¡Feliz año 2009!

El canal de los venezolanos, en la edición de su noticiero del 23 de diciembre pasado, presentó un contraste entre las actitudes navideñas de los estadounidenses en sus malls y las de los venezolanos en sus mercados tradicionales. Mientras allá los comerciantes para atraer sus pocos clientes, con actitudes adustas, ofrecían importantes descuentos en sus mercancías, aquí nuestros mercaderes, con sus precios sobrecargados como es costumbre de la época, asistían a sus risueños marchantes con presteza.

Desde luego en nuestro caso, nuestro talante refleja el consumismo impuesto por esa oligarquía rentista y hedonista que despilfarró la prolongada bonanza petrolera. El común de los venezolanos no ha recibido de sus pastores católicos, ocupados en seguir obteniendo parte importante de esa renta, el mensaje bíblico sobre la "época de las vacas gordas" y la de "las flacas". La razón de esa diferencia de comportamientos, que en el pasado era posiblemente lo contrario, es la pérdida de la mística de los yanquis con la correspondiente ganancia de una nueva espiritualidad en los criollos. La de los anglosajones, inspirada en el calvinismo y su práctica política liberal, la mató el neoliberalismo con su perversión que condujo a la conversión del hombre en "lobo del hombre"; mientras nuestra naciente sensibilidad nace de la fe, la esperanza y la voluntad presente en la idea de la "revolución social" y su praxis política, el socialismo.

Posiblemente, esa aseveración no incluye a la minoría de los venezolanos de los sectores medios que han pretendido adoptar el carácter de la todavía austera pequeña burguesía estadounidense.

Ellos han asumido la conducta del proletariado interno ­en el sentido que le da Toynbee a la frase­ de ese país, representado por la inmensa variedad de colonias extranjeras establecidas en esa tierra, atraídas por su auge económico. Un apogeo que empezó a decaer, como le sucedió a Roma, cuando sustituyó su democracia por el cesarismo de la Presidencia imperial. Lo mismo que les ocurrió en la década de los sesenta del siglo pasado, cuando sus adolescentes, imitando a los teddyboys, provenientes de esos mismos grupos, se inclinaron al consumo de drogas, introducidas por la CIA en la población negra para neutralizar su rebelión. Aunque ellos han inundado sus centros comerciales en una continuación de su derroche, su carácter lo amarga el odio paranoico, irreflexivo, que les impide disfrutar la paz relativa existente en nuestro país, gracias a esa revolución social, amortiguadora de las tensiones sociales preexistentes.

No obstante, con la seguridad que da esa mística revolucionaria, afirmo que el 2009 nunca será una regresión a esos últimos 30 años de existencia de ese Estado corporativo, que marginó a la mayoría de los venezolanos. Y en base a esa convicción, deseo expresarles a todos mis compatriotas mis deseos por un feliz año, convidando a esos sectores afligidos a una meditación sana que les permita disfrutar las bondades de nuestra tierra y de nuestra gente. El año 2009 será un nuevo trecho en el camino hacia la sociedad justa y equitativa que debería ser la aspiración de todos sus miembros de buena voluntad.



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Alberto Müller Rojas


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