Un sábado, el 8 de mayo de 1830, un Simón Bolívar enfermo y acorralado abandonaba Bogotá rumbo a un exilio que esperaba le salvaría la vida. La Gran Colombia se resquebrajaba, y con ella, el sueño continental por el que había entregado todo.
Pero el destino, cruel e irónico, lo condujo no a Europa, sino al refugio final en la Hacienda San Pedro Alejandrino, en Santa Marta, bajo la noble hospitalidad del español Joaquín de Mier. Allí, presintiendo la sombra del sepulcro, el Libertador dirigió el viernes 10 de diciembre de 1830 su último mensaje a los colombianos, un testamento político cargado de dolor, perdón y un anhelo imperecedero.
"Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía", escribió con mano febril. "He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono", proclamó, elevando el perdón por encima del rencor. Su último deseo no fue para sí, sino para la patria fragmentada: "No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia".
Instó a todos a trabajar por el "bien inestimable de la unión": "colombianos. Mis últimos votos son por la felicidad de la Patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro".
Hoy, a casi dos siglos después que su voz jamás sea sepultada en los archivos de la historia, la misma debe ser transformada en un reclamo vigente que atraviese el tiempo e interpele directamente a los venezolanos. La unidad que Bolívar pidió con su último aliento no era una mera suma de territorios, sino la conjunción de voluntades en torno a un propósito sagrado: la dignidad de los pueblos.
A los venezolanos nos toca recoger la proclama del libertador y reescribirla en presente, con la convicción de que nuestra unión es el único camino para restaurar la libertad, construir una paz justa y defender la soberanía popular y nacional.
La historia nos observa; no podemos defraudarla. La patria, nuestra única e irrevocable patria, nos espera. En la diversidad, haremos de Venezuela nuevamente la tierra en paz y soberana que soñó el Libertador.