Las profesoras y profesores, directivos y dirigentes han visto con asombro e indignación y a veces con ingenuidad la aparición y desarrollo de la violencia en los liceos en América Latina y en Venezuela en particular. Partiendo de la ilusión de que en el liceo no pasa nada, o manteniendo todo intacto, la violencia es abordada reactivamente como “conducta desviada de los muchachos, de esos vagos que no quieren estudiar, de esos resentidos que vienen a molestar y a enturbiar la calma de esta institución.” Aplican soluciones espasmódicas y cortoplacista, cuando a la vuelta de la esquina reaparece la violencia con nuevos bríos y les nace la impotencia y desencanto por la educación. Este fenómeno psico-social como lo es la violencia se ha afrontado con dos tipos de medidas. Unas internas y otras externas. Internamente se emplean las medidas disciplinarias contra la violencia, estas abarcan desde la simple amonestación al implicado y el llamado a la buena conducta y a las buenas costumbres. Luego la suspensión temporal y el llamado a los padres y representantes para abordar el problema, después la medida de expulsión del alumno violento del liceo. Y la medida de reubicación de los mismos en otros liceos. Otros medidas como el uso del carnet, el uniforme obligatorio, el distintivo para todo el personal para así poder identificar a los sospechosos.
El caso de los liceos privados no escapa a la violencia, pero es reprimida directamente. Las medidas son más radicales. Pero queda oculta, y en muchos casos ocurre pero por miedo, los alumnos no la denuncian ni a los directivos, ni a sus maestros, ni a sus representantes.
Cuando las medidas internas no funcionan eficientemente y dado que no desaparece el problema de la violencia, entonces se recurre a la ayuda externa:1- se busca la protección policial para que vigile los alrededores del colegio. Se busca protección policial para que custodie el recinto de la escuela, incluyendo el caso de vigilar dentro del salón de clases o cuando hay exámenes. En otros casos, se acude a la seguridad privada, donde además de ser costosa, todo es vigilado: salones, pasillos, bibliotecas, salones de reunión, baños, canchas. Con la vigilancia se registran los alumnos en la entrada y en la salida. Y se les exige un bulto o morral transparente. El alumno es sometido a un registro permanente, y al sospechoso inmediatamente se le aborda. Hay la prohibición de entrada de cualquier persona no vinculada al colegio o simplemente no conocidas por el vigilante de turno. La contratación de los dobles agentes o espías dentro de la escuela, y la imposición de un reglamento de seguridad y disciplina Y últimamente las brigadas estudiantiles.
La vigilancia policial puede inhibir el acto docente. El sentirse vigilados tanto el maestro como los alumnos acarrean estrés, miedos, inhibiciones, y hasta viven aterrorizados. Cualquier ruido, cualquier llamado, se convierte es un alerta rojo. Por ser todos los mecanismos de carácter represivo, no acaban con la violencia sino que la inhiben y la reprimen permaneciendo latente, esperando algún acontecimiento para salir a flote. Y a veces con mas fuerza o virulencia. Pasamos entonces de una comunidad académica a una comunidad policial. Todos estos mecanismos exacerban la violencia, al ser discriminatorio, van contra los derechos humanos, y los derechos específicos de los niños y adolescente. Muchas medidas son coyunturales pretendiendo ser permanente. Son en realidad pañitos calientes, que no van a fondo. Las medidas son antipedagógicas porque impide explayar cuantos métodos y técnicas didácticas para trabajar científicamente y humanamente con los alumnos. Estos son considerados de manera pasiva, cuando son el centro de todas las reformas y revoluciones educativas. Son anti sociológicas, porque dañan la integridad moral y la relaciones humanas, y son anti psicológicas al mantener es ascuas la mente del estudiante, porque siguen marginando la presencia del ser de los niños, adolescentes y jóvenes.
A la conducta violenta se suman un sinfín de actitudes y conductas que van desde cuando un compañero molesta a otro diariamente, cuando le quita o le roban un lápiz, hasta el celular, o le rompe sus útiles o cosas, se dirigen unos a otros con sobre nombres y groserías, o molestan a las compañeras con brollos, pintas en los baños, a esto se añaden los problemas como el bajo rendimiento estudiantil, principalmente en las materias llamadas las tres marías, como matemáticas, física y química, o historia, o lenguaje, o el inglés etc. , etc.. También está la deserción, Inclusive las depresiones, y hasta el suicidio, o el embarazo precoz, Afortunadamente en nuestra región no han ocurrido masacres como en el Instituto Columbine o el de Virginia Tech en los Estados Unidos.
En síntesis, hace rato que el liceo hizo big bang. Este el problema central. Tenemos una escuela y en particular un liceo, así como sus docentes, funcionarios, directivos y dirigentes impotentes ante el problema de la violencia de los estudiantes. Y esto ocurre porque los docentes no han sido preparados para entender y abordar este tipo de conducta y actitudes. Los planes curriculares para formar al docente padecen de una crisis tal que forman parte de toda una crisis de la universidad moderna. Siguen el formato de superespecialización, en historia o geografía, en matemáticas o física, en biología o química, entre otras, y esto solo para dar clases en base a un modelo tradicional que privilegia los contenidos, la memorización, los trabajos de corta y pega, de exámenes por lapsos donde ahora el estudiante pierde la visión total de sus estudios, basta con ir aprobando los lapsos y si le da diez o más de diez pasan, diez es diez y lo demás es lujo, se sigue repitiendo por los siglos de los siglos educativos. No importa si comprendió o no, y todo esto se ve a la hora de entrar a la universidad. Estudiantes, incluso con buen promedio, que no saben leer o escribir, redactar o pensar, Y esto se ha abordado con exámenes de admisión, ya eliminados, o recientemente con programas de iniciación universitaria, o con programas propedéuticos, pero nuevamente escondiendo el problema de fondo, dejando de lado el ser de los estudiantes adolescente; aun mas no hay modelos para entender y comprender pedagógicamente al adolescente y al joven, en el mejor de los casos Piaget solo llegó a los primeros años de la adolescencia, pero no a todo el ciclo evolutivo. Que va en promedio de los 12 a los 18 años de edad. Siempre se quiere que este sector sea llevado al currículo de los adultos docentes y no al contrario, centrado en el alumno.
Hay que tomar nuevo rumbos para abordar la violencia y el liceo en su totalidad. A corto plazo podemos entrenar al cuerpo profesoral y a la comunidad educativa en métodos para abordar los conflictos, siendo la violencia una forma extremas de resolución. Se debe considerar que el conflicto es tan normal como la paz, porque la relaciones humanas no son mecánicas, sino dinámicas, que se deciden en la vida diaria. . Con nuestro método AMOR seria uno de ellos, donde a significa que aprenda a arbitrar los conflictos y no a gritar o hacerse el loco con los problemas, la m para que aprenda a mediar y no a sancionar o humillar a alumnos, alumnas, entre ellos y docentes, o referida a otras forma de abordaje como la r de reconciliación entre las partes, y no dejar que el odio, el rencor o el resentimiento crezca entre los alumnos. A largo plazo abordando a fondo el Curriculum, la organización escolar, la visión del recurso humano profesoral y la gerencia educativa, Hemos venido trabajando en esto desde hace mucho tiempo, tenemos diagnósticos científicos que toman en cuenta la relación liceo ambiente social y cultural, el análisis de la relación pedagógica, la naturaleza de los alumnos, entre otros. Diagnósticos que hay que seguir profundizando según los casos. Tenemos que superar nociones y presupuestos ya vencidos, y proponer otros que sirvan de fundamento al nuevo liceo en el mundo occidental.
La violencia es una conducta social aprendida, con casos de daños psicológicos encubiertos y notorios en los estudiantes; la violencia llega a la escuela con los mismos estudiantes y hasta se puede aprender dentro de ella, con la actitud de los docentes, en sus comportamientos autoritarios, o humillantes. Con un pensum tradicional, lineal, rígido, con una cantidad de materias sin relación alguna, el docente recibe al estudiante en el salón de clases con esa ingenuidad como la de que todos vienen a estudiar, que todos asumirán la disciplina de la escuela, como si todo fue bien en la escuela básica. No consideran en qué condiciones viven o están los estudiantes, no aplican la pedagogía científica de diagnosticar las condiciones socio económicas del alumno, si tiene familia, si vive con sus padres y hermanos, si sus padres siguen o están divorciados , o sin trabajo, si viven en barrios deprimidos Y hasta si han desayunado o no. Nada de eso se toma en cuenta. Todo el conocimiento que debieron aprender los docentes como la planificación estratégica y situacional que por cierto no es programación, no lo aplican, el programa es el de siempre y ni siquiera se reparte al alumno, y reciben a los estudiantes para empezar a dar clases y se arma así una carrera de materias y contenidos que solo cuando aprueban la última saben que han terminado el bachillerato
Por su parte el mundo de los estudiantes de bachillerato no es tomado en cuenta, ni siquiera se han dado cuenta que desde hace más de treinta años, el adolescente y el joven cambiaron, viven lo que he denominado la era de Bill Gates frente a la era de Gutenberg. Son seres que aprenden de manera integral, en los canales audiovisuales y no al tradicional libro y apuntes. Que usan mejor que los adultos las computadoras, la internet y el celular, pero que lamentablemente no son aprovechadas por la escuela sino en el mundo privado del alumno, donde al no ser orientados podrían caer en manos de la delincuencia organizada como para convertirlos en mula, traficantes, en consumidores de drogas, y cuanto vicios exista. Que sus cerebros vienen mejor equipados, que están ganados para el arte y la ciencia, que les gusta la belleza, la música y mover el cuerpo, que les gusta el deporte y las diversiones y hay hasta estudios serios que señalan que estamos ante un ser cristal e índigo.
Frente a esto proponemos en nuestros trabajos principalmente el libro: Proyecto Joven Empínate, inspirado en el gran Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, ( algunas partes publicadas por internet y en revistas de la universidad) un perfil del nuevo bachiller con roles significativos para su vida de adolescente y ser social. Así lo concebimos como el ser humano en sus edad evolutiva promedio entre los 12 a 18 años, equilibrado, capaz de participar en la construcción moral, científica, cultural, y laboral de su comunidad y de su república mediante la prestación de servicios específicos y sociales. Es un líder social que participa de los bienes de la república con el fin de contribuir a la calidad de vida de él y de sus semejantes, aplicando valores universales como la solidaridad, la paz, la democracia, la libertad, la equidad, el respeto, el amor. Es un ser que se formará en sus dimensiones biofísicas, psicológicas( sensitivas, en sus inteligencias múltiples, en su inteligencia emocional), sociales comunitarias, espirituales y ecológicas. Dentro de los nuevos roles tenemos: Líder Junior social y Comunitario, Aprendiz de Investigador Científico, Creativo Artístico. Novato Deportivo, Emprendedor Junior de la economía. Dado esto de manera flexible, dejando libertad de seleccionar el rol de su preferencia, A esto se diseñan nuevas estructuras curriculares que denominamos Sistemas Integrales de Aprendizajes (SAI) que superan las materias, las asignaturas y los contenidos, por experiencias directas entre los alumnos y los docentes, entre estos y su ambiente, entre ellos y la familia,, la comunidad, las instituciones, el mundo laboral y cultural.
Si bien la violencia se presenta en este mundo, en la base misma de la civilización, en el capitalismo y en el socialismo, nosotros los docentes no podemos tratar la violencia de los estudiantes igual que la violencia de los adultos. No es lo mismo, no es exactamente lo mismo, por lo que debemos recordar la misión del maestro, de docente , del profesor, la cual es la de formar y no reprimir, cultivar y no suprimir, como lo han defendido y sustentado los más grandes maestros y teóricos de la educación, así como las constituciones de la repúblicas modernas, porque la escuela es el gran taller donde se forma al hombre. La matriz donde se modela la nueva generación. Si los alumnos llegan violentos, sin conocimiento, en la ignorancia, en su limitaciones sociales, pero con grandes potencialidades, entonces debemos establecer los medios para que se desarrollen, debemos entregarnos a su transformación mientras estén en nuestras manos.
En los últimos diez años hay que aplaudir el combate contra la exclusión educativa, pero falta complementarlo con una revolución en la calidad y en paz en la educación, en particular la educación media .
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*Doctor en Ciencias de la Educación, Sociólogo, profesor de la Universidad del Zulia,
E-mail: evaristomendez22@gmail.com
** Docente da la Universidad del Zulia, Ex-directora del Departamento de Auto Desarrollo de la Facultad de Medicina de Luz.