La canción como el arte de conjugar sonoridad con sentido, y como vehículo también; para que el discurso del cantor no naufrague en la intención y llegue a buen puerto, le exige al músico, poeta y trovador; sumergirse en su propio contexto socio histórico; y alimentar un dialogo permanente con el pueblo que es fuente, inspiración y aprendizaje, para que cuando la cree y se la entregue vestida de arpegios, pueda navegar por sus aguas tranquilas y a veces turbulentas, o transitar tierna y segura por los espacios multiformes del amor y la nostalgia, del hombre y su utopía, el compromiso y la solidaridad, pero también la crítica política y la protesta, así como la belleza diversa de su entorno y su geografía.
De esta forma, el cantor le devuelve al pueblo su legítima identidad cultural, definida por la forma cómo los pueblos comienzan a pensarse a sí mismos, y enmarcada en la sensibilidad poética y en la estética que el trovador propone desde las distintas zonas de la creación y la composición.
En los inicios de la llamada Nueva Canción Latinoamericana, en las décadas de los años 60 y 70, se resaltó el hecho artístico y creativo como arma de lucha a favor de los procesos revolucionarios que signaron la historia política de entonces; debido a diversos e interesantes acontecimientos sociales que se dieron a lo largo y ancho de América Latina, Europa e incluso los Estados Unidos de Norteamérica.
De esta forma surgen en la escena Mercedes Sosa y el Nuevo Cancionero en Argentina, Daniel Viglietti, Los Olimareños y el Nuevo canto del Uruguay, Víctor Jara y La peña de los Parra en Chile, el Tropicalismo y la Bossa Nova del Brasil con figuras como Tom Jobim, Chico Buarque, Caetano Veloso y Gilberto Gil, entre otras manifestaciones de carácter similar en Centro América y por supuesto; la nueva Trova Cubana, y en nuestro país; figuras como Alí Primera, Gloria Martin, el Grupo Ahora, Los Guaraguaos, Lilia Vera y otros tantos; abonaron desde entonces con sus versos, cantos y poesías cada rincón de nuestra querida tierra, aun cuando las condiciones políticas presentes acá, eran distintas a las de los demás países de América .
Ahora mismo, en tiempos de revolución bolivariana y en plena construcción de la patria que soñaron muchos cantores que ya no están, y cuando vemos florecer la siembra del padre cantor, es importante que tanto a la canción “necesaria”, como a sus creadores de ayer, de hoy y de siempre, se les concedan los merecidos espacios que durante décadas reclamaron, generando condiciones que faciliten su proyección y difusión, cuando sabemos que aun sigue habiendo, y habrá más y mejores razones para cantar, por que como dijo Benedetti, “no podemos ni queremos dejar que la canción se haga cenizas”