La estrategia imperial: ¡ahí viene el lobo!

La historia de los pueblos sometidos a la presión de las potencias imperiales está marcada por un patrón repetitivo: la manipulación mediática como arma de guerra psicológica. Hoy, Venezuela es escenario de esa estrategia, donde las declaraciones de los voceros imperiales se convierten en un juego de espejos que busca sembrar incertidumbre, miedo y división.

La narrativa del "lobo"

Un día anuncian que sus flotas militares se aproximan a las costas venezolanas, como si el rugido de sus cañones fuese inminente. Al siguiente, aseguran que retirarán sus fuerzas del Caribe, en un gesto que aparenta moderación. Y más tarde, declaran que están dispuestos a dialogar con el gobierno venezolano. Este vaivén discursivo no es casual: es la vieja fábula del "ahí viene el lobo", diseñada para mantener a la población en estado de alerta permanente, desgastando la moral colectiva y generando desconfianza hacia las instituciones nacionales.

La guerra mediática

La maquinaria comunicacional imperial no se limita a transmitir noticias: fabrica percepciones. Cada titular, cada declaración, cada rumor sobre movimientos militares o supuestas negociaciones, es parte de un guion que busca condicionar la opinión pública. El objetivo es claro: deslegitimar la soberanía venezolana y proyectar la idea de que el país depende de la voluntad externa para definir su destino.

La contradicción como táctica

La aparente incoherencia (amenaza militar un día, promesa de diálogo al siguiente) responde a una lógica calculada. Se trata de desorientar, de impedir que los pueblos construyan certezas. En esa ambigüedad, el imperio pretende instalar la duda: ¿vendrá la agresión? ¿Habrá negociación? ¿Se retirarán o avanzarán? La duda es el terreno fértil para la manipulación.

La respuesta soberana

Frente a esta estrategia, la defensa de la identidad nacional y la soberanía no puede ser reactiva ni ingenua. Es necesario comprender que la guerra mediática es tan peligrosa como la militar, porque busca colonizar la mente antes que el territorio. La respuesta debe ser la construcción de un relato propio, sólido, que reafirme la dignidad del pueblo y desenmascare las contradicciones imperiales.

La estrategia imperial no es improvisada, sino parte de un libreto histórico de dominación. La clave está en reconocer el patrón y fortalecer la conciencia crítica para que, cuando vuelvan a gritar "¡ahí viene el lobo!", el pueblo sepa distinguir entre la amenaza real y la manipulación discursiva.



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Oscar Bravo

Un venezolano antiimperialista. Politólogo.

 bravisimo929@gmail.com      @bravisimo929

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