10-12-25.-El contexto electoral en Chile ha provocado una radicalización del discurso político sobre migración, similar a las amenazas de deportación vistas en otros países. Sin embargo, el periodista venezolano Moisés Buenaño aseguró en el programa De Primera Mano de Radio Fe y Alegría Noticias que el fenómeno es “meramente mediático” y que la contribución económica y social de los migrantes es fundamental para el país.
Buenaño describe el ambiente político chileno como “tan complejo como sencillo” donde se observa una “radicalización del discurso político, tanto de lo que llamamos la izquierda como lo que llamamos la derecha”. Esta situación trae eco de las amenazas de expulsión que se han visto en Estados Unidos, pero que, según el periodista, no ofrece soluciones concretas.
Las cifras que dimensionan el fenómeno
Buenaño utiliza datos del Instituto Nacional de Estadística para contextualizar la magnitud de la migración:
Migración total: 1.6 a 1.7 millones de migrantes regulares. De esta cifra, los venezolanos representan aproximadamente 700.000 personas.
Migración irregular: Se estima que unos 300.000 migrantes ingresaron por pasos no habilitados. En total, hablamos de más de un millón de venezolanos residiendo en Chile.
Poder de voto: La comunidad venezolana en su conjunto maneja aproximadamente el 7 % de los votos en el padrón electoral, lo que supone un peso político considerable.
La migración irregular como “carne de cañón” en el contexto electoral en Chile
El periodista denuncia que el enfoque electoral ha recaído en el pequeño porcentaje de irregulares: “Este pequeño grupo de 300.000 migrantes que representan menos del 1 % de la población se ha utilizado a mí como carne de cañón política”.
Esta estrategia se potencia mediante la mediatización de delitos. Aunque el número de delincuentes sea reducido, la resonancia de los crímenes violentos—“delitos tan atroces, tan violentos, heredados de culturas en narcotráfico heredados de la cultura del paramilitarismo del sicariato”— ha “manchado la reputación de la comunidad explícitamente venezolana”.
Buenaño es enfático: el tema es “meramente mediático” y frases de campaña como “tienen que entrar por la puerta no por la ventana” se han convertido en el foco principal del discurso.
El contraste: cordialidad de la calle vs. ruido mediático
Una de las conclusiones más importantes del análisis es la clara desconexión entre el ruido de los medios y la realidad social.
“Tú sales a la calle acá en Chile y el vecino, el del edificio, el de la panadería, no te tratan mal. Ya no; al contrario el chileno es cordial. El chilero común y corriente es cordial con el extranjero”, aseguró.
Muchos chilenos recuerdan positivamente sus experiencias en Venezuela y la integración es tangible en el día a día. Se evidencia en “el mini market en donde un anaquel está lleno de productos venezolanos” y en el surgimiento de negocios chilenos dedicados a vender productos tropicales para la diáspora.
Xenofobia y adaptación
Buenaño introduce una perspectiva autocrítica sobre la adaptación: “Muchas veces hemos confundido xenofobia con la falta de adaptación que nosotros podíamos tener en diferentes contextos por el cambio de cultura, por el cambio del léxico, de idioma…”
Si bien Chile pudo no haber estado preparado para la ola migratoria, el venezolano “no estaba preparado para esta migración” forzada, generando un choque cultural con aspectos psicológicos y sociales que el país tampoco estaba preparado para atender.
El impacto económico: un aporte mayor al promedio
El periodista citó un informe de la Fundación PorCausa para demostrar la contribución de la población migrante, desmontando la idea de que representan una carga económica.
Contribución Fiscal Directa: Por cada 10 pesos que gasta el venezolano, 4.5 pesos se van al FICO nacional, una contribución sólida más allá del sostenimiento propio.
Aporte al PIB: En 2024, la población migrante contribuyó con un 10 % del Producto Interno Bruto (PIB), superando el 8.7 % que aporta la población nativa.
Fuerza Laboral: La población migrante tiene una mayor edad para trabajar (20 a 40 años) y una menor tasa de desempleo (7 %) frente al 9 % de los chilenos promedio. La razón es clara: “vinimos a trabajar acá en este país”.
Este dinamismo se traduce en una alta tasa de venezolanos emprendedores y estudiantes destacados en pruebas de ingreso, quienes sienten “esa presión de alguna manera de poder dejar bien a su país representado”.
Buenaño concluye que si bien Chile seguirá tomando medidas, el cambio será lento debido a que el país tiene “un contexto jurídico y un contexto legal bien difícil de cambiar así de la nada”. El impacto real de la retórica radical se limitará a una “pequeña parte de la población” con situaciones irregulares o problemas legales, mientras que la inmensa mayoría seguirá luchando por “seguir integrándose”.