En Honor al negro Villafaña

¿De quién es la victoria?

Transcurrió el día 15. Llegó la hora del primer boletín del CNE, gana la opción del Sí, con un 54,36% de los votos. Estallamos en alegría, se aprobó la enmienda…seguimos en el camino de construir la patria soñada.

De inmediato la oposición niega mérito al resultado, dicen: era inevitable, una lucha de David contra Goliat. Según ellos, el frágil David es Globovisión con su millonaria campaña. Llaman David a las redes de estudiantes consentidos por los medios privados, y dueños de sonrisas ensayadas detalladamente con los vasallos del imperio. David le dicen también a los vampiros que subsisten en los partidos de la burguesía, esos que adoptan como suyos, fragmentos de nuestra revolución, para hacerse de algunas almas del pueblo. Para ellos, Goliat es el aparato burocrático y el dinero del petróleo.

Y precisamente en esto último, donde se equivocan. Porque Goliat es el hombre y la mujer que, con chancletas o zapatos gastados, recorrió cerros y escaleras para hablarle a la conciencia de sus vecinas y vecinos. Goliat es el hombre y la mujer, que fue a votar en un auténtico acto de conciencia. Goliat es, el hombre y la mujer que, en el cerro, cocinó con amor para sus camaradas, mientras éstos defendían la transparencia del proceso electoral. Goliat es el hombre y la mujer que entregó gratuitamente su sudor y su vehículo, para trasladar comida, enfermos, ancianos. Goliat es el hombre y la mujer que, con una mano realizó la tarea, y con la otra meció el coche de su hijo…

Pero…¿Quién no es Goliat?. Pues: no es Goliat el pseudo dirigente traidor, que después del 16 le vimos en un piso cualquiera de cualquiera institución del estado, metros repletos de propaganda por el Sí, secuestrada y caduca; sin mostrar la misma cara de pena que tenia cuando le asignaron repartirla Tampoco el burócrata que apagó su celular corporativo y se hizo etéreo, mientras librábamos la batalla. Menos aún, el disfraz rojo que se une a nuestras filas en busca de un argumento para perseguir ferozmente hasta el más mínimo de los privilegios. A ellos les decimos: triunfamos, a pesar de ustedes.

La contrarrevolución de ojos tapados y oídos cerrados (citando al filósofo del Zulia), no logra ver la inmensidad del pueblo. Europa, la oxidada, con sus esqueletos reales, no entiende que somos Goliat. No entienden que, aún con el estómago y los bolsillos vacíos, seguimos siendo Goliat.

Bendito sea mi pueblo, hacedor de victorias. Nos resta vencer a la burocracia enquistada: ¡no lo perdamos de vista!

Dimos otro paso mas adelante, pero no hemos apartada la maleza del camino que nos impide llegar al extremo, donde se anidan nuestras utopías.


baredu25@hotmail.com


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Maricruz Díaz y Bartolo Hernández


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