La cárcel de Bukele

El presidente de El Salvador Nayib Bukele inaguró a comienzos de febrero la cárcel más grande de Latinoamérica, con capacidad para 40,000 delicuentes, que Bukele prefiere llamarle "terroristas". Desde que declaró un estado excepción el 27 de marzo de 2022, ya no es un estado de excepción porque se ha normalizado, ha logrado exitosamente disminuir significativamente la criminalidad. Las calles son más seguras, las salvadoreñas y salvadoreños salen en las noches, acuden a los partidos de fútbol, salen a sus trabajos más tranquilos.

El Salvador fue considerado hasta hace muy poco uno de los países más peligrosos del mundo, dominado principalmente por las pandillas Mara Salvatrucha-15 y su rival Mara Barrio-18. Estas pandillas eran praticamente los dueños de las calles, los cantones y de la capital San Salvador. Debido a las medidas punitivas Bukele tiene un índice de aprobación de 85 por ciento.

Por otro lado, el jóven Bukele, de corte neofascista, autoritário, ha gobernado a base de golpes de Tuits, introdujo en diciembre de 2022 el ejército y la policía en el Congreso salvadoreño como si fuera un rey se sentó en la silla presidencial de la Asamblea Legislativa, hiso una oración y obligó bajo amenazas a los diputados para que aprobaran su paquete de $109 millones de dólares para su plan de seguridad. Incluso, amenazó con una insurrección popular. Además se ha destacado por atacar los poderes independientes del Estado y la prensa independiente.

El problema de la delincuencia no está resuelto mientras se sigan violando los derechos humanos y jurídicos. De acuerdo a Amnistía Internacional hay niños y niñas entre 12 y 16 años que han sido condenados a prisión hasta por 10 años, que vienen de las comunidades marginadas y suelen detener arbitrariamente sin derecho a defensa jurídica, pueden estar recluídos sin alimentos y sin ventilación adecuada. Los malos tratos rayan en la tortura. En su primer traslado de 2000 reos a la megacárcel más criticada del mundo Bukele presentó un vídeo que fue un show mediático donde se trata literalmente a los confinados como si fueran ganado. Bukele es acusador, fiscal y juez a la vez, sin ningún respeto al estado de derecho, la democracia y sus instituciones. Numerosos países y organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rigths Watch coinciden que Bukele a convertido El Salvador en una nación donde los derechos humanos brillan por su ausencia. La respuesta de Bukele es burlarse y desafiarlos.

Se ha creado una falsa dicotomía entre seguridad y derechos humanos. Cuando es sabido que las organizaciones de derechos humanos han acompañado a los sectores más vulnerables cuando los gobiernos violan sus derechos humanos. Hasta el momento que redactamos estas líneas no se sabe cuánto costará al tesoro público el mantenimiento de la gigante cárcel y el mandatário practica la máxima maquiavélica del fin justifica los medios. El Gobierno de Bukele está atacando la sábana y no la enfermedad. Sus soluciones contra la criminalidad son el estado de excepción y la construcción de cárceles, cárceles que no son otra cosa que parches temporeros, que no van a las raíces sociales que producen la delincuencia.

Hasta que no se eliminen las desigualdades, la pobreza, se ataque la corrupción y respete el estado de derecho no pasará mucho tiempo que retorne la criminalidad. No estamos defendiendo a los delicuentes ni desacreditando a Bukele, sino pidiendo que se a tenga al derecho internacional, la dignidad humana y cumpla con los tratados Internacionales en materia de derechos humanos de los cuales El Salvador es firmante. De seguir así crea un inapropriado precedente que otorga licencia para la violación de los derechos humanos por parte del Estado.

 

 



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