Homenaje a la mujer cimarrona

Siempre estuvieron allí, no como “esposa de…”, no “como mujer de…”, sino con luz propia, con valores firmes libertarios. No eran simples objetos, no eran simples “compañeras” de los cimarrones, eran simplemente protagonistas de la historia. Eran las cimarronas de la esperanza perenne por un mundo mejor, que hoy la historia dominante pretende condenar al olvido

Para los próximos meses se conmemoraran los doscientos años de la Independencia de Venezuela (1810-2010) y su repercusión en América Latina. Venezuela será el epicentro de un gran despliegue de actividades con la finalidad de no quedarse en el pasado momificado, sino con un presente vivo, donde la lucha por la independencia continúa, así como la lucha contra el racismo y el machismo como aberraciones contemporáneas del ser humano. Insistimos en que la lucha por la Independencia no sólo fue una motivación de los blancos criollos, fue una preocupación permanente de los africanos y sus descendientes, quienes desde 1522 con la rebelión de Herniquillo, en República Dominicana, hasta José Leonardo Chirino, en Venezuela, en 1795, suman más de ciento cincuenta rebeliones antiesclavistas, coloniales y preindependistas a lo largo y ancho de América Latina y el espacio Caribe. Es ahí donde destacamos que esa historia no puede ser opacada a la hora de conmemorar el bicentenario. Hay que reivindicar esas gestas históricas, sino estaremos cayendo en un “racismo” histórico y vergonzante.
 
¿Bicentenario machista y racista?
 
Cuando decimos racismo-machismo, nos estamos refiriendo a que en el marco del Bicentenario, la mujer es anulada casi en su totalidad, pareciera que la historia la hicieron solos los hombres. Cuando se habla de la mujer blanca criolla, sólo se menciona a Manuelita Sáenz “compañera del Libertardor”; Luisa Cáceres de Arismendi, “esposa de” Juan Bautista o Eulalia Buroz “de” Chamberlain. Es decir, la historia machista no le ha dado luz propia. Si eso sucede con las blancas criollas, con las africanas y sus descendientes es peor, Matea e Hipólita aparecen es como “ayas (criadoras) negras”, no como filósofas de la vida que contribuyeron a los valores éticos del joven Simón Bolívar. Mucho menos se mencionan a las miles de africanas y sus descendientes que participaron en el ejército independentistas y en el cimarronaje histórico desde 1553. Debemos revisar la historia y reconstruir la memoria.
 
Las cimarronas en el Caribe y América Latina

Secuestradas de África y trasladadas al calvario del “nuevo mundo”, a las mujeres Yoruba, Kongo, Ekik-Efok, Ashanti y Fon, entre otros, les asignaron el papel en el sistema esclavista de mano de obra esclavizada, así como reproductoras como animales de nuevos esclavizados, como recomendaba el tío de Francisco de Miranda, llamado Sebastián: “encierra a un esclavo y a una esclava como cochinos y veras que a los nueves meses tendrán nuevas cría y aumentara su capital”. Pero las esclavizadas no aceptaron ese papel y optaron entre perder la vida o vivir en la humillación. Se dieron varios tipos de cimarronaje. Uno, que si la mujer africana era violada y salía embarazada tenía tres opciones: el aborto, el suicidio o tener el hijo del hombre blanco y luego negociar la libertad de su hijo “mulato”. En la mayoría de los casos preferían el suicidio y el aborto. El otro cimarronaje fue el frontal, luchar abiertamente contra la imposición del sistema machista-esclavista. Así fue que surgió Fatime Cecil en Haití, quien convocó en una ceremonia vudú a eliminar el sistema esclavista del hombre blanco. Así aparece, en Jamaica, Nanny en su lucha liderizando un ejército de 200 hombres para combatir a los ingleses. En Brasil, las cimarrones que pelearon en el Quilombo dos palmares, y en el Palenque de San Basilio (Colombia), en Cuba la cimarrona “Carlota” de origen Yoruba, que Fidel Castro la reivindicó con el envío de un contingente de 35 mil cubanos y cubanas que voluntariamente participaron en la liberación de Angola en el año 1975, esa actividad se conoce como “Operación Carlota”. Eso significa la existencia de una diáspora afro-femenina de la dignidad, siguiendo el ejemplo de las guerrilleras angolanas del siglo XVII y XVIII como Nzinga Mabndi y Kimpa Vita. Es una historia gloriosa que el racismo histórico institucional, a la luz del Bicentenario, pareciera tapar.
 
¿Quien fue la cimarrona Manucha Algarín?

La Red Afrodescendientes de Venezuela, la Pastoral Afrovenezolana, la agrupación de Capoeira Zensala, la cooperativa las Cimarronas con el apoyo de la Planta procesadora de Cacao Oderí y la Alcaldía del municipio Acevedo, han preparado un homenaje a la cimarrona “Manucha Algarín”, precisamente en el sitio histórico de el Mango de Ocoyta. Por primera vez en la conmemoración del día de la Mujer se hará un reconocimiento a la féminas cimarronas, y será en homenaje a ésta africana que huyó junto con Guillermo Rivas, desde Capaya hasta crear ese espacio liberado llamado Cumbe de Ocoyta, desde 1768 hasta 1771, cuando fueron asesinados por las tropas colonialista españolas. “Manucha” logró construir su casa junto al cimarrón Guillermo Rivas, tuvieron sus hijos en libertad, cultivaba la tierra como forma de soberanía alimentaria. Ella, al momento del combate contra las tropas españolas, trató de defender a sus hijos, fue atrapada, luego trasladada maniatada hasta Caracas, allí fue interrogada, puesta en el potro de la tortura hasta la muerte física. Ahí quedó su cadáver, pero su espíritu volvió a sacudir el cimarronaje en Barlovento. Por eso su digno y sencillo homenaje, sin la burocracia estatal ni el oportunismo histórico.
TIPS
** A Mario Silva por haber hecho una mala interpretación de mi artículo sobre el 27 de febrero, en su programa la Hojilla, del 1° de marzo, le dejo este proverbio africano Yoruba para que lo interprete como juez del proceso bolivariano: “Hay quien tiene cabeza, pero no tiene gorra para ponerse, y hay quien tiene gorra, pero no tiene cabeza”.
** “Mon” y “Perdomo” están cargando con la irresponsabilidad de otros. Ante la falta de previsión de quienes tienen la coordinación de unas de las escuela de San José, se tuvieron que distribuir a los niños en diferentes espacios de San José de Barlovento. El alcalde “Mon”, del municipio Andrés Bello, después de dialogar con Luis Perdomo, coordinador de la Red Afrodescendientes, llegaron a un acuerdo de apoyo en el Centro de la cultura barloventeña, para albergar algunas aulas hasta el próximo mes de junio.


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Jesús Chucho García 



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