La educación en América Latina

En toda sociedad, la educación es fundamental para la formación de los ciudadanos de cualquier país y está consagrado en la constitución. Por lo general los principios elementales de la educación son: igualdad, equidad, solidaridad, justicia, formación para el trabajo, entre otros. En esencia la educación busca formar un ciudadano integro, con todas las condiciones para vivir en sociedad y en una república democrática. En el presente trabajo haremos un breve recorrido histórico de la educación como un derecho social en América latina, desde la época colonial hasta nuestros días. De igual forma, se hará referencia al modelo educativo chileno establecido en la constitución vigente (1980), que negó la inclusión y la igualdad para todos. De allí los nuevo retos y propuestas que se deben incluir en la nueva Constitución con un modelo educativo, que responda a las exigencias y necesidades de la población.

Para empezar, durante la colonia la educación en América Latina, fue eminentemente clasista. Esto quiere decir, que las clases sociales dominantes tenían acceso a todos los niveles de educación, mientras que los grupos sociales dominados tenían solo una educación elemental o simplemente no tenían acceso a ella. La educación la asume las congregaciones religiosas, eliminándose así la llamada Yachayhuasi del Tahuantinsuyo en el leguaje originario de los andes, se traduce como la casa del saber, donde se preparaban a los varones adolescentes de la nobleza incaica eran con los conocimientos necesarios para la administración y el gobierno creándose las escuelas, colegios, seminarios y universidades reales para cumplir tan fin.

Por otro lado, no existía la libertad de pensamiento, solo se podían leer libros que eran aprobados por las autoridades coloniales. Los profesores eran generalmente religiosos que cumplían todos estos lineamientos a cabalidad. Asimismo, se reemplazó el quipu por el libro, originando el desplazamiento de los patrones culturales indígenas por los traídos de España. Igualmente, en el periodo colonial la educación se caracterizó por:

1. Elitista: Debido a que el acceso a la educación fue un privilegio de clase, al que solo tenían acceso los miembros de las clases dominantes (blancos peninsulares y blancos criollos ricos). Las mayorías sociales estuvieron excluidas de recibir educación.

2. Dogmática y absolutista: La imponía la metrópoli y no podía ser cuestionada.

3. Memorística: Se desarrollo una metodología educativa basaba en la repetición textual de las lecciones y enseñanzas impartidas por el maestro.

4. Patriarcalista: La mujer estuvo excluida de recibir educación, excepto en algunas familias de poder económico, donde por razones de estatus, la mujer recibió un tipo de instrucción educativa, aunque elemental y simple.

5. Religiosa: la religiosidad fue una característica fundamental de la sociedad colonial y no estuvo ajeno al quehacer educativo. Predominan los contenidos de filosofía escolástica medieval.

6. Rígida: los alumnos eran severamente disciplinados para el aprendizaje de las lecciones impartidas en clase, llegando incluso hasta el castigo físico.

7. Asistemática: en la colonia no existió un sistema de normas que regulara los aspectos concernientes a la educación básica y superior.

La misma se divide en tres etapas:

1ra Etapa: 1533-1551, fue un proceso de las primeras cristianizaciones y luchas contra las creencias religiosas indígenas (idolatrías).

2da Etapa: Se desarrollas la organización y afianzamiento, entre 1551 y 1771, época en que se empieza a fundar universidades.

3ra Etapa: 1771-1820, renovación caracterizada por profundos cambios del pensamiento científico liberal, provenientes de Europa.

La profunda inestabilidad política que siguió a la Independencia de América Latina, desde el comienzo de la gestación de las nuevas repúblicas, la educación pública fue un campo propicio para las manifestaciones unitarias y su implantación se inició, aunque de forma intermitente y poco sistemática, con escasos resultados prácticos. La legislación sobre materia educativa fue muy abundante e intensa a lo largo de todo el siglo XIX, y el principio del "Estado Docente" se introdujo desde el inicio en las nuevas constituciones políticas. El Estado se atribuyó sin vacilaciones la función educadora.

Cabe destacar, que los factores prioritarios para la creación del Estado, así como la necesidad de conseguir una coyuntura económica favorable, retrasaron necesariamente hasta el último cuarto del siglo XIX el desarrollo de los sistemas educativos ya previstos en las primeras Constituciones iberoamericanas. La incorporación de la educación a la esfera de la actuación política la convirtió sin duda en un elemento integrante del proceso de consolidación del Estado y su análisis contribuye a identificar ciertos modos específicos del proceso interno de formación estatal.

Destacando, que a pesar de las limitaciones evidentes del llamado "Estado Oligárquico", a finales del siglo XIX la política educativa constituyó una medida modernizadora constructiva. Si la integración nacional no pudo alcanzarse a través de la propiedad o del derecho al voto, sensiblemente recortado para numerosos grupos sociales, la educación hizo importantes aportaciones para la construcción de la nacionalidad. Por otra parte, se produjo cierta democratización de la cultura, aunque restringida, si se tiene en cuenta que la vida cultural en la época colonial había sido bastante limitada. Asimismo, la educación pública contribuyó decididamente a la secularización de la sociedad. Finalmente, si bien es cierto que las clases sociales inferiores, sobre todo la gran mayoría campesina, se vieron muy escasamente afectadas por las medidas educativas, el desarrollo educativo tuvo sin embargo importantes implicaciones en la emergencia y ampliación de las clases medias.

Seguidamente abordaremos la educación en Chile, donde se destaca LA EDUCACIÓN PÚBLICA, COMO GARANTÍA DEL DERECHO A LA EDUCACIÓN. Estos arreglos institucionales obligan al estado chileno a tratar a las escuelas públicas y privadas como si fuesen equivalentes y someterlas a un régimen de mercado (por ejemplo, las escuelas públicas y privadas son financiadas a través de un único sistema de váuchers, por lo que deben competir por las preferencias de las familias). No es casual que bajo esta Constitución la educación pública chilena haya pasado de educar a casi el 90% de los estudiantes a menos del 40% en la actualidad, convirtiéndose en uno de los sistemas educacionales más privatizados del mundo.

Igualmente se destaca que la educación pública quedó relegada a una opción marginal, sólo para ofrecerse en las zonas, grupos sociales o tipos de estudiantes en que la iniciativa privada no tuviera interés. Y como en un régimen de mercado el interés privado se ajusta a los precios, muchas políticas se han empeñado en "incentivar" la privatización aumentando los recursos públicos y permitiendo cobrar a las familias para estimular la creación de oferta privada. Como consecuencia, la segregación socioeconómica de las escuelas chilenas es muy elevada.

Debido a las intensas protestas sociales ocurridas en Chile en el año 2019, el país entró en un proceso político que busca poner término a la Constitución impuesta por la dictadura en 1980. Dicha Constitución consagró normativamente una visión política refundacional que, en lo económico-social, impuso la lógica de mercado desregulado como criterio organizador, transformando a Chile en el paradigma internacional del neoliberalismo.

Cabe destacar, que uno de los componentes fundamentales de las Constituciones es cómo incorporan los derechos de las personas. La educación tiene un valor intrínseco asociado al desarrollo personal, pero tiene también una dimensión instrumental que la hace clave para aumentar las capacidades de las personas para precisamente acceder y luchar por los demás derechos, incluyendo los civiles y políticos. Además, la educación tiene un valor social, pues se espera contribuya a la cohesión social y el bienestar colectivo. Por último, la educación es un derecho de los niños y niñas, que se impone incluso sobre la voluntad de sus padres, apelando al "interés superior" de la infancia concebida como responsabilidad de la comunidad más amplia, justamente para trascender las desigualdades de origen familiar.

La centralidad del derecho a la educación ha hecho que éste se encuentre ampliamente consagrado no sólo en las constituciones y leyes nacionales, sino en los diferentes instrumentos internacionales de derechos humanos. Sin embargo, en la Constitución Chilena el derecho a la educación está pobremente definido y débilmente resguardado. Siendo este tema polémica y debate durante 15 años, desde que los estudiantes de secundaria iniciaran masivas movilizaciones en 2006 y que ha derivado este 2020 en un plebiscito inédito en Chile para dotarse democráticamente de una nueva Constitución.

La educación pública quedó relegada a una opción marginal, sólo para ofrecerse en las zonas, grupos sociales o tipos de estudiantes en que la iniciativa privada no tuviera interés. Y como en un régimen de mercado el interés privado se ajusta a los precios, muchas políticas se han empeñado en "incentivar" la privatización aumentando los recursos públicos y permitiendo cobrar a las familias para estimular la creación de oferta privada. Como consecuencia, la segregación socioeconómica de las escuelas chilenas es muy elevada.

Partiendo de esta reflexión una Constitución Democrática debe reconocer que la EDUCACIÓN PÚBLICA tiene un valor SOCIAL SUPERIOR, por tanto, La educación se debe concebir como un derecho humano y un deber social, fundamental, es democrática y obligatoria, por ende, La educación es un servicio derecho público y está fundamentada en el respeto a todas las corrientes del pensamiento, en acción conjunta del Estado, con la participación de las familias y la sociedad. Donde El Estado creará y sostendrá escuelas, instituciones y servicios suficientemente dotados para asegurar el acceso a la educación y a la cultura, sin más limitaciones que las derivadas de la vocación y de las aptitudes. Por consiguiente, se lograría el desarrollo de la personalidad, la formación de ciudadanos aptos para la vida y para el ejercicio de la democracia, el fomento de la cultura y el desarrollo del espíritu de solidaridad humana.



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José Luis Romero Lemus

Profesor en ciencias sociales, mención historia.

 joselromerol63@gmail.com      @joseromerolemus

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