El chupamedias

¡Chuparmedias¡ es una expresión repulsiva que solemos escuchar por doquier, aunque los orígenes de la adulancia son de vieja data y cobraron mayor auge en la época del "Imperio Romano" o Imperium Romanum que significaba en latín dominio de los romanos, alrededor de 6.5 millones de kilómetros cuadrados (27 aC- 476 dC), momentos en los cuales los vasallos lograron sacar inusitados provechos al impacto ególatra que producía en «Sus Señores» inclinarse frente a ellos —cual avestruz— y besar sus pies.

Esta expresión propia de vanagloria y sumisión plebeya, en lo que a este texto se refiere, no pretende en absoluto establecer algún parangón con el ritual religioso de los feligreses cuando en los templos besan los pies de las imágenes de sus santos venerados; eso es otra cosa.

El presente Artículo busca propiciar, en lo posible, una reflexión constructiva sobre el denigrante comportamiento en el que incurren algunas personas, a veces con absoluta premeditación, para granjearse "favores" en el trabajo o en cualquier otra instancia social.

En el curso del tiempo el "chupamedismo" se ha vestido con diferentes trajes (en la plebe y en la burguesía) y no por ello ha escapado de implacables rechazos. Merecidos desprecios tienen quienes sin rubor alguno hacen de esos desatinos un medio de subsistencia. Como aquellos que han borrado de su léxico la palabra NO. Su "jefecito" nunca se equivoca, siempre tiene la razón (aunque no la tenga). Y mire cuantos desatinos se han cometido por consentir "chupamedias" al lado y alimentar sus tropelías.

El imaginario colectivo venezolano guarda innumerables expresiones con las cuales designar un mismo asunto, como ocurre con el abanico de nombres para seleccionar el café que la persona se quiere tomar: un negrito, un negrito claro, un negrito oscuro, un negrito blanco, un negrito largo, un negrito grande, un con leche, un marroncito, un guayoyo, un guayoyito, un marrón grande, etcétera; también en el caso del "chupamedias", cuenta con un conjunto de expresiones populares entre las que destacan: jalamecates, comesuelas, bobo longo, culebra, alfa, fufú, tripifú, omega, zalamero, alcahuete, cholero, lambión y cualesquiera de los que usted está pensando.

Las siguientes son expresiones propias con el uso de algunas de estas palabras sobre personas que se comportan permisivas con otras solo por obtener favores; recogidas en textos publicados en Internet:

Por chupamedias lo aislaron del equipo; ese grupo que ven ahí son los chupamedias del director; mira no seas tan chupamedias; hala, pero no te guindes; esa es la chupamedias del camionetero…

En la política venezolana existen anécdotas de todos los tiempos, muchas de ellas publicadas en anecdotarios de todo tipo y otras que circulan a sotovocce. Ando detrás de una atribuida al presidente Antonio Guzmán Blanco —la cual celosamente debe guardar Jonás Castellanos en los estantes de la Librería Historia "patrimonio del libro nacional"—, poco publicada, quizá por la rigurosidad del respeto al derecho de autor.

Se trata de una fina "chupada de medias" a Guzmán Blanco, quien nunca ocultó sus veleidades aproximativas con el Libertador Simón Bolívar. Se cuenta que "El Ilustre Americano" al despedir a uno de sus ministros profirió a toda voz opiniones denigrantes sobre la conducta de su cercano colaborador. Hasta lo echó del Despacho: "¡Fuera de aquí!" " ¡No te quiero ver!"...

Conociendo bien el ya exministro las debilidades de su Presidente, y dada la confianza que había existido entre ambos, cuando se aproximaba a la salida, antes de cerrar la puerta le espetó:

—¡Hasta en lo malcriado te pareces al Libertador!

Guzmán Blanco lo perdonó…

Entre los aportes de la novelística venezolana el escritor Rómulo Gallegos hace los suyos en la novela Doña Bárbara, con la creación del personaje "El Bachiller Mujiquita" que puede analizarse desde diferentes ángulos literarios. Se trata de una persona de procedencia rural y de marcada pobreza que llegó a coronar sus estudios como abogado en Caracas y luego ocupó el cargo de Juez en el pueblo de Altamira. Pero es muy cobarde e infeliz. Su vida en la obra galleguiana está circunscrita a los regaños, insultos y vejámenes de "ño Pernalete", un general rural, arbitrario e inmoral.

Mujiquita, a base a adulancias, lisonjas y ultrajes, se las ingenia para no sucumbir de hambre con su familia, en un mundo ajeno a sus sentimientos, y ante la carencia de un carácter recio, propio del hombre del llano venezolano, se presenta como el hazmerreír en la novela, o bufón observado desde una óptica teatral.

Tal vez en este contexto, a pesar de la distancia en el tiempo, y de que se trata de un caso también de excelente humor adosado a un extraordinario "chupamedismo" clerical de comienzo del Siglo XVII, para regocijo del lector cito al personaje "Tartufo" del dramaturgo francés Moliére (Jean Baptiste Paquelín, 1662-1673).

En los cinco actos de esta pieza escrita por uno de los íconos del teatro del absurdo, por más de una vez no resistimos la tentación con quien retrotraen algunos de sus personajes, y mediante un discreto codazo compartimos con quien nos acompaña la escena bufa.

Allí el lenguaje gestual es evidente para corroborar y compartir la comicidad que nos ofrece Moliere a través de "Tartufo" de la cual, según el reparto de personajes, él realiza un magnifico papel actoral. Pero, como hemos dicho, se trata de otro tipo de bandido. No de estos que vemos todos los días.

Moliere logra de manera magistral argamasar las trapisondas de personajes rocambolescos representados por un falso devoto de hace seis siglos con una excelsa dramaturgia que hizo que la Real Academia de la Lengua Española adoptara en su Diccionario (DRAE) la palabra tartufo para definir a la persona hipócrita y falsa.

Pero uno se pregunta: ¿Y cómo hay "tartufos" en todas partes y sus respectivos alcahuetes que los acogen?

En la Revolución es otra cosa.

Los "chupamedias" no deben tener cabida en la Revolución. Se les debe rechazar. El colectivo en el cual se anida esta desviación social debe combatirla ipso facto, al tomar consciencia de su presencia, porque después que esta hidra expande sus tentáculos resulta harto difícil acabar con sus perversidades.

Me referiré seguidamente, para concluir, a un caso en Vietnam en el cual el Presidente Ho Chi Minh sentó bases, no sobre ese término tan popular venezolano -el "chupamedismo" que aquí se califica de otra manera-, sino sobre la complacencia y creencia a ciegas en lo que otros dicen. O, quieren escuchar.

Palmaria reacción de seriedad y honestidad del líder de la Revolución Socialista vietnamita ante uno de sus hombres de confianza.

Cuenta la historia que en uno de aquellos momentos cruciales en la vida del Tío Ho, como le dice cariñosamente su pueblo, le tocó a Ho Chi Minh dar un ejemplo de cómo debe ser la honestidad y la actitud militante en la vida de un revolucionario.

Lo que contaré es producto de una declaración de prensa, que mucho tiempo después de haber ocurrido el hecho, hizo el coronel Le Trong Hghia. Allí recordó haber asistido en 1953 a una reunión con asesores chinos, entre los que se encontraba Mao Tse Tung, sobre el programa de reeducación de las tropas, antes de la batalla de Dien Bien Phu.

Los chinos opinaron que los franceses (que llevaban más de 80 años esclavizando al pueblo vietnamita) no eran más que unos "tigres de papel" y Mao dijo que la fuerza opositora era solo táctica.

Ho Chi Minh no asistió a aquella reunión. Luego convocó al general Vo Nguyen Giap y al coronel Le Trong Hghia, jefe del Departamento de Inteligencia Militar para la Campaña de Indochina, y por el Comité Central del Partido, para que informaran sobre el encuentro y manifestaran sus apreciaciones.

Las opiniones de Hghia se parcializaban con la de los chinos. El tío Ho —contó Hghia— les dijo:

—Ustedes son ojos y oídos del Comité Central del Partido. Nunca se debe subestimar al enemigo. Ustedes están en la inteligencia estratégica.

Y con los ojos fijos en el coronel Hghia, lo inquirió:

—¿Sabe lo que está pasando en la Asamblea Nacional Francesa? ¿Qué pasa sobre el "Caso Navarres" con los americanos?

Luego lo instruyó con estas sentencias:

—Usted debe examinar todo, no solo la situación militar del enemigo.

—Usted debe mirar a la política, la economía, la situación francesa en el país, la situación francesa en el extranjero.

—Los oficiales de inteligencia nunca deben tratar de complacer a sus comandantes.

-"Tú deber es informar lo que es y no lo que tu jefe quiere oír".

Bajo la orientación de Ho Chi Minh, el trabajo de inteligencia se hizo compacto y múltiple a la vez. Se involucraron soldados rasos, ciudadanos comunes, guardias, vigías, operadores de radio, criptógrafos, decodificadores, corredores de enlace, agentes encubiertos, cartógrafos, intérpretes, guías culturales, hombres, mujeres, ancianos, jóvenes, niños...

Para concluir su lista expuso:

–Hacer hincapié en que ninguna persona puede ser o debe ser designado un "espía perfecto". Más bien, una buena inteligencia involucra a muchas personas, que desempeñan muchos papeles y se basan en muchas fuentes.


nelsonrodrigueza@yahoo.com



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Nelson Rodríguez A.

Periodista y diplomático. Autor de ensayos, cuentos y poesía.

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