas palabras en el parlamento, y siempre expresó un desprecio de casta.

La burguesía venezolana ha sido una de las más arrastradas y parasitarias de todo el continente. No hay un solo empresario o industrial en el país que no haya hecho su fortuna con los dineros del Estado. Toda la vida recibieron dólares. Cuando el gobierno promovía un aumento salarial, de inmediato los empresarios alegaban que no podían pagar esos salarios, por lo que el Estado los asumía. Siempre ha sido así. Los cuentos son muchos a lo largo de la Cuarta República y de la quinta. Y Castro Soteldo lo sabe. De dónde saca ahora que una burguesía revolucionaria impulsará el agro en el país, cuando esa burguesía es lo que el teórico francés André Gunderfrank llamó Lumpen burguesía, en su libro Lumpen burguesía, lumpen proletariado. La afirmación de Wilmar, tiene una lectura, y no es otra que quitarle al poder popular la posibilidad de trabajar la tierra, de que las comunas y los colectivos, reciban créditos y apoyo del Estado para ir construyendo el Estado Comunal. Castro Soteldo no es loco para aparecer en televisión diciendo semejante barbaridad. Y bien estúpido es quien suponga una ignorancia de su parte. Es decir, por esa vía, regresarán las empresas agrícolas a los empresarios, acompañadas de créditos, subsidios, exoneración de impuestos y una relación laboral de explotación con los comuneros. En el fondo qué está planteando? La creación de una nueva burguesía bajo la égida de los militares, quienes tendrán el control de ese crecimiento.

Hasta el cansancio se ha dicho que la formación política tiene dos líneas: un estudio teórico que en mis tiempos de militante se hacía a través de los círculos de estudio; y una formación práctica, que no es otra que llenarse los pies de mierda, para saber cómo es que se bate el cobre en casa de los pobres. Ese proceso de formación es lo que desarrolla la conciencia. No otro. Y vuelvo a Chávez, quien no sólo estudiaba, sino que bajaba al pueblo, a la señora que vendía empanadas a quien le pedía café en tapara. Es decir, ese contacto permanente de Chávez con el pueblo, le permitió entender lo que estaba leyendo en los libros y cómo se establecía la relación entre ese pueblo y la complejidad del Estado. Cuando él comienza a hacer críticas a la burocracia y empieza a regañar a todo el mundo públicamente, estaba estableciendo la responsabilidad del Estado en el bienestar de la gente. Por eso cuando en una oportunidad habló del libro de Lenin sobre el Estado, ya tenía claro de qué se trataba el capitalismo, la explotación y la justicia social.

Hubo allí sin duda un proceso de formación y de desarrollo de la conciencia que no lo tuvieron estos militares que lo acompañaron porque simplemente no estudiaron, o no les interesó el tema de la construcción del socialismo. Por eso cuando dijo "ser rico es malo", se estaba echando los primeros enemigos encima, incluyendo muchos civiles a quienes les escuché decir "que bolas tiene Chávez", de esos que hoy dirigen el Psuv.

Cuando a Wilmar le entregaron la Ruta de las Empanadas para que desarrollara todo un sistema de distribución y producción de ese popular alimento que fuera fuente de empleo permanente para un grupo de venezolanos, siempre estuve seguro de que fracasaría. No le interesaba.

Y cuando Nicolás le da ese poder para hacer del agro un rubro realmente eficiente, de inmediato le comenté a un camarada que por allí vendría la desgracia para los comuneros y colectivos que hacen vida en el campo.

Allá viene el lobo. No les vaya a pasar como este "prócer" de Periodistas por la Verdad, a quien ministros y presidentes de empresas le jalaron bolas y le dieron contratos y contraticos, para que vaya ahora a Colombia a hablar mal del gobierno y de Nicolás. Un nefasto personaje que cuando dije que era de derecha y que acabaría traicionando el proceso, recibí no sólo regaños, sino insultos. Obtuvo tanto poder que se dio el lujo de amenazar de muerte a muchos camaradas y vetar a periodistas comprobadamente comprometidos con este proceso. Ahora pretende ganarse la bondad de la oposición venezolana en Colombia, despotricando en contra de Nicolás.

Uno más que se incorpora a la lista de los que abandonan el barco, junto a Luisa Ortega Díaz, el chino Ferrer, un montón de militares y pare de contar. Faltan muchos que todavía ocupan puestos importantes en las dependencias del Estado.

Ahora lo estoy diciendo. Vamos a ver hasta dónde llegará Wilmar Castro Soteldo, pero de que salta, salta. Eso ténganlo por seguro. Y arrastrará a todo ese montón de jóvenes que trabajan con él y que de seguro serán igual de escuálidos, aunque digan lo contrario.

Nunca la frase de Mao ha tenido más vigencia: "Quien no estudia, no habla".

Caminito de hormigas…

Ya tengo meses preguntándome en qué se diferencia la alcaldía de Alejandro Marvez de la de Miguel Cocchiola. Si me dicen que en la recolección de basura, aseguro que es la misma, si me dicen que personal nuevo, digo que es mentira. Si me dicen que está haciendo la revolución –primera tarea de todo revolucionario- les tiro una trompeta. Ya me decía una camarada que Carabobo tenía una maldición: ni gobernadores ni alcaldes han servido para un coño. Estoy totalmente de acuerdo… Entre 50 y 80 dólares diarios cobraron en la Expo por el alquiler de un carrito de perros calientes. Un perro costaba 400 soberanos, es decir, 40 millones de bolívares, un cuarto de salario… La estrella de esa Expo fue Julio César Pineda. Increíble. Pobre país. Pobre Chávez.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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