A los que no quieren a Venezuela

En tiempos de turbulencia geopolítica, cuando el Caribe vuelve a ser escenario de tensiones militares y amenazas externas, resulta imprescindible levantar la voz contra una conducta que hiere la dignidad nacional: la actitud de algunos venezolanos que, en nombre de intereses particulares o resentimientos políticos, llegan a justificar e incluso aplaudir la posibilidad de una invasión extranjera a nuestra patria.

Aceptar o promover la intervención militar de potencias imperiales en Venezuela no es un gesto de crítica legítima ni de oposición democrática; es, en esencia, un acto antipatriota que desconoce la historia de resistencia de nuestro pueblo y la memoria de quienes lucharon por la independencia.

Quienes hoy apoyan la idea de una invasión olvidan que ninguna potencia extranjera actúa por altruismo. Las intervenciones militares en América Latina y el Caribe han dejado un saldo de saqueo, represión y pérdida de soberanía. Basta recordar República Dominicana en 1965, Granada en 1983, Panamá en 1989, o las múltiples incursiones en Haití. En todos los casos, la narrativa de "restaurar la democracia" encubrió intereses económicos y geopolíticos. ¿Por qué habría de ser distinto en Venezuela?

Transmitir la memoria histórica de las luchas antiimperialistas es vital para comprender el presente; transferir esa conciencia a las nuevas generaciones es un deber ético; trasladar ese saber hacia la acción política es lo que garantiza la defensa de la soberanía.

Cuando una persona nacida en Venezuela se coloca del lado de quienes amenazan con bombardear nuestras ciudades para ocupar nuestro territorio, está traicionando el principio básico de la identidad nacional y sentido de pertenencia.

La reflexión crítica exige reconocer las fallas, pero también distinguir entre la disputa democrática interna y la entrega de la patria a manos extranjeras. Quien confunde oposición con sumisión imperial, termina debilitando la posibilidad de construir un proyecto autónomo y plural.

La amenaza militar imperial no es una abstracción, es un riesgo real que compromete la paz regional y de materializarse, dejaría heridas profundas en nuestro tejido social.

Por ello, este llamado va dirigido a quienes, desde la comodidad de las redes sociales o desde la frustración política, celebran la posibilidad de una invasión. A ellos les decimos: no se trata de querer o no querer a un gobierno, se trata de querer o no querer a Venezuela.

Rechazar la amenaza militar imperial en el Caribe es un deber patriótico y ético. Venezuela merece ser pensada desde la dignidad, no desde la sumisión. Se defiende, se cuida y se ama, incluso en medio de las diferencias internas.



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Oscar Bravo

Un venezolano antiimperialista. Politólogo.

 bravisimo929@gmail.com      @bravisimo929

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