Un poco de lenguaje no hace mal

Absorta en los estudios, decidí hacer un paréntesis para compartir un pinino del primer informe que realicé para la cátedra de Lenguaje y Redacción, en la Universidad Experimental "Antonio José de Sucre". De esta experiencia ya casi ha transcurrido un año. Contextualizando esa experiencia puedo señalar que no fue fácil asumirla debido a la pandemia que intervino sin permiso en la cotidianidad de mi vida como estudiante. El escenario que se presentó exigía con vehemencia unos cambios.

Debía comprender la mudanza inesperada del salón de clases a un aula virtual; debía asimilar el nuevo rol académico y virtualizado del Profesor; debía aprender desde la infinitud de textos capturados en la web; debía internalizar la simultaneidad en las conexiones con los compañeros, debía familiarizarme con la nueva pedagogía dinamizada en los continuos y sostenidos audios, en mensajes realimentados por wsp, en los foros interactivos…. De esta forma se inició esta maravillosa búsqueda por los saberes del Lenguaje. He aquí algunas cuestiones interesantes.

Se parte de la idea que el Lenguaje, puede ser considerado como la facultad natural de los seres vivos para llevar a cabo la comunicación. Y, puede ser definido como un instrumento que permite experimentar una amplia gama de situaciones comunicativas a través de signos orales y escritos que poseen un significado. Como creación humana está compuesto por patrones culturales sobre los cuales se forma y se educa el individuo en la sociedad.

También, puede ser conceptuado como un súper sistema o macroestructura de signos, puesto que alberga un conjunto de caracteres, símbolos, representaciones y reglas que permiten llevar a cabo la representación mental del mundo, las experiencias, la construcción o arquitectura textual, la organización del discurso de acuerdo con la intención, el ambiente de interacción, y la información obtenida. En cada uno de estos elementos, se evidencia la interrelación y la armonía semiótica.

Un aspecto del Lenguaje son sus funciones, las cuales se adhieren coloquialmente como "pulgas" o como "chicles" al acto comunicacional. Algunas de ellas fueron expuestas por Jakobson (1963) quien las precisa siguiendo el presente orden: 1) la función emotiva o expresiva que refiere la estructura, actitud y estilo que adopta en un momento determinado el emisor; 2) la función conativa que permite valorar la reacción que asume el receptor ante el mensaje; 3) la función de contacto o fática que precisa, a través del canal, el momento preciso en el cual la comunicación se concreta, se extiende o se interrumpe.

El siguiente punto es 4) la función metalingüística, la cual determina el código de la lengua, el cual debe ser compartido tanto por el emisor como por el receptor; luego se encuentra 5) la función poética que se centra en el sentido estético del mensaje; y, finalmente, 6) la función referencial que determina el contexto en el que se produce el evento comunicativo.

Otras funciones del lenguaje fueron expuestas por Halliday (1978) quien a mi juicio complementa magistralmente lo expuesto por Jakobson. Así encontramos: 1) la función interpersonal que permite registrar el nivel de interacción de las personas que intervienen en un dialogo; 2) la función ideacional, que corresponde al contexto o realidad concreta en la que se encuentran los interlocutores; 3) la función heurística que crea espacios "mágicos y prometedores" para acceder a la información y al conocimiento por medio del lenguaje; y, 4) la función textual que alude a la rigurosidad prosódica de la lengua: entonación, pausas, acentos, entre otros.

Ahora bien, se podría puntualizar que el lenguaje y sus funciones son una verdadera ofrenda a nuestra existencia. Podemos usarlo a nuestro favor. Muestra de ello es que "si y sólo si" se quiere, matemáticamente hablando, se puede revertir aquella teoría de "las ventanas rotas", expuesta por James Q. Wilson y George L. Kelling, sobre el comportamiento antisocial. Aún se pueden tomar decisiones a tiempo y hacer la diferencia ante cualquier situación demandante. Aún se puede desencadenar un efecto positivo en el vivir desde los valores que albergamos. Aún se pueden reparar los daños de una forma oportuna y rápida.

Y, lo más bonito de todo es que aún se puede intervenir en nuestras realidades y modificarlas para hacer el bien. Sería lo deseable. Hasta aquí mis reflexiones silenciosas, dadivosas y porqué no, cariñosas. En otro momento continuaré. Por el momento debo retomar mis deberes.

REFERENCIAS

Jakobson, R. (1963). Lingüística y poética, en Ensayos de Lingüística general. Buenos Aires: Planeta.

Halliday, M. (1978). El lenguaje como semiótica social. La interpretación social del lenguaje y del significado. México: Fondo de Cultura Económica.

 

*Estudiante del Segundo Semestre de Ingeniería Industrial

UNEXPO-BARQUISIMETO

 

tonalidadazul10@gmail.com



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