Cuando un imperio entra en decadencia, recurre a la estrategia más vieja del poder: proyectar hacia afuera las sombras que lo devoran por dentro. Hoy, Washington utiliza el discurso del narcotráfico como guerra psicológica y más que psicológica, como guerra real. Señala a México, Colombia y Venezuela, pero guarda silencio sobre el verdadero corazón del problema: el consumo masivo interno, la corrupción militar en Fort Bragg y la sombra indeleble del caso Epstein, donde incluso el presidente se ve reflejado.
La guerra psicológica de la distracción a través de las redes sociales y los grandes medios son los que han sido saturados por campañas de miedo y desinformación que anuncian un despliegue militar estadounidense en el Mar Caribe bajo el pretexto de "combatir el narcotráfico". Este despliegue no tiene justificación estratégica real: es un pote de humo (Smoke screen), diseñado para desviar la atención de los graves delitos y escándalos en los que están implicados Donald Trump, Pam Bondi y Marco Rubio. Mientras los barcos navegan y la prensa internacional centra su mirada en los países antes mencionados de manera puntual, los problemas internos de Washington quedan ocultos, manipulando la narrativa global y la opinión pública.
Estados Unidos se vende como faro de libertad y guardián del orden por decisión propia y por la narrativa que ha construido desde 1945. Pero ese título no le ha sido otorgado por ningún consenso global y cada vez más voces lo cuestionan como una forma de hegemonía disfrazada de altruismo. Pero detrás de la máscara, está el rostro de la inmoralidad que no es exclusiva de tiranos exóticos, sino de quienes se sientan en la Casa Blanca.
Ante las crisis internas, la Casa Blanca despliega su arte más pulido: la guerra de percepciones.
∙ Se proyecta el enemigo externo. La cocaína está en Colombia, los cárteles en México, el narco terrorismo en Venezuela.
∙ Se oculta el enemigo interno. Nadie habla del consumo interno que devora a comunidades enteras en Ohio o Virginia; ni del cartel oculto en Carolina del Norte; ni de los archivos oscuros de Epstein.
∙ Se construye el relato de salvación. Trump se presenta como el centinela que protege a la nación, aunque en realidad necesita protección de la verdad.
Donald Trump enfrenta múltiples frentes judiciales, éticos y políticos que podrían poner en riesgo su permanencia:
Tráfico sexual de menores y relación con Jeffrey Epstein: Trump aparece fotografiado, grabado y mencionado dentro del círculo íntimo de Epstein, condenado por operar una red de explotación sexual de menores. La fiscal Maurene Comey, fiscal del Distrito Sur de Nueva York e hija del exdirector del FBI James Comey, declaró públicamente el 15 de julio de 2019 que tenía la lista de Epstein sobre su escritorio, evidenciando la existencia de pruebas directas. El 25 de julio de 2019, Comey afirmó que la lista de Jeffrey Epstein, conocida como su "Little Black Book" "se había perdido", contradiciéndose y generando un patrón de encubrimiento. Estas irregularidades derivaron en su destitución inmediata por obstrucción de la justicia y falta de cumplimiento en la responsabilidad legal. Su salida coincidió con el momento en que buscaba bloquear la divulgación de información sensible sobre clientes de Epstein.
a.- Medios como Financial Times y TIME señalaron que su salida benefició directamente a las figuras políticas y empresariales que temían ser expuestas. b.- El Departamento de Justicia llegó incluso a negar la existencia de una "lista de clientes" de Epstein, contradiciendo lo que se sabía públicamente.
1. La gravedad de los hechos amerita que Trump sea suspendido de funciones presidenciales mientras se investigan, no podría postularse a reelección y todos los nombres de la lista deben ser formalmente investigados por delitos de tráfico sexual y explotación de menores.
2. Asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021: Trump promovió la toma del Congreso, negándose a reconocer su derrota electoral. Este intento de golpe de Estado produjo muertos, heridos y puso en riesgo directo el orden constitucional de EE. UU. Legalmente constituye conspiración e incitación al golpe, con sanciones que incluyen juicio político inmediato, destitución y prohibición de ocupar cargos públicos futuros.
3. Narcotráfico interno y corrupción militar: Catorce soldados de Fort Bragg, pertenecientes a unidades de élite como Delta Force y Boinas Verdes, fueron vinculados con tráfico de drogas. Este hecho desmonta la narrativa de "guerra contra las drogas" y muestra un patrón de corrupción interna. En lugar de asumir responsabilidades, la administración fabricó un enemigo externo en Venezuela, utilizando acusaciones mediáticas y políticas para desviar la atención. La consecuencia política incluye la responsabilidad del comandante en jefe por negligencia y encubrimiento, así como sanciones administrativas y penales para los militares implicados.
4. Fraude financiero y manipulación de documentos clasificados: Trump enfrenta investigaciones por fraude empresarial en la Trump Organization y por la retención indebida de documentos clasificados en Mar-a-Lago. Estas acciones constituyen obstrucción a la justicia, abuso de poder y violación de leyes federales, con sanciones que van desde la suspensión de funciones hasta juicios penales con posible condena.
5. Complicidad de Pam Bondi: Al retractarse públicamente y minimizar la implicación de Trump en la lista Epstein, Bondi demuestra encubrimiento deliberado y obstrucción de justicia. Las consecuencias legales incluyen investigación federal y sanciones disciplinarias, incluida la destitución de cargos legales y prohibición de ejercer funciones públicas o judiciales.
6. Responsabilidad de Marco Rubio: Como senador y aspirante presidencial, Rubio amplifica la narrativa de amenaza externa y la distracción política, incitando públicamente a acciones contra Maduro y
celebrando recompensas millonarias. Estas acciones constituyen violación de normas internacionales y abuso político, con sanciones que incluyen censura formal en el Congreso, investigación ética y posible inhabilitación política.
7. Despliegue militar en el Caribe como cortina de humo (smoke screen): Días después de memorandos que minimizaban la implicación de Trump en la lista Epstein, la administración ordenó un despliegue naval costoso, diseñado para generar miedo y manipular la opinión pública. Este gasto millonario, sin justificación real, constituye uso indebido de fondos públicos, abuso de poder y manipulación política de recursos estatales. La movilización de tropas para distraer al mundo de los delitos internos tiene consecuencias legales y políticas directas para el presidente y sus colaboradores.
Proceso legal y sanciones:
1.- Donald Trump: Bajo la Constitución de EE. UU., el Congreso puede iniciar un proceso de impeachment ante delitos graves como tráfico sexual de menores, fraude, obstrucción a la justicia y abuso de poder. Durante la investigación, el presidente debe ser suspendido de funciones, con un vicepresidente interino al mando. La suspensión incluye la prohibición de postulación a la reelección y si se comprueban los delitos, el juicio penal puede derivar en destitución, sanciones federales y pérdida de inmunidad.
2.- Pam Bondi: Por encubrimiento deliberado y obstrucción de justicia, Bondi enfrenta investigación federal y sanciones disciplinarias, incluida la destitución de cargos legales y prohibición de ejercer funciones públicas o judiciales.
3.- Marco Rubio: Por incitación a la violencia internacional y manipulación política, debe ser objeto de audiencias en el Congreso, censura formal, sanciones políticas y posible inhabilitación ética y moral para cargos mayores, incluida la presidencia.
Sanciones posibles (si se demuestra responsabilidad penal y/o civil):
∙ Impeachment + remoción (si Senado condena).
∙ Inhabilitación para cargos públicos futuros (vía voto adicional del Senado).
∙ Consecuencias civiles y económicas: juicios civiles, sanciones pecuniarias, pérdida de capacidad empresarial, congelamiento de bienes, multas por fraude.
La combinación de estos elementos, la lista de Epstein, el asalto al Capitolio, el narcotráfico interno, el fraude financiero, la complicidad judicial y manipulación política, conforma un patrón deliberado de distracción y abuso de poder. El despliegue militar en el Caribe y las campañas en redes sociales son solo humo, un espejo roto que refleja la incapacidad de EE. UU. para enfrentar sus propios crímenes mientras proyecta moralidad y amenaza externa. La historia y la justicia no permitirán que este artificio pase desapercibido: las responsabilidades legales, políticas y morales son claras y deben aplicarse de manera inmediata y ejemplar. El imperio puede mantener el velo por un tiempo. Pero tarde o temprano, todo templo agrietado deja entrar la luz. Y cuando eso ocurra, el espejo roto de Estados Unidos mostrará su verdadero rostro: un gendarme global incapaz de gobernar sus propios demonios.