Brevísima historia de la formación de maestras en Venezuela

Recientemente se avivó el debate en nuestro país en torno a la profesión docente. La chispa que encendió el debate fue el discurso de algunos políticos que en su partido hacían un llamado a sus militantes, en especial a la juventud, a presentarse en las escuelas donde las maestras estuvieran manifestando por salarios justos y asumir sus tareas. Más recientemente, la Asamblea Nacional aprobó por unanimidad de votos oficialistas, una ley de participación estudiantil sin dar mayores detalles sobre la misma, situación que fue aprovechada por los sectores de oposición al gobierno nacional para regar la voz de que con tal ley se pretendía institucionalizar la sustitución de las maestras por estudiantes de bachillerato y de las universidades. En medio de este debate, un colega de la Universidad de Nacional Abierta en Mérida argumentó que por qué nos escandalizamos ante tal medida, si fuera cierta, si antes todas las maestras se graduaban de bachilleres docentes y que en algunas universidades existe la figura de los preparadores y auxiliares docentes, cargos que ejercen estudiantes en semestres avanzados. En fin, considero, para aclarar estas y otras dudas, que es necesario divulgar, aunque sea en forma esquemática y breve la historia de la formación de maestras en nuestro país.

El inicio de la formación de maestras en Venezuela es bastante reciente. Por muchos años las personas se podían dedicar a la docencia con la mera aprobación de los municipios y del ministerio de instrucción pública. Las escuelas normales diseminadas por el país son cosa de finales de la primera mitad del siglo XX. Las mujeres ingresaban a las escuelas normales incluso antes de culminar la educación primaria y en pocos años recibían el título de maestras. Las escuelas normales no estaban integradas a la educación secundaria. Con el título de maestra no se podía ingresar a las universidades. A mediados de los años 70 del siglo pasado, Rafael Caldera, en su primer gobierno, llevó adelante una reforma educativa que integró la educación normal, la educación técnica y el bachillerato, creando el Ciclo Básico Común, de tres años, y el Ciclo Diversificado de dos o tres años. Esto significó un cierto avance en la formación de maestras, quienes comenzaron a recibir el título de Bachiller Docente, el cual las habilitaba para ingresar a las universidades. Esto permitió que cientos de bachilleres docentes ingresaran a las universidades a continuar su formación en el área de educación o afines. Sin embargo, la sociedad reclamaba que se siguiera avanzando en el mejoramiento de la formación de maestras.

En 1980 fue aprobada una Ley Orgánica de Educación mediante la cual la formación de maestras fue elevada al nivel universitario, esto significó el cierre del bachillerato docente. Todas las maestras deberían graduarse como licenciadas a partir de la aprobación de esta ley para poder ejercer la docencia. En ese momento la formación de maestras fue asumida por la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL), creada por aquellos años. Posteriormente, otras universidades asumieron la formación de maestras. Esto significó un avance más en cuanto a la profesionalización de las maestras. Quedó atrás la época en que las maestras eran consideradas como una persona con formación inferior a la de otros profesionales porque no se formaban en las universidades. Aún en los momentos críticos de déficit de docentes a ningún político se le había ocurrido revertir esta tendencia y regresar a épocas ya superadas en nuestra historia en cuanto a la formación de maestros.

En tiempos de los gobiernos de la Revolución Bolivariana se dio inicio a los llamados programas de formación de grado y programas nacionales de formación gestionados por la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) y otras universidades, incluso en el marco de la Misión Sucre. Miles de maestras egresaron de esos programas y recibieron cargos en las escuelas públicas. Más recientemente, el gobierno creó la Universidad Nacional del Magisterio Samuel Robinson (UNEM) dedicada solo a la formación de maestras y profesores, como contrapartida a la UPEL. No se planteó en esos momentos regresar a los tiempos en que las maestras se formaban fuera de las universidades. Además, se dio inicio a los llamados programas de formación avanzada con el propósito de continuar la formación de educadores a un nivel más allá de la licenciatura.

La historia de la formación de maestras en Venezuela es una historia de conquistas, de avance desde una formación prácticamente del nivel de educación primaria hasta la profesionalización en la educación universitaria. En tiempos recientes se ha llegado a la extensión de programas de formación avanzada en educación como nunca antes. No creo que, en ese contexto, ni las maestras ni la sociedad permitan un retroceso o un desvío de ese camino, que signifique volver a épocas pasadas.



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Julio Mosquera


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