En el Santiago Bernabéu de Madrid

Luego de la trifulca, River Plate se impone 3-1 ante el Boca Junior en la Copa Libertadores de América

River Plate conquista la Copa Libertadores de América por cuarta vez

River Plate conquista la Copa Libertadores de América por cuarta vez

Credito: Agencias

Diciembre 09 de 2018.- River Plate se impuso por 3-1 ante Boca Juniors en la Final de la Copa Libertadores de América, proclamándose campeón de la competición continental por cuarta ocasión en un encuentro histórico.

Tras el empate a dos goles de la ida, el encuentro se marchó a la prórroga después del empate a uno que se produjo en los 90 minutos reglamentarios, con un gol de Darío Benedetto (minuto 44) para Boca y otro de Lucas Pratto (minuto 66) para River.

Los hinchas de Boca Juniors en Buenos Aires

© REUTERS / AGUSTIN MARCARIA

Finalmente, el colombiano Juan Quintero desequilibró la balanza a favor de River mandando a la red un zurdazo desde la frontal del área en el minuto 109 y Gonzalo 'El Pity' Martínez cerró el marcador en el 121, en un contrataque tras un córner en el que Boca –con nueve jugadores tras la lesión de un jugador y la expulsión de otro– volcó a su portero para buscar un empate heroico.

Más allá del aspecto deportivo, donde se presentó un partido algo trabado que se abrió en los últimos minutos de la prórroga tras el gol de Quintero, el encuentro estuvo marcado por la emoción y la tensión que implica una final continental de este calibre.

Aficionados de ambos equipos relataron a Sputnik tener la sensación de estar ante "un encuentro histórico" que, más allá de su resultado, dejará un recuerdo emborronado por los episodios violentos y por el traslado del partido a Madrid.

La primera vuelta de la final ya empezó accidentada: el partido estaba previsto para el sábado 10 de noviembre, pero una intensa lluvia anegó la cancha de Boca Juniors, La Bombonera, que tuvo que esperar un día más para ver cómo el conjunto 'xeneize' empataba a dos goles con sus vecinos los 'millonarios'.

Todo quedaba abierto para resolverse dos semanas después en el encuentro de vuelta, agendado para el 25 de noviembre, pero el autobús de Boca fue atacado por hinchas de River a su llegada al estadio Monumental, causando heridas a varios jugadores.

En estas circunstancias, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) decidió suspender el encuentro y trasladar su celebración a un lugar donde se pudieran garantizar mejores condiciones de seguridad.

 

Los hinchas cerca de estadio Santiago Bernabéu en Madrid

© REUTERS / SERGIO PEREZ

Tras un proceso de decisión en el que se llegó a plantear la posibilidad de jugar en Brasil, en Estados Unidos e incluso en Catar, el lugar elegido por la Conmebol fue el Estadio Santiago Bernabéu, cancha del Real Madrid.

De esta manera, Madrid se convirtió en la ciudad anfitriona de una final que en principio le debía ser ajena.

Cerca de 25.000 seguidores de cada club asistieron a la final, muchos de ellos tras realizar un viaje de más de 10.000 kilómetros desde su país, otros procedentes de la extensa colonia argentina en España –más de 74.000 personas censadas de forma oficial– y otros procedentes de diferentes lugares del globo.

"Nos da mucha pena que tengamos que cruzar un océano para ver un partido que debería jugarse en Argentina", aseguró Roberto, un aficionado de River de 43 años que habló con Sputnik antes del arranque del partido.

Roberto, que viajó a la capital española desde su país para presenciar la final, se mostró dolido por el hecho de que este "partido histórico" tenga que jugarse lejos de Buenos Aires, ya que los aficionados "tienen derecho a que se juegue en su país".

 

Afición de River Plate

© SPUTNIK / FRANCISCO LUCOTTI

Tras constatar su resignación, este aficionado manifestó su deseo de dejar atrás las polémicas para poder disfrutar del espectáculo deportivo: "Después de todo lo que ha ocurrido, lo que queremos es ver el partido".

Para evitar que se produjeran episodios de violencia como los ocurridos hace unas semanas en el Monumental, las autoridades españolas desplegaron un dispositivo de 4.000 agentes, el doble que en los enfrentamientos entre Real Madrid y FC Barcelona, por ejemplo.

Pese a ser calificado de "alto riesgo", las horas previas al partido transcurrieron en un ambiente festivo e incluso en un clima de cierta tranquilidad, solo alterada por la presencia de bengalas y por los apasionados cánticos de ambas aficiones.

En ese ambiente, lejos del fantasma de la violencia, una aficionada de Boca llamada Sol se permitió incluso bromear sobre el traslado del encuentro a Madrid, proponiendo la posibilidad de que la Copa Libertadores sea renombrada como "la Copa Conquistadores".

Bromas aparte, Sol lamentó "que miles de argentinos tengan que venir a España para ver la final de su copa", lo que proyecta al mundo "una mala imagen de Argentina".

 

Buenos Aires se tiñe de azul y oro con la partida de Boca con destino a Madrid

© SPUTNIK .

En esa línea incide el discurso de Alejandro, otro aficionado de Boca, que además lamenta el traslado a Madrid como una decisión que deja de lado a los aficionados con menos posibilidades económicas.

"La decisión de traer aquí el partido no pensó en la gente humilde que acude cada semana a ver a su equipo. Además, los que ya teníamos entrada para el partido aquel 25 de noviembre no tuvimos ningún privilegio para adquirir una nueva entrada aquí. La gestión fue un desastre, espero que aprendamos la lección para la próxima copa", lamentó.

La otra cara de la moneda es la de los aficionados españoles, que sin esperarlo se encontraron con la posibilidad de presenciar un encuentro histórico.

Juan, aficionado del Real Madrid, cuenta a Sputnik desde los aledaños del Santiago Bernabéu que acude al partido por "curiosidad futbolística" ante la "oportunidad histórica" que se le presentó.

Sin embargo, critica la gestión del conflicto por parte de Argentina y considera que los españoles "hacen un desembolso importante porque tienen que pagar un gran dispositivo de seguridad", aunque todo ello también ayuda a generar "una buena imagen de España, porque se demuestra que aquí sí se puede jugar".

Tras las suspensiones, un traslado de 10.000 kilómetros, 210 minutos de juego y una tanda de penaltis, River se proclamó campeón ante su eterno rival en una final que duró casi y mes y que dejará una noche de resaca en Madrid, además del extraño recuerdo de acoger una final latinoamericana en una capital europea.

 



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