Radonski es el candidato de los ricos (5)

Carta al Comandante

“Estás hecho de hierro y el hierro nace en Bolívar”

Hola jefe, caray jefe, una vez mas la naturaleza biológica de tu cuerpo nos pone a meditar, a orar, a embarcarnos en ese mar profundo de las cavilaciones. Una vez más nos arranca eso que emerge de los ojos y que es imposible de evitar, porque sabes jefe, eso es natural y nadie puede negarlo. Una vez, en aquellos años de mi salida de la infancia, mi padre me espetó cuando yo derramaba lágrimas por un animalito que iban a sacrificar: “Angelito, los hombres no lloran” y corrí a mi habitación y ahí, pensando en la tristeza de Bolívar en San Pedro Alejandrino, imaginándome el asesinato juvenil de Sucre en Berruecos, en la heroica acción de Pedro Camejo en Carabobo, la entereza de Guaicaipuro y su gente destrozados por los españoles, recordando como fue decapitado España y Gual, lloré más Comandante, porque las lágrimas son el mejor honor a quienes luchan contra la injusticia.

Comandante, te digo, el 4 de febrero aquel yo iba con mi hijo por la avenida Sucre en medio de un tiroteo. Y él me miraba al rostro y se sorprendía que yo no iniciara la carrera en resguardo del cuerpo...no lo hice jefe, porque en ese instante un hombre habló.

“Por ahora los objetivos que nos hemos planteado...” y descubrí en tus cansados ojos, en tu rostro de soldado que acaba de llegar de la gran batalla, en tu varonil voz, diáfana, modulada con la entereza de un valiente, que yo estaba loco, Comandante, yo quería morir por ti, por alguien que iba preso, pero que había tenido la hidalguía de despertarme, de mirar como es que se hace para que la historia se revierta y el pueblo sea escuchado...

Desde entonces, jefe, mi cuerpo quedó protegido por el hormigón de la revolución: ya no morirá jamás, los revolucionarios no mueren nunca, porque están hecho de AMOR, como no muere nunca la acción del sol sobre las plantas, ni el rocío que acaricia y se lleva el perfume de las flores para regarlo por el mundo...así como tú, jefe, que igualmente nunca morirás porque en cada ser humano de Venezuela, de la Venezuela que percibió tu lucha, andas enquistado dentro de sus poros, eres una molécula de su cerebro, una voz, un espíritu, unos pasos interminables caminando entre la frontera nocturna de las conclusiones y el génesis optimista de un nuevo día, caray jefe, uno se pone así cuando es viejo y tiene un padre más joven, cuando repite la letanía que llega de tus análisis en favor de la patria y del mundo, discúlpame jefe...

VIVES EN EL ESPACIO, en nuestros ríos, en los haces de luna, que producen bombillos multicolores para alumbrarnos el pan que llevamos a casa... es verdad jefe, tú entras por las ventanas en noches de dolor y apaciguas, te metes en los hogares de quienes fueron olvidados durante años y escuchas a las mujeres venezolanas henchidas de AMOR por ti; amor que no produce celos entre sus compañeros, porque ellos son los Chávez del pueblo...

Yo te escribo esta misiva y pienso en esos que han hecho de nuestro dolor una prolongación del odio que humilla, que empequeñece, que devuelve a las cavernas, que no entiende que Roma es amor al revés y que Hugo Rafael Chávez Frías, aun escuchándolos con esas lamentables ideas que a ellos convierte en irracionales, igual los quiere, porque su inmenso corazón es universal...sanarás y volverás y te escucharemos presente, porque ausente igual lo hacemos...volverás de Cuba con nuevas propuestas es pro de tu pueblo, pondrás al ejecútese esas ideas que por amor no se van de tu mente, como nunca se irán las oraciones de nuestros labios pidiéndole al gran Dios que borre de tu organismo cualquier vestigio de enfermedad, porque TU PUEBLO te quiere aquí entre él para siempre... aunque vivas espiritualmente en cada uno de nosotros, jefe...

hdiderot@gmail.com


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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