Al Dr. Luis Fuenmayor

Educación Universitaria para Todos

“..Los partidarios del sistema titubean cuando se les cuestiona, y al fin concluyen con el mayor número que es imposible instruir a todo un pueblo á la vez, ni de una vez—que sólo el tiempo puede enseñar—por consiguiente es menester esperar ...”

Simón Rodríguez, 1830

DENSEME LOS MUCHACHOS POBRES
O
DENSEME LOS QUE LOS HACENDADOS
declaran libres al nacer
o
no pueden enseñar
o
abandonan por rudos
o
Dénseme los que la Inlcusa bota
porque ya están grandes
o
porque no pueden mantenerlos
o
porque son hijos lejítimos

Simón Rodríguez, 1842


El influyente Dr. Fuenmayor Toro sostiene que no todos pueden ingresar a las instituciones de educación universitaria. Para justificar esta afirmación se apoya en el contenido del Artículo 103 de la Constitución y en el carácter elitesco del sistema universitario cubano. Con estos argumentos Fuenmayor Toro quiere ocultar su verdadera concepción segregacionista de la educación. Fuenmayor se apoya en otros para no asumir la responsabilidad de su creencia en que no todos los venezolanos pueden tener acceso a la educación que se ofrece en las universidades. El objetivo de este artículo es mostrar lo falso de esa argumentación. Primero haré referencia a las ideas en las que se apoya Fuenmayor y segundo haré comentarios sobre la afirmación misma.

Primero, es cierto que el Artículo 130 de la Constitución dice que “Toda persona tiene derecho a una educación integral, de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones. [...]”. Fuenmayor sólo cita la parte que le conviene para su argumentación. Para Fuenmayor, la última parte de esta cita justificaría la segregación en la entrada a las universidades. Si eso fuera así, entonces debemos promover una enmienda a la Constitución. En este párrafo se coló casi el mismo artículo de la Constitución anterior. Sobre el asunto de las aptitudes volveremos más adelante. Segundo, Fuenmayor argumenta que el sistema universitario cubano es altamente selectivo. Yo diría, ¿y? No hay ninguna razón para que tengamos que copiar sistemas universitarios segregacionistas, estamos en un proceso revolucionario que busca “inventar” su propio sistema universitario. Así que ninguna de las dos premisas en las que se apoya el argumento de Fuenmayor sostienen su conclusión. Si el Artículo 130 da pie a la instalación de un sistema de segregación en el acceso a las universidades tenemos que cambiar ese artículo y si el sistema universitario cubano es selectivo y académicamente elitesco entonces no nos sirve de modelo. Lo importante Dr. Fuenmayor son los fines. Si realmente queremos un sistema universitario que le permita el acceso a todos, sin discriminaciones de ninguna clase, entonces tenemos que construirlo. No tenemos porque poner de excusas a la Constitución y a Cuba para no hacerlo.

Otro error de Fuenmayor es su concepción de “los verdaderos excluidos”, además él es el único que sabe realmente quienes son esos extraños seres. Si hay “verdaderos excluidos” es porque también existen los “falsos excluidos”. Dr. Fuenmayor, excluido no es sólo el que nunca entró. Entre los excluidos también están los que entraron y precisamente fueron “excluidos” luego. Usted algún día escribirá que los tales excluidos no existen. Usted argumentará que los que se llaman excluidos son solamente aquellos que fueron “seleccionados” porque tenían “limitaciones” personales. Creo haber leído en alguna parte que Fuenmayor defendía a la Prueba de Aptitud Académica (PAA) como no discriminatoria. Es decir, que para Fuenmayor el que presentó esa prueba y quedó fuera no es excluido tampoco. Al final no habría “verdaderos excluidos” si seguimos con el razonamiento de Fuenmayor.

Un error más que comete Fuenmayor es asumir que la PAA y las pruebas internas no son discriminatorias. Hay abundante literatura que muestra los problemas de sesgo en las pruebas de admisión a las universidades. En efecto, muchos sistemas universitarios del mundo están ensayando con métodos alternativos para regular la admisión en aquellas carreras y momentos en que sea necesario. Por ejemplo, en el sistema universitaria del Estado de California se ha propuesto tomar como referencia para la admisión libre al sistema universitario el promedio de las calificaciones obtenidas en la educación secundaria. Otros sistemas universitarios han ensayado con un sistema de admisión totalmente libre, es decir, todo el mundo entra. Algo que al Dr. Fuenmayor no le gusta. En otros países se tiene un sistema de salida de la educación secundaria en lugar de entrada al sistema universitario, en donde todo el que sale de la secundaria es admitido en las universidades.

Fuenmayor también plantea el falso dilema “calidad” vs. admisión libre. Todos los defensores del segregacionismo como Fuenmayor recurren al argumento que la calidad de un sistema educativo sólo se garantiza permitiendo la entrada de los “mejores”. En otras palabras, una universidad ofrecerá educación de calidad sólo si a ella ingresan los alumnos escogidos por sus aptitudes y deja afuera a los ineptos. Allí estará el Dr. Fuenmayor para escoger a los más aptos. Porque él si sabe quienes son ellos.

La manera como Fuenmayor plantea la concepción de la Misión Sucre y por ende del sistema de educación universitaria oculta los verdaderos asuntos que hay que discutir. Uno de ellos es la concepción misma de la educación post-secundaria. Para Fuenamyor Toro la universidad es la universidad antigua, un sitio cerrado donde sólo pueden entrar los elegidos. Es necesario redefinir la universidad. La universidad es el lugar, físico o virtual, donde se producen y se distribuyen conocimientos y formas de vida. En la universidad, a diferencia de la monoversidad, se estudiarían las artes, la música, los oficios, la cocina, el folklore, la música (en todas sus manifestaciones), la literatura, el cine, la televisión, la radio, y muchas otras cosas más. Entonces todos pueden entrar a la universidad a estudiar, no habría la necesidad de cerrarle la puerta a unos y abrírsela a otros. Con el cuento de las “aptitudes”, la “vocación” y las “limitaciones” personales se le ha cerrado la puerta de las universidades a los hijos de los obreros, a los campesinos, a los indígenas, a los negros y muchos más.

En conclusión, si queremos educación universitaria para todos tenemos que inventar la nueva universidad. Si queremos seguir dejando a la mayoría por fuera tenemos que seguir inventando excusas para hacerlo, eso sí que parezca científico. Si queremos educación universitaria para todos y esto requiere que reformulemos el Artículo 130 de la Constitución y que descartemos el modelo universitario cubano entonces eso haremos. Las revoluciones obligan a transformar de raíz la sociedad actual, no hay modelos para armar ya hechos. La educación universitaria no es excepción.


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Julio Mosquera


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