¡Oídos sordos por favor!

En el 2002, al mismo tiempo que en nuestro país se difamaba, atacaba, insultaba y vilipendiaba a nuestro Chávez y a nuestra revolución, yo en mi ámbito personal vivía una situación similar.

En esos años fui atacada, difamada y amenazada por un sujeto que su odio era casi infinito y que no paraba de hacerme escenas, insultos públicos, amenazas increíbles, se metió hasta con mis familiares muertos y pare usted de contar. Al principio le caí en la trampa, y respondía a sus atropellos, me enfurecía con sus insultos, me asustaba con sus amenazas, hasta logró que me acusaran de ser yo la agresora y empecé horriblemente a sentir su poder sobre mi.

Sin embargo, envuelta y oxigenada en nuestra revolución bonita, logré encontrar en Chávez una guía con su perfecta forma de manejarse en ese entorno que lo odiaba. Ví que él actuaba aparentemente ignorando a los agresores, él seguía su agenda manteniendo perfectamente entrelazados su accionar con su discurso. No descansaba de trabajar y de avanzar a pesar de las trampas del agresor. Ví algo que me costo al principio comprender y aceptar, ví que Chávez se hacia oídos sordos.

Eso me hizo reflexionar mucho y empecé a aplicar sus estrategias. En cada batalla que Chávez ganaba, él usaba esa inteligencia que lo caracterizó de colocarse desde afuera, desde ese otro nivel en el que siempre pudo ver todo y actuaba sin tomar los ataques de forma personal. Eso fue entonces lo que apliqué por varios años hacia aquel sujeto. Decidí no escuchar mas los insultos (me hice oídos sordos), me creé como una burbuja invisible que bloqueaba todo lo que viniera de ese sujeto y comencé a ver las cosas mucho mejor y volverme más inteligente, cauta, observadora activa, fuerte, reflexiva.

Al igual que Chávez, yo logré ganar aquella batalla o hasta podría decir la guerra. Trabajé duro, muy duro, fui consecuente con mi palabra y mi accionar, no devolví ningún insulto, no los oía siquiera y utilizando inteligentemente los mecanismos legales y con el respeto ganado en mi entorno, logré triunfar.

Tenemos que hacer lo mismo todos nosotros. Ya respetaban a nuestro Chávez y por lo tanto a nosotros los chavistas. La guerra burda de la difamación, burlas, ataques e insultos había bajado su tenor pues ya lo respetaban. Ahora se nos fue, y creen que ya no nos deben respetar.

Ahora más que nunca es imperante nuevamente dar esa batalla con nuestro nuevo líder (el hijo de Chávez), que tiene la madera de Chávez y el amor infinito que Chávez le enseñó y nos enseñó. No respondamos, no ataquemos de vuelta, seamos inteligentes, seamos más vivos que ellos. Trabajando duro, muy duro y actuando coherentemente y entrelazando nuestro accionar con nuestro discurso lograremos el éxito.

No es fácil, claro que no lo es. Es horrible ser difamados, insultados y amenazados en sitios de nuestro quehacer diario, pero es más espantoso que los que lo hacen o lo incitan logren el poder. El triunfo debe ser nuestro. No abandonemos los espacio para evitar el ataque, sólo hagamos oídos sordos y pongámonos esa burbuja protectora que nos permite filtrar y que nos da el poder de reflexionar y actuar a un nivel diferente al del agresor.

Pidámosle a nuestros líderes que no olviden nunca el ejemplo y enseñanza del aplomo de nuestro comandante Chávez. Debemos demostrar con el triunfo y con la continuidad de la revolución que estamos a otro nivel de los insultos y las agresiones. Debemos aplicar los instrumentos legales y aplacar el fascismo con contundencia pero no debemos responder a sus expresiones de odio.

Oídos sordos por favor!

mgvanven@yahoo.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 1447 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter