El salario en tiempo de guerra económica

La recesión solo puede suponer un incremento de las presiones para bajar salarios, precarizar aun más las condiciones de trabajo y aumentar las jornadas reales.

¿QUIÉN HA ORIGINADO LA CRISIS?

La crisis no es ningún fenómeno nuevo en la historia del sistema capitalista. No es fruto de ninguna casualidad que en los últimos 35 años el capitalismo haya sufrido una crisis tras otra (127 según el FMI): crisis del petróleo de 1973, segunda crisis del petróleo de 1979-1980, crisis bursátil de 1987, recesión 1993-1994, crisis mexicana y el efecto tequila de 1994, crisis asiática de 1997-1998, crisis de las puntocom, crisis rusa de 1998, crisis argentina de 2001, crisis deflacionaria de Japón, etc. Todas estas crisis fueron sucedidas por recuperaciones que desembocaron en otra crisis, hasta estallar en la actual y gigantesca crisis actual, que se enmarca en una crisis orgánica y estructural del capitalismo, el cual no ha conseguido volver a índices de crecimiento y tasa de beneficio anteriores a los años 70. No lo han conseguido con devalucion del Bolívar Soberano y el Dollar criminal ataca salvajemente los salarios y nivel de vida de los trabajadores Venezolano y aun expandiendo hasta niveles suicidas. Por tanto, debemos pensarnos seriamente cuando alguien nos diga que depositemos "nuestra fe en la libertad y magia de la economía de mercado".

Formulada por un grupo de psicólogos evolucionistas, los hombres se convirtieron en violentos para asegurarse el acceso a los recursos y a las mujeres eso es en todas las guerras ; cuanto más poderosa era la unión, más posibilidades tenían sus miembros de transferir sus genes a las futuras generaciones, que a su vez heredaron la predilección por la violencia y la formación de ejércitos.

Otra versión de esta teoría supone que los humanos heredaron la predilección por la guerra del antepasado común con los monos. La prueba de ello podría ser que los chimpancés también muestran un comportamiento agresivo cuando un grupo de machos se enfronta a otro.

La guerra como depredación

A diferencia de los que creen que el deseo de guerrear es una característica innata, la ensayista y activista estadounidense Barbara Ehrenreich opina que la raíz del comportamiento bélico está en el miedo de nuestros antepasados ante animales que eran depredadores más hábiles. Con la evolución los humanos aprendieron a construir instrumentos de guerra y celebraron su victoria sobre el mundo animal con brutales rituales de caza que con el correr del tiempo se convirtieron en rituales bélicos con otros humanos. Esto explicaría por qué muchas personas no sienten inclinación natural por la guerra y por qué para convertirse en guerrero se requiere entrenamiento e iniciación.

Halcones persuasivos

Cuando surgen conflictos hay partidarios de las acciones militares ('halcones') y de las negociaciones ('palomas'). Normalmente ganan los 'halcones' porque la gente es propensa a las ilusiones que les hacen aceptar los argumentos de los 'halcones', señalan el nobel de economía Daniel Kahneman y el experto Jonathan Renshon.

Una de estas ilusiones es que los que están destinados a ganar son aquellos más listos y que tienen más talento, sostienen los expertos en su trabajo. Otra ilusión importante es la de tener el control de la situación: la gente suele exagerar la influencia que tiene sobre los cosas, aunque en realidad las consecuencias de nuestras acciones se determinen por factores que no dependen de nosotros.

Las guerras como resultado de la sobre población

Esta hipótesis se basa en las ideas del economista británico Thomas Malthus, quien pensaba que los problemas sociales se deben a las fuerzas naturales. La población del planeta crece más rápidamente de lo que se desarrolla la producción de alimentos, y para equilibrar la situación la naturaleza crea hambrunas, enfermedades y guerras, explica el economista Ran Ambramitzky. No podremos evitar las guerras hasta que inventemos maneras de controlar el aumento de la población, creía Malthus.

Rebeldía juvenil

Esta teoría, formulada por el científico alemán Gunnar Heinsohn en los años 90 y desarrollada recientemente por los estadounidenses Gary Fuller y Jack A. Goldstone, supone que la violencia y las guerras se deben a la falta de posibilidades de empleo para los jóvenes.

Pensamiento de grupo

Esta idea, que combina la 'teoría del macho guerrero' y la 'teoría de los halcones', supone que en tiempos de crisis, cuando una sociedad se siente amenazada, los humanos puede fácilmente llegar a pensar en términos de 'nosotros contra ellos'. En este caso suelen oprimirse opiniones alternativas en la sociedad para consolidarse y desarrollar un plan unánime de acciones.

Las guerras como técnica de negociación

Algunos creen que las guerras no son algo innato o aprendido, sino un instrumento político al que recurren los dirigentes cuando no tienen otras maneras de resolver una disputa. El modelo "no considera la guerra como el fracaso de la diplomacia, sino su continuación, ya que las negociaciones continúan durante la guerra, que se acaba cuando se llega a un acuerdo", escribe el especialista en ciencia política Dan Reiter.

Gestión del miedo

La integrantes de cualquier cultura necesitan creer en algo que sobrevivirá tras su muerte. La fe no permite aliviar el miedo a nuestra propia muerte. En cambio las amenazas a un país o a un grupo provocan que sus miembros deseen proteger su cultura pagando el precio de su propia muerte, porque al fin y al cabo nuestra cultura puede sobrevivir cuando no estemos, señala un grupo de investigadores universitarios estadounidenses.

La tecnología como motor de la agresividad

La agresión es un instinto que permite sobrevivir tanto a los humanos como a los animales. Sin embargo, en el caso de los humanos, las armas y la agresión comunal aumentan no solo nuestra capacidad de defendernos, sino también los instintos de violencia, cree el biólogo y etólogo Konrad Lorenz.

La guerra como fenómeno social que se puede olvidar

Esta hipótesis, propuesta por primera vez por la antropóloga Margaret Mead, supone que la guerra no es una consecuencia inevitable de nuestra naturaleza, sino una invención social de la cual uno puede desprenderse. Si la guerra es una respuesta social a nuestro entorno, poner fin a las guerras también debería ser un acto social. . La recesión solo puede suponer un incremento de las presiones para bajar salarios, precarizar aun más las condiciones de trabajo y aumentar las jornadas reales. Las causas de la guerra se hacen sentir en todos lados Vale recordar estos conceptos ya que se piensa que al obrero se le paga íntegro por su trabajo. En realidad, se le paga lo que le permite sobrevivir. Él y los suyos cuentan con el emolumento que les permite subsistir en condiciones mínimas de reproducción. Claro, en circunstancias históricas concretas; temporal y espacialmente dadas; en una sociedad y en una época determinadas. Una cosa son las condiciones de reproducción en este siglo y otras las del siglo pasado. Igualmente sucede entre naciones y países. Los países imperialistas y de mayor desarrollo capitalista encuentran condiciones de reproducción más vivibles que las que imperan en países atrasados y sojuzgados por el gran capital.

En las actuales condiciones de la sociedad venezolana, un "logro" indiscutible del Gobierno es sin duda alguna haber colocado el salario del trabajador venezolano entre los más bajos del planeta. Ha creado de la fuerza de trabajo una ventaja comparativa extraordinaria. Es barata en extremo. El trabajador venezolano, además, es laborioso. Hambriento, pero dispuesto al trabajo.

Bajos salarios, unidos a la destrucción de la organización sindical, afianzan la contratación de los trabajadores de manera más ventajosa para el patrón, sea el Estado o la empresa privada.

La valorización del capital, cuyo fruto es la mercancía, es el resultado del proceso de producción y de trabajo. Solamente la fuerza de trabajo del obrero agrega nuevo valor. Esto es, solo la fuerza de trabajo revaloriza el valor expresado en el conjunto de medios de producción. Los medios resumen trabajo pasado y justamente eso arrojan a la mercancía. La fuerza de trabajo, al agregar nuevo valor, el capitalista, como dueño de los medios de producción y de la fuerza de trabajo que le pagará al obrero, se hace con suficiente riqueza como para brindar el salario al trabajador para que se reproduzca junto a los suyos. Además, saca la plusvalía en correspondencia, de la cual obtiene la ganancia y de allí, también sus gastos de representación. Esa es la explotación del trabajo.

En las actuales condiciones, se ha elevado un tanto el salario del trabajador productivo. De los trabajadores que producen plusvalía, quienes agregan nuevo valor en el proceso de producción y de trabajo. Fenómeno ostensible cuando observamos lo que ganan los obreros en las empresas productoras de bienes, nada de Valor . Se requiere Urgente retomar el Valor Real del Salario y reivindicar El Trabajo.



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Antonio J. Rodríguez L.


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