La estrategia nacional de seguridad 2025 de USA: un relato para ocultar un cambio de centro de gravedad

Lo que el documento revela, a pesar de sí mismo, sobre la centralidad de China, la imposibilidad de la doctrina Monroe y el declive estratégico de Europa

(las notas de François Vadrot y de Fausto Giudice valen el desvío… Abónate a sus trabajos)

La nueva Estrategia Nacional de Seguridad (NSS) –publicada a principios de diciembre por Washington– fue leída como el regreso de la doctrina Monroe, un endurecimiento trumpista o un simple recentraje antichino. Si se la toma al pie de la letra y se la recoloca en la secuencia del 8 al 11 de octubre, cuando China demostró que podía remodelar el equilibrio mundial sin disparar un solo tiro, aparece otra imagen: la de una potencia que escribe dentro de un orden ya estructurado por Beijing, donde el hemisferio occidental ya no es aislable y donde Europa es tratada como un riesgo que hay que encuadrar más que como un palanca.

La NSS 2025 proclama el "no intervencionismo selectivo", renuncia a los cambios de régimen, reconoce implícitamente la impronta material china y reclasifica a Rusia como factor de estabilización continental. Este texto ya no ordena el mundo: intenta estabilizar un relato en el momento en que el centro de gravedad estratégico se desplazó fuera del alcance de USA.

Trump y su National Security Strategy (NSS)

Washington acaba de publicar su nueva estrategia de seguridad nacional, 33 páginas fechadas en noviembre de 2025¹. Sin embargo, el documento llega después del acontecimiento determinante del año: el giro del 8 al 11 de octubre, analizado en La semana en que China golpeó sin disparar². Fue en esos cuatro días cuando se desplazó el centro de gravedad mundial, sin esperar la escritura usamericana. Desde entonces, USA interviene menos de lo que corrige –a menudo tarde– los efectos de un movimiento que ya no conduce.

En el sudeste asiático, Washington multiplica los acuerdos, pero ya no es USA quien define su estructura. Los países de la región mantienen el vínculo usamericano, pero se inscriben en una arquitectura ahora moldeada por China. En Argentina, que hemos descrito como un laboratorio de la pobreza bajo tutela externa³, la influencia usamericana ya no va más allá del plano político y financiero, mientras que el ecosistema material del país –infraestructura, máquinas-herramienta, logística– depende de Beijing. En Venezuela, la intimidación usamericana sólo produce efectos periféricos (pero trágicos). Y en el conjunto del Sur Global, el lenguaje normativo occidental ya no genera adhesión. La estrategia 2025 no plantea, por lo tanto, una nueva ambición: organiza una continuidad bajo restricción.

Octubre de 2025: el acontecimiento que Washington rodea

El gesto chino de octubre, la suspensión temporal de exportaciones estratégicas, provocó un cambio silencioso. Ese momento no es un hecho aislado caído del cielo, sino la cristalización de un proceso en marcha desde hace varios años: la globalización material, tal como se recompuso después de la pandemia y de la guerra comercial, coloca hoy a China en posición de pivote sobre los flujos estratégicos. La secuencia de octubre no hizo más que revelar ese mecanismo en tiempo real.

Beijing demostró su capacidad para remodelar el equilibrio mundial sin recurrir a la fuerza. Ese giro del 9 de octubre mostró que la influencia china no es abstracta sino material, inmediata, sistémica. El propio Emmanuel Todd –especialista en prever caídas y declives– reconoce, en su entrevista publicada el 6 de diciembre en Fréquence Populaire, que no había visto venir la aparición y la profundidad de esta dominación⁴.

A partir de allí se impone una evidencia: las estrategias usamericana y rusa ya no se definen una en relación con la otra, sino ambas en relación con la estrategia china. Ése es el punto ciego de casi todas las lecturas del documento usamericano. Se sigue razonando como si Washington siguiera calibrando su postura sobre Moscú, o Moscú sobre Washington. Sin embargo, ahora es Beijing quien define los márgenes de lo posible: las restricciones, los ritmos, la profundidad de las interdependencias. La secuencia Kuala Lumpur–Seúl–Manama lo confirmó: USA habla, pero ya no es quien fija la organización y la velocidad del mundo.

China invisible: presencia total, pocas palabras

La nueva estrategia usamericana reitera las categorías tradicionales –alianzas, liderazgo, competencia–, pero el mundo que describe ya no existe. China sólo aparece bajo el rótulo neutro de "competidor", cuando ya no es un actor más: se convirtió en la potencia que estructura el entorno material dentro del cual los propios USA deben moverse. Eso no significa que USA haya perdido todos sus resortes de poder –superioridad tecnológica en sectores críticos, estatuto del dólar, alianzas militares–, pero esos resortes ya no alcanzan para compensar el desplazamiento del centro de gravedad material. La arquitectura del mundo físico –flujos, bienes, suministros e infraestructura– escapa ahora a la capacidad de proyección usamericana.

El documento admite, además, que Beijing busca establecer "un sistema internacional que privilegie sus intereses" ("an international system that privileges its interests"). La formulación es atenuada, pero reconoce implícitamente que Washington escribe ahora dentro de un marco que ya no produce.

Esa estructuración está lejos de ser abstracta. Se manifiesta, ante todo, en las cadenas de suministro, un ámbito que la propia NSS designa como "esencial para la seguridad nacional usamericana" ("the global supply chains essential to U.S. national security"). El año 2025 lo confirmó de manera espectacular: el superávit comercial chino alcanzó un nivel récord de un billón de dólares, mientras las exportaciones directas a USA caían un 28 %⁵. Los flujos no se redujeron; cambiaron de forma.

Los imanes de tierras raras llegan integrados en motores; los chips sancionados transitan por Malasia; y una porción creciente de los bienes chinos entra al mercado usamericano con etiquetas vietnamitas o malasias.

En otras palabras, el proteccionismo usamericano ya no cierra nada: rodea, y es rodeado.

Paralelamente, China gana terreno allí donde Washington todavía creía disponer de margen: sus exportaciones a la Unión Europea aumentaron un 15 % en un año, y a Australia un 36 %, mientras crece el uso del yuan en las transacciones bilaterales. Esta redistribución de flujos no traduce tanto una expansión ofensiva como una inercia estructural. China ya no ocupa simplemente un lugar en el sistema mundial: se volvió el sistema logístico a través del cual circulan los bienes.

Ningún gobierno usamericano puede cortar estos flujos sin provocar una ruptura inmediata en su propia base electoral. La dependencia ya no es sólo estratégica: es doméstica, cotidiana, orgánica. Un documento de seguridad nacional no puede decirlo, de ahí esta omisión central.

Esa ausencia produce un efecto de contraste: China, omnipresente en las cadenas logísticas, los desvíos regulatorios y los mercados alternativos, casi no es nombrada; Rusia, cuyo papel estructurante se redujo, sigue ocupando el primer plano del discurso. La guerra en Ucrania aún absorbe la atención retórica de Washington, pero ya no determina sus márgenes de maniobra. La estrategia 2025 lleva esa marca: Moscú sigue siendo un actor nominal; Beijing, que define las condiciones materiales de la potencia usamericana, permanece en segundo plano.

En ese desfase está dicho todo: la estrategia usamericana se dirige a un mundo antiguo, mientras la realidad en la que se escribe ya está ordenada por China.

El fin de las intervenciones exteriores: una incapacidad, no una decisión

La renuncia a las operaciones de cambio de régimen es explícita en varios pasajes del texto. La NSS confirma así la declaración de Tulsi Gabbard en el foro de Manama del 31 de octubre, que habíamos calificado como armisticio militar y que pasó prácticamente desapercibida, tanto en los medios mainstream como en los supuestamente alternativos⁶. Afirma, en particular:

"Los asuntos de otros países sólo nos conciernen si sus acciones amenazan directamente nuestros intereses"

("The affairs of other countries are our concern only if their activities directly threaten our interests.")

→ Este principio excluye explícitamente las intervenciones de índole ideológica.

"Buscamos buenas relaciones… sin imponerles un cambio democrático u otro cambio social"

("We seek good relations… without imposing on them democratic or other social change.")

→ Fórmula clara: fin de los cambios de régimen vía "promoción de la democracia".

"Tenemos una predisposición al no intervencionismo…"

("We have a predisposition to non-interventionism…")

→ El umbral de intervención se eleva y se limita a los intereses vitales.

"Sin embarcarnos en nuevas décadas de infructuosas guerras de construcción nacional"

("without decades of fruitless ‘nation-building’ wars.")

→ Rechazo explícito de los modelos Irak–Afganistán.

Eso es lo que Washington llama ahora compromiso selectivo: intervenir menos, intervenir tarde y sólo cuando estén en juego los intereses vitales de USA. Este recentraje no está obviamente condicionado sólo por la nueva arquitectura material global. También resulta de un cansancio interno, político y militar, heredado de las dos décadas de Irak y Afganistán. Pero la novedad de 2025 está en otra parte: las condiciones externas ya no permiten reproducir esas operaciones, incluso si existiera la voluntad de hacerlo.

En Venezuela, cualquier escalada haría subir de inmediato los precios del combustible en USA, un costo político insoportable. La infraestructura petrolera venezolana está parcialmente integrada a las inversiones chinas: cualquier operación militar entrañaría, por lo tanto, el riesgo de una confrontación indirecta con Beijing. En Argentina, donde vimos superponerse una tutela presupuestaria usamericana y una dependencia material respecto de Beijing, son las restricciones del sistema centrado en China –infraestructura, tecnología, logística– las que redibujan ahora los márgenes usamericanos.

Ya no son los USA quienes rediseñan los regímenes: son las interdependencias estructuradas por China las que rediseñan las opciones de Washington.

Doctrina Monroe: un concepto que se ha hecho inaplicable

Moon of Alabama ve en una "resurrección" de la doctrina Monroe una mala noticia para las Américas pero buena para el resto del mundo⁷. Esa lectura supone que el hemisferio occidental todavía podría aislarse del resto del planeta. Sin embargo, nada en la NSS permite sostener esa hipótesis; al contrario, varias formulaciones la vuelven imposible.

El documento reconoce que USA evoluciona ahora en un entorno moldeado por otras potencias, en particular por China, que busca establecer "un sistema internacional que privilegie sus intereses" ("an international system that privileges its interests"). El mensaje implícito es claro: USA ya no tiene la capacidad estructural de organizar por sí solo su entorno geopolítico, y mucho menos de poner su propio continente bajo campana.

El texto subraya además que la competencia se juega en "las cadenas de suministro globales esenciales para la seguridad nacional usamericana" ("the global supply chains essential to U.S. national security"). En otras palabras: USA depende materialmente del mismo sistema que antes pretendía controlar, y ese sistema pasa en gran medida por China.

Es esa realidad la que vuelve obsoleta la doctrina Monroe. El hemisferio occidental ya no es un patio trasero: está equipado por empresas chinas, financiado por bancos y fondos chinos, interconectado por telecomunicaciones, puertos, rutas y redes eléctricas construidas por China, e integrado en un comercio mundial en el que USA ya no detenta la palanca industrial.

La NSS reconoce esta dependencia cuando insiste en la necesidad de "garantizar el acceso a los recursos críticos y a la infraestructura esencial" ("ensure access to critical resources and essential infrastructure"). Este pasaje, que oficialmente apunta a China, revela en negativo la falta de control usamericano sobre esos recursos en su propio hemisferio.

En estas condiciones, un "recentrado" usamericano en América del Norte y del Sur no reduciría en absoluto la presencia china: ésta ya está arraigada e integrada en las economías locales. China controla o influye en sectores clave –puertos, telecomunicaciones, energía, minería, agricultura, logística– y, sobre todo, provee una parte masiva de los bienes de consumo usamericanos.

La NSS no lo dice de forma directa, pero cualquier lector atento lo entiende: USA no puede "recuperar el hemisferio occidental" sin provocar un shock económico interno, porque cortar la región de la influencia china equivaldría a cortar a los propios USA de sus importaciones esenciales.

En este paisaje, una "resurrección" de la doctrina Monroe sería un eslogan sin alcance. No reduciría la presencia china; más bien revelaría la incapacidad usamericana para remodelar un espacio que Beijing estructura hoy materialmente. Incluso debilitaría a Washington, al concentrar su atención en un hemisferio que ya no controla, en detrimento de los verdaderos centros de gravedad del sistema mundial.

Rusia: de amenaza existencial a socio de estabilización

La sección de la NSS dedicada a Rusia produce un cierto vértigo. Washington ya no describe a Moscú como un adversario existencial ni como una potencia a contener, sino como un actor con el que habrá que restablecer un equilibrio continental. El texto afirma que "la gestión de las relaciones europeas con Rusia exigirá un compromiso diplomático significativo de USA, tanto para restablecer las condiciones de estabilidad estratégica en todo el continente euroasiático como para reducir el riesgo de conflicto entre Rusia y los Estados europeos" ("Managing European relations with Russia will require significant U.S. diplomatic engagement, both to reestablish conditions of strategic stability across the Eurasian landmass, and to mitigate the risk of conflict between Russia and European states").

Se trata de un vuelco conceptual mayor. Desde 2014, en particular, Europa y USA presentaron a Rusia como la fuente del desorden continental. Sin embargo, el documento usamericano afirma ahora que la estabilidad de Eurasia depende de un reequilibrio diplomático que incluya a Moscú, y que el principal riesgo no es una agresión rusa, sino una posible escalada entre Rusia y ciertos Estados europeos, es decir, una inestabilidad producida dentro del propio campo occidental.

El texto también precisa que Rusia ya no es considerada un rival sistémico, sino "un poder sometido a crecientes presiones demográficas, económicas y estratégicas" ("a power facing intensifying demographic, economic, and strategic pressures"), lo que relega a Moscú al rango de actor importante pero constreñido, que evoluciona en un marco más amplio: el definido por China.

Así, contrariamente a la interpretación de Simplicius⁸, la estrategia usamericana ya no está estructurada por el antagonismo Occidente–Rusia. Desde el 9 de octubre, los márgenes de las dos potencias, usamericana y rusa, se definen dentro de un espacio cuyos parámetros fija China. Washington ajusta sus ambiciones dentro de los límites que Beijing le impone; Moscú ajusta su postura dentro de los límites que Beijing le garantiza. Siguen respondiéndose, pero ya no se estructuran mutuamente.

¿Qué queda entonces de la guerra en Ucrania? Ya no un eje estructurante, sino un foco de inestabilidad que Washington busca ahora circunscribir más que explotar. Europa aparece, de paso, como un actor susceptible de provocar la escalada que USA quiere evitar.

En este giro, Europa descubre que ya no está "protegida" frente a Rusia, sino colocada bajo supervisión respecto de Rusia, y que Washington se reserva ahora el papel de árbitro entre ambas. Inversión completa del relato repetido durante décadas.

Europa: de palanca a carga

En continuidad con lo anterior, el pasaje de la NSS dedicado a Europa revela otro vuelco profundo: Washington ya no considera al continente como un multiplicador de potencia, sino como un espacio frágil que hay que estabilizar, encuadrar y a veces corregir. El documento sitúa en primer lugar, entre sus prioridades europeas, la necesidad de "restablecer las condiciones de estabilidad en Europa" ("reestablishing conditions of stability within Europe"), formulación poco habitual que señala que la inestabilidad del continente pasa a ser percibida como un problema usamericano.

La lista de objetivos lo confirma. Washington llama a "permitir que Europa se mantenga en pie por sí misma y actúe como un grupo de naciones soberanas alineadas, incluso asumiendo la responsabilidad primaria de su propia defensa" ("enabling Europe to stand on its own feet and operate as a group of aligned sovereign nations, including by taking primary responsibility for its own defense").

También pide "poner fin a la percepción –y evitar la realidad– de una OTAN en expansión perpetua" ("ending the perception, and preventing the reality, of NATO as a perpetually expanding alliance"). Más llamativo aún, el texto invita a "cultivar la resistencia a la trayectoria actual de Europa dentro de las propias naciones europeas" ("cultivating resistance to Europe’s current trajectory within European nations"), formulación inédita que equivale a reconocer la intención de influir directamente en la vida política interna de los Estados miembros.

Estas señales se inscriben en un declive ya observable: el caso Nexperia, el derrumbe del modelo industrial alemán⁹, la pérdida de influencia europea en Asia, África, América Latina o los Balcanes, la creciente dependencia de tecnologías extranjeras. La NSS consagra este deslizamiento cuando indica la necesidad de "abrir los mercados europeos a los bienes y servicios usamericanos" ("opening European markets to U.S. goods and services"), prueba de que Europa ya no es percibida como un mercado asegurado, sino como un espacio a reconquistar.

El documento insiste además en las fragilidades políticas europeas, evocando gobiernos "precariamente apoyados en mayorías inestables" ("precariously perched minority governments"), incapaces de garantizar una estabilidad duradera. Europa aparece así no como un socio fiable, sino como una zona cuyos desórdenes internos se han convertido en un desafío estratégico para USA.

Por último, la exigencia presupuestaria termina de completar este reordenamiento: los europeos deben financiar por sí mismos su defensa hasta el nivel del Hague Commitment, el Compromiso de La Haya (5 % del PBI), mientras Washington concentra sus recursos en otros lugares. En otras palabras: Europa debe hacerse cargo de sí misma y, al mismo tiempo, permanecer alineada.

En esta configuración, Washington ya no ve a Europa como palanca estratégica, ni como escudo, ni como mercado cautivo, ni como retaguardia, ni como actor político estable. Más bien aparece como una carga, una superficie vulnerable, un espacio que hay que gestionar. El discurso transatlántico se mantiene en la fachada, pero la estrategia se invirtió: Europa dejó de ser un pilar de la potencia usamericana para convertirse en una periferia inestable cuyas debilidades hay que contener.

La NSS 2025 como cuento de Navidad para sostener el relato de gran potencia

La Estrategia Nacional de Seguridad 2025 es un texto de continuidad más que de impulso. Reproduce las categorías familiares de la potencia usamericana –competencia, alianzas, liderazgo–, buscando ante todo preservar una guía de lectura ya probada en el momento mismo en que esa guía dejó de corresponder a las dinámicas del mundo exterior.

Los límites impuestos por las cadenas de suministro centradas en China, el abandono de los cambios de régimen, la dificultad para aislar el hemisferio occidental, la incapacidad de poner fin a la guerra en Ucrania, la reclasificación de Rusia como actor de estabilización y la creciente fragilidad de Europa componen un paisaje en el que Washington debe resignarse a gestionar más que a imponer.

En ese desfase entre los principios proclamados y las restricciones que los encuadran, el documento encuentra su verdadero sentido: no definir una nueva trayectoria, sino mantener la coherencia de un relato estratégico que ya no corresponde realmente a las condiciones materiales del momento.

Recordar esta realidad material no equivale a anunciar un vuelco total de la jerarquía mundial, sino a constatar que la potencia usamericana se ejerce ahora dentro de un marco que ya no diseña solita.

NOTAS

1. Whitehouse.org, National Security Strategy of the United Stats of America, noviembre de 2025 [PDF]. Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América.

2. Substack, François Vadrot, La semana en que China golpeó sin disparar, 12 de octubre de 2025

3. Substack, Luis Casado, Fausto Giudice, François Vadrot, Argentina, laboratorio y espejo del mundo, 20 de noviembre de 2025.

4. YouTube, Fréquence populaire, Emmanuel Todd : Le monde bascule : Ce que Japon et Chine voient et que l’Occident veut ignorer, 6 de diciembre de 2025.

El mundo está basculando — Lo que ven Japón y China y que Occidente se niega a reconocer.

5. Nikkei Asia, CK Tan, Cissy Zhou, China’s trade surplus tops record $1tn as exports rebound in November, Return to growth comes despite 28% fall in shipments to US after Trump-Xi truce, 8 de diciembre de 2025.

El superávit comercial de China alcanza el récord de 1 billón de dólares gracias al repunte de las exportaciones en noviembre — El retorno al crecimiento ocurre pese a una caída del 28 % en los envíos a EE.UU, tras la tregua Trump–Xi.

6. Substack, François Vadrot, Aprés l’armistice économique de Séoul, l’armistice militaire de Manama, 3 de noviembre de 2025.

Tras el armisticio económico de Seúl, el armisticio militar de Manama.

7. Moon of Alabama, New U.S. National Security Strategy – Fortify America, Compete China, Strangle Europe, Forget The Rest, 5 de diciembre de 2025.

Nueva estrategia de seguridad nacional de EE. UU.: fortalecer a USA, competir con China, estrangular a Europa y olvidarse del resto.

8. Substack, Simplicius, Erasure of Compatible Values: Trump’s New National Security Strategy Recasts Europe as Strategic Liability, 8 de diciembre de 2025.

Borrado de valores compatibles: la nueva estrategia de seguridad nacional de Trump convierte a Europa en un lastre estratégico.

9. Substack, Frausto Giudice, François Vadrot, Réquiem para el "Modell Deutschland", 5 de diciembre de 2025.



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