Bob Fulton, Humberto Maturana y el dictador Pinochet

La apreciación correcta de los hechos históricos requiere una posición de clase. Cuando una explicación o argumento, sea científico o no, sirve igual para justificar las acciones atroces de un dictador y la construcción de la democracia, algo esta mal con esa explicación. Para autores como Maturana lo primordial es el lenguaje, el “leguajear” como le gusta decir. Sus planteamientos igual sirven para justificar a Pinochet y retratarlo como demócrata que para promover la educación basada en el amor. Bajo esta perspectiva si hablo como demócrata soy demócrata, aunque asesine a quien disiente de mi. A diferencia de Maturana, pienso que lo determinante son las acciones y no el lenguaje. La clase trabajadora sabe muy bien de este asunto. El capitalista puede hablar de justicia social mientras los explota hasta la muerte. Precisamente quiero referirme a la diferencia de clases que se revela en esta situación. Ilustro el asunto con un ejemplo. En este artículo comentó acerca de las posiciones tomadas respectivamente por Bob Fulton, un trabajador de la empresa Rolls Royce, y Humberto Maturana, destacado biólogo chileno, ante el dictador chileno Augusto Pinochet.

En 1975, llegaron a la pequeña ciudad escocesa de East Kilbride, provenientes de Chile, ocho motores fabricados por Rolls Royce para los aviones Hawker Hunter. Su destino era la planta de la empresa en esta ciudad para que recibieran mantenimiento. Al llegar en la mañana a la empresa, el obrero Bob Fulton encontró en su lugar de trabajo uno de esos motores. Al verlo, recordó que esos aviones había sido usados en 1973 para bombardear el palacio de La Moneda durante el cruento golpe militar liderado por el sangriento dictador Augusto Pinochet. La reacción inmediata de Fulton fue abandonar su puesto de trabajo y anunciar a su jefe que se negaba a trabajar en ese motor. Fulton recibió el apoyo de otros dos trabajadores, Robert Somerville y John Keenan, y luego el sindicato asumió su protesta. El sindicato presionó a la empresa Rolls Royce para que no reparara los motores. Los obreros conocían la situación de Chile y de la masiva represión contra los trabajadores incluso hasta el exterminio. Según la historia, Rolls Royce devolvió sin reparar de manera oficial cuatro de los motores a la dictadura pinochetista. No se sabe a ciencia cierta que sucedió con los otros cuatro motores.

Lo que si es cierto, es que los obreros decidieron ensamblar esos cuatro motores y dejarlos en el patio expuestos a la vista de todos. De esa manera podían saber donde se encontraban y servía como un símbolo de la protesta contra la dictadura que azotaba a las y los trabajadores chilenos. Incluso conformaron un comité de solidaridad con Chile. La aviación chilena actuó judicialmente y la justicia británica solicitó la devolución de los motores a sus dueños. Los obreros se mantenían firmes en su protesta contra el régimen de Pinochet y se negaron a entregar los motores. Según el relato preparado por el documentalista belga-chileno Felipe Bustos, una noche los motores fueron sustraídos a escondidas de los trabajadores y no se conoce a ciencia cierto su destino. La aviación chilena afirmó en 1978 tener los motores en su poder. Bustos es de la opinión que: “Ellos [los militares chilenos] están seguros de que los motores se habían dañado tras el tiempo a la intemperie, y que no había tenido sentido transportarlos a Chile, que los habían lanzado al mar”.

Estas acciones de los obreros de la Rolls Royce son una clara manifestación de una posición de clase, de solidaridad entre la clase trabajadora internacional. El Sr. Fulton no escribió tratados, ni dio discursos, él actuó. Él y sus compañeros revelaron en sus acciones su posición de clase, su posición contra la sangrienta dictadura de Pinochet.

Siete años después de la desaparición de los motores de la planta de Rolls Royce en East Kilbride, Humberto Maturana, renombrado biólogo chileno, recibió una invitación para un almuerzo con el dictador Pinochet. Maturana no sabía quién más estaba invitado. Decidió aceptar la invitación. Al llegar al lugar de la cita se encontró con otros 85 profesores universitarios. Pero dejemos que el propio Maturana relate lo ocurrido ese día.

“(…) apareció Pinochet. Alguien que lo acompañaba le iba diciendo nuestros nombres a medida que nos daba la bienvenida. Cuando Llegó mi turno de saludar a Pinochet, me acordé de mi hijo mayor que había dicho que jamás le daría la mano a Pinochet. Y ahí estaba yo apretándole la mano a ese hombre. Después pasamos todos a comer a un salón enorme y magníficamente decorado. Apenas nos habíamos sentado, Pinochet volvió a pararse, alzó su copa de vino y dijo: "¡Brindemos por nuestra patria!". Y todos nos pusimos de pie, brindamos, volvimos a sentarnos y comimos la exquisita comida que nos sirvieron en una elegante vajilla de porcelana, fabricada especialmente para el Presidente de la República.” (en entrevista con B. Pörksen)

Poco después, Maturana también ofreció un brindis. Pörksen le pregunta si cree que el dictador Pinochet comprendió sus palabras, a lo cual respondió:

“Me entendió perfectamente. Lo decisivo fue que no lo traté como a un superior, sino que de igual a igual, como a otro chileno. Era para mí el presidente que nos acompaña, alguien que deberla contribuir a esa grandiosa tarea que es conservar la libertad intelectual y autonomía cultural del país. Era parte de nosotros, y no tuve la intención de ofender, de ninguna manera.” (en entrevista con B. Pörksen)

Maturana no podía responder de otra manera. Para él, el dictador Pinochet había mostrado ser tan inteligente como para llegar a General. Porque, “Nadie llega a general en ningún ejército del mundo si realmente le falta la inteligencia necesaria”.

Más adelante agrega que:

“(…) me cuidé mucho de no provocarle, sino de apelar a una visión común: difícilmente podía tener algo en contra del compromiso con nuestro amado país.” (en entrevista con B. Pörksen)

Tenemos pues que Maturana reconoce que compartía con el dictador Pinochet el “compromiso con nuestro amado país”. Y unos años después de este incidente, Maturana comentó:

“Permítanme una reflexión sobre lo sucedido en los últimos meses en la historia de Chile. Al mismo tiempo pido disculpas porque la hago como biólogo que no está en condiciones de hacer una evaluación histórico político económica. Yo pienso que lo que ha pasado en relación al plebiscito de 1988, muestra exactamente lo que he dicho sobre el lenguaje como un aperar en coordinaciones de coordinaciones de acciones. En 1973, cuando se produce el golpe militar, la Junta de Gobierno afirma que tiene la intención de generar una democracia. Los que escuchamos no creemos, porque nos parece que las palabras no se ven confirmadas en los actos. Pero el discurso de intención democrática se mantiene. En el proceso se nombra una comisión constitucional que eventualmente escribe un proyecto constitucional que, modificado de una u otra manera por Pinochet, se aprueba en un plebiscito. Se comienza a hablar de leyes electorales, de leyes de partidos políticos, de procedimientos electorales. Es decir, se genera una trama de conversaciones para la democracia que constituye una red de acciones. Lo que pasa el 5 de octubre de 1988, día del plebiscito presidencial, no refleja seguramente el deseo de Pinochet, pero ocurre.” (Maturana, 2001, p. 64)

En otra oportunidad, Maturana se refiere al dictador Pinochet como el padre de la democracia después del derrocamiento de Allende y el asesinato de miles de chilenas y chilenos, estas son sus palabras:

“(…) Estamos donde estamos por una conversación que inició Pinochet al decir que entregaría el país en democracia, y que se legitimó en el curso de los años de tal modo que no pudo desdecirse. La ceremonia de la transmisión del cargo de presidente que tuvo lugar en Marzo de este año (1990), es un acto declarativo en las conversaciones democráticas que legitima a Pinochet como ex presidente al legitimar a Aylwin como presidente. Al quedar validado Aylwin como presidente al recibir la piocha de O'Higgins queda validada la constitución de 1980 que valida a Pinochet en la transmisión del cargo de presidente de Chile. El que eso pase corresponde a las coordinaciones de acciones y de emociones de las conversaciones sobre democracia.”

Está clara la posición de clase de Maturana. Se excusa resaltando que como biólogo “no está en condiciones de hacer una evaluación histórico político económica”. A diferencia de Bob Fulton y sus compañeros obreros, Maturana no solo visita al dictador, sino que lo elogia como desencadenador de la democracia desde el mismo momento en que toma el poder por la fuerza tras asesinar a Salvador Allende. Y además, el pueblo chileno debe agradecerlo.

Aquí no hay medias tintas, las cartas están sobre la mesa. Entre la posición “lenguajeada” de Maturana y las acciones rebeldes de los trabajadores como Bob Fuson, me planto con la clase trabajadora. Una teoría como la de Maturana que sirve para justificar a Pinochet no le sirve a la clase trabajadora.

Referencias

Maturana, H. (2001). Emociones y lenguaje en educación y política. Dolmen. (versión en pdf disponible en: http://www.systac.cl/emociones.pdf)

Encuentro con Pinochet. Entrevista a Maturana por Bernhard Pörksen. Disponible en: http://h-maturana-libros.blogspot.com/2007/08/encuentro-con-pinochet-prksen-supe-que.html

The Clinic Oline (15 de septiembre, 2013). Los empleados de Rolls Royce que desafiaron a Pinochet. Disponible en: http://www.theclinic.cl/2013/09/15/los-empleados-de-rolls-royce-que-desafiaron-a-pinochet/



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Julio Mosquera


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