La democracia participativa en el Municipio Sucre del estado Miranda: Una experiencia truncada, años 2000-2002

El ensayo que presento a continuación, forma parte de un trabajo mas amplio en el que narro mi experiencia como servidor publico, durante un lapso comprendido entre los años 1999-2012, en diversas instituciones del Estado venezolano1. El relato que sigue, recoge la gestión de Funda-Sucre junto a un magnifico equipo de trabajo2, durante los años 2000 al 2002. Lejos de pretender reconocimientos personales, persigue rememorar un escenario de conflicto en el que dos proyectos políticos se enfrentan en el propio interior del gobierno municipal. Por un lado, una propuesta participativa y profundamente democrática, que bregaba por posicionar un modelo de gobernabilidad basado en la descentralización comunitaria, tal como lo plantea la Constitución en su artículo 184, haciendo uso de una metodología para el ejercicio directo de la democracia, que llamamos Consejos de Desarrollo Comunitario, (en adelante CDC). Por otro lado, el poder hegemónico del extinto partido MVR y la burocracia municipal, articulada en torno a los poderes ejecutivo y legislativo, quienes de manera contumaz, se afanaron por imponer un proyecto corporativo, que solo beneficiaba intereses particularistas, tanto del partido, como de la burocracia municipal. Proyecto que la postre se impone, de la mano del alcalde de aquel entonces.

Año 2000: se inicia nuestra gestión al frente de Funda-Sucre.

Para aquel momento, (noviembre del año 2000), la institución estaba abocada casi que exclusivamente, al otorgamiento de beneficios al personal obrero y empleado del gobierno municipal. Por esta causa, el vínculo de Funda-Sucre con la población del municipio, era virtualmente inexistente, pues tan solo se limitaba a conceder una que otra ayuda benéfica de forma individual. La Fundación al ser promovida como un instrumento de beneficencia pública, excepcionalmente otorgaba una que otra dadiva a los habitantes más pobres de la localidad. Sin embargo, esta debilidad se convierte mas adelante, en una oportunidad para emprender una nueva concepción de la emergente gestión, basada en la democratización de los asuntos públicos locales.

Por otra parte el escenario socio-económico municipal, se caracterizaba por altos índices de violencia, así como por un sin fin de problemas asociados a la pobreza. Esta situación exigía que la institucionalidad municipal, se colocase a la altura de aquella problemática. Situación que nos obligó a adecuar la razón de ser de la Fundación a las necesidades de la población, imponiéndonos el desafío de impulsar un modelo de gestión ajustado al desarrollo de las personas, e imprimirle un giro de timón al enfoque tradicional centrado en el clientelismo, el cual se abocaba exclusivamente al otorgamiento de beneficios a la burocracia municipal. Nos propusimos pues, transformar la gestión conforme con un enfoque orientado a la inversión social dirigida a favorecer la inclusión de los habitantes del Municipio Sucre del estado Miranda.

El cambio de un modelo de gestión que hasta ese momento solo favorecía a la propia institución municipal, por otro cuya visión gravitara entorno a las expectativas y necesidades de la población, levantó una serie de resistencias desde del grueso de la burocracia municipal, quien se resistía a perder el protagonismo de las relaciones clientelares. No obstante, en la medida que la gestión ampliaba su cobertura hacia los sectores populares, la nueva propuesta encontró en los habitantes del municipio el respaldo necesario que vencería el conservadurismo institucional, representado en los sindicatos y un sector importante del partido de gobierno. Finalmente esta emergente gestión, logra posicionarse gracias al respaldo popular, logrado mediante el involucramiento del equipo del trabajo en los temas y problemas de la población, a partir de sus propios ámbitos de vida cotidiana.

Fundasucre era pues identificada por su vocación asistencialista y por el uso de métodos clientelares de administración de los recursos públicos. La repartición de ayudas conmiserantes le permitía esconder su esencia utilitaria, pues en realidad, se trataba de la caja chica del ejecutivo municipal. En consecuencia, la relación con los pobladores del municipio se establecía mediante la repartición clientelar de favores, con la finalidad de facturarlos mediante la exigencia de votos en momentos electorales.

Al igual que la casi totalidad del país, el Municipio Sucre también sufría el abatimiento de la fragmentación social con limitadas posibilidades vinculares de reciprocidad y sociabilidad entre sus habitantes. Siendo así, inscribía vigencia la necesidad de recuperar la vivencia comunitaria entendida como sentido de pertenencia a un orden colectivo (Lechner, 1992) y, de este modo, rehabilitar el debilitado tejido social del municipio. 3

Una vez más, emerge la metodología consejista para habilitar las políticas públicas en la escena del territorio municipal4. Se requería una estrategia que cohesionara a los sectores populares y los aproximara a la utopía de hacer historia desde lo micro-local, fortaleciendo a su vez la conciencia autónoma de responsabilidad en relación a los asuntos de interés público local.

La Participación comunitaria como proceso de construcción colectiva.

Reaparece la estrategia consejista, esta vez mediante los Consejos de Desarrollo Comunitario (CDC), concebidos desde una doble determinación valorativa. Los CDC debían asumir en parte un papel ético-político en razón al imperativo ético que significa cohesionase para el interés común. Al hacerlo se emprendía la motivación autónoma por la supremacía de los derechos y deberes colectivos, activando la voluntad de hacer en nombre de la colectividad. Emergía también el Consejo como proceso político, en virtud a que reaparecía como estrategia de articulación de fuerzas, necesarias para emprender las transformaciones materiales requeridas por la comunidad. Comienza de este modo la configuración de lazos de reciprocidad entre diversos actores de la vida micro-local, dentro de los que se incorporaron actores de diversa índole, tales como: deportistas, grupos religiosos, asociaciones de vecinos, amas de casa, trabajadores, emprendedores comunitarios, entre otros, haciendo a un lado las diferencias político-partidistas.

Al igual que en el proyecto de parroquialización del estado Vargas, se invitaba a una primera asamblea en el barrio en el que se emprendía la propuesta de gestión participativa, cuidando celosamente la transparencia del proceso de convocatoria, así como la discusión de la metodología de trabajo. Luego se llevaba a cabo la segunda asamblea donde se elegían los voceros de cada sector del barrio. Elección que se realizaba una vez seleccionadas las personas para formar el Consejo, algunas postuladas por los asistentes a la asamblea, otros lo hacían por sí mismos. Finalmente la elección de los voceros se cumplía haciendo uso de variados procedimientos, a saber, a) secretamente, mediante el uso de urnas elaboradas por el equipo organizador, b) por consenso y c) mediante la combinación de ambas estrategias. El conteo de los elegidos se hacía en público, e inmediatamente se procedía a la juramentación del CDC por parte del equipo de trabajo de Funda-Sucre.

La experiencia durante esta fase de la gestión pública, me llevó a comprender que lo fundamental no era el Consejo como instancia formal de organización en sí misma, sino el proceso que le daba lugar, en otras palabras, la vivencia de construir el devenir histórico de manera colectiva, donde la discusión y reflexión para la elaboración de un plan de trabajo, constituyen la puesta en práctica de la democracia participativa. Clara manifestación de una práctica liberadora. De esta forma se garantizada la transparencia del proceso participativo, revistiéndolo de reconocimiento colectivo, otorgando a su vez, sentido de identidad y pertenencia hacia una propuesta de gobierno, basada en la búsqueda de la autodeterminación comunitaria.

El proceso incluyó también un componente político-técnico. El CDC una vez conformado, debía asumir el desafío de otorgarle viabilidad a la necesidad de transformar las condiciones materiales de existencia, por lo tanto, los problemas y demandas exigían la sistematicidad de su abordaje, bajo la forma técnica de un plan de trabajo. Planes que desencadenaron la más de las veces, en proyectos de vida, todos los cuales proporcionaban el sentido de la utopía que activaría la voluntad de hacer. Una vez más el método ALTADIR de planificación popular, constituyó nuestra herramienta técnica de planificación, permitiéndole al CDC ordenar el horizonte de esperanzas en un cuerpo sistemático de ideas.

- La Experiencia en la Localidad del Winche, Parroquia Mariches.

Más de una veintena de experiencias de CDCs, fueron activadas en el municipio durante dos años de gestión. Sin embargo, quiero hacer especial énfasis en el CDC del Winche por haber sido la vivencia que mejor sintetizó, los escollos que debió enfrentar un estilo de gestión pública, comprometido con la democracia participativa en un contexto en el que, el personalismo partidista predominaba como doctrina de gobierno.

Para el año 2000 en el que conocí la localidad del Winche (ubicada en la parroquia Mariches del Municipio Sucre del estado Miranda), se trataba de un conglomerado de personas, que en busca de un techo para vivir, conformaron un improvisado barrio, compuesto por viviendas construidas con materiales de desecho, armadas al calor de incansables invasiones donde se amontonaba el pesado fardo de la extrema pobreza. Un sitio que bien podía ser descrito como vertedero de seres humanos excluidos.

Se trataba para aquellos días del año 2000, de un lote de terreno propiedad de Funda-Sucre, donde al parecer se tenía previsto un desarrollo habitacional que nunca llegó a concretarse pero que, afortunadamente nos dimos por enterados gracias a las solicitudes de caridad, que comenzaron a cortejar al equipo de trabajo desde los primeros días de gobierno en la precitada institución. Conocido el lugar, visualizamos la oportunidad que este lúgubre espacio nos brindaba, para emprender un programa de gestión basado en la democracia participativa.

Estoy rememorando el mes de enero del año 2000, días posteriores a la primera visita al terraplén. Una vez realizados los trámites metodológicos y logísticos necesarios, se conforma el Consejo de Desarrollo Comunitario del Winche. De inmediato y para evitar el languidecimiento de la emotividad colectiva, dimos inicio siete días después, al taller de formulación del plan de trabajo comunitario del CDC, haciendo uso del método Altadir de Planificación Popular. Proceso que duró aproximadamente un mes de faena. A principios de marzo del mismo año, el CDC-Winche contaba con su propio plan de gestión comunitaria, con sus problemas identificados, los actores que se involucrarían en las actividades, los objetivos y las acciones a seguir. Todo en un cronograma de ejecución donde cada uno de los voceros del CDC, adquirió responsabilidades para contribuir en la construcción del futuro deseado. Fue este el segundo momento de satisfacción para los habitantes del lugar, ya que comenzaban a avizorar con claridad un futuro que hasta ahora había sido incierto, sobre todo porque aquel horizonte de futuro estaba siendo concebido por ellos mismos. Es así, como comienza a florecer el sentido de comunidad en la localidad del Winche.

La definición de prioridades en el proceso educativo de planificación fue concluyente, pues se identifican dos problemáticas que prácticamente hacían imposible abordarlas por separado, y en tiempos diferentes. La necesidad de solventar aquellas demandas parecía impostergable, pues su perentoriedad no admitía un mañana. Tales problemáticas consistían en primer lugar, en la necesidad de vivienda, y en segundo término, en la carencia de escuela para decenas de niños excluidos del derecho a la educación. Sin embargo la solución al tema de la vivienda se impuso, porque no solo afectaba a los niños, sino a la comunidad en su conjunto.

Fue en esta citada fase del proceso participativo, donde intervenimos como intelectuales orgánicos para persuadir a la comunidad de la necesidad de construirle viabilidad al proyecto, es decir, pensar estratégicamente para no perder ambas oportunidades. La localidad del Winche si bien había avanzado en su integración, no tenía la fuerza suficiente desde el punto de vista organizativo y material, para emprender una lucha de largo aliento por la conquista de la vivienda, lo que implicaba el riesgo de agotar los esfuerzos y perder lo que se había alcanzado en cuanto a la organización. Además las paupérrimas condiciones de vida atentaban permanentemente en contra de la organización popular, especialmente porque se trataba en su mayoría de madres solteras que debían garantizar el sustento para sus hijos.

Al término de largas horas de debate durante el proceso participativo, se acuerda por unanimidad, comenzar con la problemática de la escuela una vez evaluados los escenarios de viabilidad para solucionarla, a saber, se disponía de un local que estaba en manos de una fundación, auspiciada por el gobierno del estado Miranda de aquel momento, pero que se encontraba en condiciones de subutilización. Por otro lado desde Funda-Sucre, y como resultado de la racionalización de recursos financieros, estábamos en la capacidad de destinar un monto en dinero para la recuperación de la infraestructura del local. En cuanto al personal docente, surge la propuesta de reclutar maestros voluntarios de la comunidad, hasta tanto el ministerio de educación asumiera la responsabilidad de asignarlos. Finalmente en relación a la mano de obra requerida para la restauración del local, se logró por mediación del CDC, comprometer a un grupo de vecinos para los trabajos de albañilería, plomería y electricidad.

Durante los días finales del mes de julio del año 2000, gracias a la cayapa comunitaria, se inaugura la escuela con el nombre, "Escuela Despertar Comunitario", con una plantilla de 190 niños aproximadamente. Significó el segundo momento de satisfacción para la comunidad, pues, había vivido la maravillosa experiencia de conquistar con su esfuerzo, lo que parecía imposible.

Winche como colectividad se ve fortalecida moralmente consolidando su organización, pero además logra el reconocimiento institucional del que hasta ahora había carecido. La estrategia de comenzar por la escuela constituyó un gran paso hacia adelante. Ahora con una comunidad y un CDC consolidado, restaba continuar la lucha por la vivienda.

El CDC del Winche emprende con el apoyo de Funda-Sucre, una embestida de cartas y llamadas telefónicas a la presidencia del Fondo de Desarrollo Urbano (Fondur) con el propósito de obtener una audiencia y establecer acuerdos y compromisos a objeto de retomar el proyecto de vivienda. Desde que la primera comunicación fuera enviada a Fondur, hasta el momento que fuimos atendidos por su presidente, transcurrieron ocho largos meses. Muchas personas de la comunidad se habían desesperanzado y retirado del CDC. No obstante, gracias a la voluntad y la insistencia del CDC, el proyecto es reactivado y ejecutado por el gobierno nacional. A mediados del año 2002, es inaugurada la primera etapa del proyecto, con la presencia del presidente Chávez mediante la instalación de su programa televisivo Aló Presidente.

A partir de este momento, Winche sale del anonimato mediático, dándose a conocer en los confines del país, lo que se tradujo en una avalancha de instituciones que atiborraron con su presencia lo que hasta hacia unos meses no era más que un campo de concentración, y una relación bilateral comunidad-Funda-Sucre. Nadie quería quedarse por fuera del festín mediático, todos deseaban retratarse dentro de lo que parecía ser el ícono de la revolución bolivariana. Pero poco o nada construyeron con la gente. Por el contrario, mediatizaron con su presencia el trabajo popular, desmovilizándolo e ignorando la experiencia previa de trabajo. Cual conquistadores europeos que "descubren" América, llegaron desconociendo la historia de lucha de la comunidad. A la escuela Despertar Comunitario le cambiaron el nombre por el de un prócer de principios del siglo XX, como evidencia del escaso reconocimiento a los esfuerzos construidos por el pueblo. Por lo tanto, los recién llegados del gobierno, decretaron que los símbolos autóctonos no merecieran servir de epónimos de los espacios y lugares de aquella localidad. Ciertamente, el proyecto de vivienda resolvió en gran medida el problema habitacional del barrio, pero la embestida gubernamental alienó el proceso popular de autodeterminación.

El proyecto de Ordenanza de los Consejos de Desarrollo Comunitario: año 2001

De la experiencia de los CDC en el Municipio Sucre, surge en el año 2001 por iniciativa de estas organizaciones y de Funda-Sucre, el proyecto de ordenanza municipal que buscaba regular el funcionamiento de estas entidades del poder popular. Por vez primera, se construye colectivamente una propuesta legislativa para ampliar la democracia hasta los espacios micro-locales, elevando a los Consejos de Desarrollo Comunitario al estatus de nuevos sujetos de descentralización, siguiendo la novedosa propuesta contenida en el artículo 184 de la recién aprobada Constitución de 1999. Se proponía por lo tanto, la creación de un situado comunitario para el financiamiento de proyectos de desarrollo micro-local. Así mismo, se establece en dicha ordenanza, la creación de una red de Consejos que aspiraba articular vínculos de solidaridad en todo el municipio, de cuyo seno se elegirían voceros para formar parte de un consejo municipal de gobierno. La propuesta fue elevada a la Cámara Municipal de Sucre, invocando los artículos 5, 70 y 184 de la Constitución que le otorgan a la población el derecho a proponer iniciativas legislativas como medio de participación soberana y protagónica. No obstante, la propuesta fue rechazada mediante mecanismos dilatorios, su espíritu revolucionario atentaba en contra de los intereses de la clase política del gobierno municipal, tanto del legislativo como del ejecutivo. Finalmente nunca fue discutida. Tratando de ejercer presión para que atendieran esta demanda de participación a través de los CDC, solicitamos un cabildo abierto cubriendo todos los requisitos para tal fin, no obstante, esta petición fue también ignorada por la cámara municipal del Municipio Sucre del estado Miranda, de aquel año 2001.

La propuesta de los CDC, ya había generado prurito en los altos niveles de decisión del gobierno municipal. El alcalde de aquel entonces, Rangel Ávalos y parte de su equipo, ven con desconfianza y temor esta iniciativa, ya que no encontraban como obtener rentabilidad política de aquella propuesta. De este modo, el alcalde utiliza el argumento de la carencia de figura jurídica que reconociera a los CDC, obviando que nuestra Constitución otorga el derecho de organizarse legítimamente. Finalmente ordena la suspensión del programa, usando como argumento la supuesta inconsistencia jurídica de los CDC. Es evidente que detrás del argumento técnico se ocultaba la verdadera razón política, que no era otra que oponerse a la profundización de la democracia en el municipio. 5

Reflexión final

Tal como se constata a través de esta experiencia, el contenido valorativo que caracteriza a los políticos de profesión, aquellos que cobran por hacer política, es simple y llanamente el deseo de poder. Su única virtud es la retorica demagógica, vale decir, la hipocresía. Aun y cuando en su devenir por las instituciones públicas, han dejado una estela de destrucción y miseria6, no se cansan de dar cátedra de cinismo, todas vez que escamotean sus responsabilidades, mediante la acusación de terceros. La reflexión lejos de pretender quitarle votos a uno a favor de otros, persigue la reflexión ética, en tanto somos responsables como ciudadanos, de las acciones que comenten los políticos, en el sentido de que la mas de las veces, nos hacemos participes de una retórica y una practica, fundada en la mentira, aun y cuando somos consientes de que muchos a quienes elegimos, no son mas que mensajeros de la hipocresía.

cmolinagra@hotmail.com

1 Se trata de un trabajo más amplio denominado Gestión Defensorial y Derechos Humanos: Una aproximación desde el Ámbito penitenciario. Disponible en http://saber.ucv.ve/handle/123456789/16883

2 Merecen especial mención, Marisol Olmeta, Alejandrina Reyes, Mayra Bracho, Luis Bolívar, Joel Linares, Jorge Bastidas, por solo mencionar a quienes tuvieron la responsabilidad de acompañar la experiencia participativa de Funda-Sucre, durante aquellos dos años de gestión.

3 La noción de comunidad como proceso socio cultural, indispensable para hilvanar tejido social, ha sido el paradigma que ha acompañado permanentemente mi experiencia institucional, aunque debo destacar que su maduración se alcanza desde Funda-Sucre. De ahí, la tesis que inspira el Programa que años mas tarde se implementara en la Defensoría del Pueblo, denominado Haciendo Comunidad para los Derechos Humanos, el cual partió de la premisa que sustenta que, sin sentido de comunidad no es posible el acceso a derechos humanos.

4 Durante el año 1999, ya la habíamos utilizado esta metodología desde el ámbito de la gestión cultural en el estado Vargas, a través de los Consejos Culturales Parroquiales. Ello en el marco del proyecto de Parroquialización de la gestión cultural que adelantamos desde la dirección de cultura de esa entidad federal. Para mayor información, ver Molina, Carlos disponible en: http://saber.ucv.ve/handle/123456789/16883

5 Tanto la experiencia del estado Vargas con los Consejos Culturales Parroquiales, como la del municipio Sucre con los Consejos de Desarrollo Comunitario, son análogas en cuanto su problemática política. Ambas son rechazadas por el poder político-institucional una vez que este constata, que se trata de herramientas organizativas para la solución de problemas comunitarios, inútiles en consecuencia como plataformas sociales del partido en el poder, pues no son susceptibles de ser manipuladas, conforme a los intereses de aquel. En ambas experiencias, los consejos se organizan para integrar y planificar en torno a problemas comunitarios, y luego proyecto en mano, exigir a los poderes públicos, el deber de participar corresponsablemente con la comunidad, en su solución. Por ello mismo, se colocan más cerca de la autodeterminación comunitaria, siendo extraños a toda tentativa instrumental de la política, en la que si son objeto de tutela y control por parte de los poderes públicos.

6Tal es el caso de Rangel Ávalos quien gobernó el municipio Sucre durante ocho años, y hoy se presenta como el recién llegado que nada tuvo que ver con el desmantelamiento de la institución municipal, pretendiendo una vez mas, investirse de alcalde. No obstante, su precariedad gerencial solo es superada por su capacidad para engañar.

 

 



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