El origen de la economía parasitaria en Venezuela

Para comprender las fallas estructurales de la economía venezolana actual es necesario ir hacia el pasado para ver cómo fue desarrollándose en el tiempo ese modelo económico que nos mantiene atado, dependiente, rentista y "parasitario". ¿Cuáles fueron las circunstancias y hechos concretos que llevaron a la mayoría de nuestros gobiernos a arrodillarse ante las pretensiones imperiales de los Estados Unidos de imponer sus estrategias de dominación por las buenas o por las malas en nuestra economía.

Si se quiere estudiar sobre las críticas al modelo rentista y al trabajo improductivo, obligatoriamente hay que revisar la obra de Adam Smith: "La riqueza de las naciones" de 1776, donde proponía comprender la economía a través de un programa de crecimiento económico basado en el trabajo productivo de la Nación, es decir el trabajo productivo de todos, y cuestionaba al trabajo improductivo que representaba el rentismo que se originaba por medio del latifundio o terratenientes, que son aquellos que viven de la renta de la tierra.

Asimismo, si se quiere conocer de dónde los venezolanos heredamos el modelo rentista "parasitario", debemos revisar las prácticas económicas de la Monarquía Española en la fase de su decadencia en el siglo XVII. En los Memoriales de Francisco Martínez de Mata (1656), un pensador y eclesiástico español de ese siglo, hay suficientes elementos históricos que demuestran las causas económicas y políticas de cómo el modelo rentista conllevó a la decadencia del imperio español. Entre una de sus principales críticas cuestionaba la forma como la Real-Hacienda fue abandonando la agricultura y la manufactura española al dedicarse a importar la mayor cantidad de mercancías que consume la nación. Como vemos, ésta es una de las características de la economía venezolana a inicios del siglo XXI.

Sería el Libertador Simón Bolívar quien propuso la necesidad de cambiar las obsoletas relaciones de producción heredadas de la colonia, dando paso a las modernas formas de explotación capitalista en nuestro país. Atento observador de la Revolución Industrial y testigo de las ventajas del régimen del salariado en las fábricas europeas, llegó a la conclusión de que era fundamental reemplazar las relaciones esclavistas y serviles de producción por las modernas formas capitalista emerngentes. Es así como siendo presidente de la Gran Colombia, llevó a cabo varias decisiones fundamentales para reconstruir el país.

Entre ellas, la del 24 de octubre de 1829, desde Quito dicta el "Reglamento sobre Minas", que establece por primera vez que las minas de cualquier clase pasaban a ser propiedad de la nación, otorgándole la propiedad real al Estado. No obstante, dos meses después de esa decisión, no sólo histórica, sino revolucionaria, el 27 de diciembre de 1829, el Libertador sería traicionado por el General José Antonio Páez, impulsando la división de la Gran Colombia, esa poderosa confederación de naciones que comprendía lo que hoy corresponde a Colombia, Venezuela y Ecuador.

En el caso venezolano, la mayoría de las decisiones del Libertador fueron cambiadas posteriormente por los gobiernos que le sucedieron. Utilizando el principio legal de soberanía sobre la administración estatal de nuestros recursos, aplicaron artificios –muchas veces diseñadas en bufetes de otros países- para determinar la forma como los particulares nacionales y extranjeros podían acceder a la explotación de tales bienes colectivos. De esa forma, el Poder Ejecutivo otorgó concesiones a empresas extranjeras, que llegaron a pagar cuotas de regalía sobre los volúmenes extraídos por debajo de los estándares internacionales. Incluso, pagando impuestos sobre la renta muchas veces menores que los que pagaban los propios venezolanos.

Es así, como en la historia económica venezolana del siglo XX, está llena de firmas de tratados, acuerdos internacionales, elaboración de leyes y aplicación de políticas económicas diseñadas en el extranjero que muy poco beneficiaron al país; que no permitieron impulsar nuestro desarrollo industrial, modernizar el aparato productivo nacional, y más bien, garantizaron el desarrollo, el progreso y el bienestar de otras sociedades como la estadounidense.

La historiografía recoge que en casi todos esos tratados y acuerdos comerciales suscritos por Venezuela y Estados Unidos, sus principales promotores y mediadores fueron, hasta 1944, las Cámaras de Comercio privadas ubicadas en los puertos del país; y luego de ese año, se unieron en lo que hoy se conoce como FEDECAMARAS para defender los interés del Imperio del Norte y sus transnacionales en nuestro territorio.

Cabe resaltar, que desde el año 1939 hasta 1972, casi 32 años, las relaciones de Venezuela con los EEUU, su principal mercado exterior, estarían enmarcadas en el llamado "Tratado de Reciprocidad Comercial", por cierto, muy poco estudiado en la actualidad. Un tratado que en teoría buscaba "el principio de igualdad" entre ambas naciones. Pero que establecía que: mientras a Venezuela se le garantizaba condiciones para la entrada de 21 productos a los Estados Unidos en calidad de materia prima no renovables y necesarias para la industria moderna y militar, entre ellas el petróleo, hierro, cacao, café, boñiga (excremento del ganado vacuno), y plantas estratégicas entre ellas raíces de barbasco, tinturas de dividive (para tintes), balatá (con el que se fabricaba chicle y caucho) y orquídeas, entre otros árboles.

Por su parte, Estados Unidos tenía la oportunidad de exportar hacia nuestro país 182 rubros con preferencias arancelarias, y que luego se extendió a todos los productos que quisiera. Entre esos rubros tenemos bienes y servicios manufactureros, militares y agrícolas, que van desde garbanzos, queso y frutas hasta aeroplanos y maquinarias, pasando por jabones, biberones y paracaídas. Todos estos productos no tenían ningún tipo de prohibición, restricción o cualquier otra forma de regulación cuantitativa en cualquiera de los dos países. He allí lo que yo denomino el origen de la sociedad parasitaria en la era petrolera venezolana.

Cabe recordar que a Rómulo Gallegos lo derrocaron en 1948 porque solicitó que modificaran las condiciones del Tratado de Reciprocidad Comercial. Este tratado seria luego prorrogado en 1952 y denunciado en 1972 por Rafael Caldera.

Pero, ¿cuál fue la estrategia aplicada por el imperio para ejecutar el Tratado de Reciprocidad Comercial?, que incluso, son prácticas que aún siguen vigente en nuestra economía: crear empresas en el país aliadas a las propias empresas transnacionales norteamericanas para garantizar la colocación de sus exportaciones en nuestro mercado.

De hecho, las conformaron y agruparon en gremios de empresarios entre ellas Fedecámaras (1944), Consecomercio (1971), Venamchamp (1959), Fedenaga (1962), Fedeagro (1962), los financiaron a través del crédito público y adquisición de deudas, los proyectaron en la sociedad política y de esa forma nos controlaron e inundaron de productos y materia prima importada.

No es casuístico que hoy importemos más del 70% de los bienes y servicios que consumimos, y que el 80% de los bienes que consumimos provengan del petróleo. Que es ese mismo petróleo que les exportamos en su mayoría en forma cruda o derivada para el aprovechamiento de la industria estadounidense.

 



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Andrés Giussepe

Doctor en Gerencia, Especialista en Política y Comercio Petrolero Internacional y Economista de la Universidad Central de Venezuela. Secretario Nacional del Movimiento Profesionales de Venezuela.

 agiussepe@gmail.com

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