Nicolás Maduro promotor de la diplomacia Paz derrota la locura de la guerra de Donald Trump de EEUU

De ese camino, nadie ni nada nos debe desviar: Por tanto, debemos seguir utilizando el instrumento de la diplomacia y seguro  derrotaremos al  imperio EE.UU en el  caribe y latinoamérica..“En este momento, las verdades aportadas desde la institucionalidad y la opinión pública venezolana, han abierto el camino a que hoy, en Estados Unidos, en América Latina y en el Caribe, se sepa la verdad y la verdad es que Venezuela es inocente y todo lo que se está haciendo contra el país es para justificar una guerra, un cambio de régimen y robarnos la inmensa riqueza petrolera, que es la principal reserva petrolera y la cuarta reserva de gas del mundo”, aseveró el presidente de la República Bolivariana, Nicolás Maduro Moros.

«La paz perpetua» toda una tradición que abogaba por una unión entre pueblos que superara el (aparentemente) inevitable conflicto entre Estados: la naturaleza humana tiende a la lucha, pero ¿es posible alcanzar la paz como una valiosa conquista? Veamos la propuesta de Kant y la paz perpetua.
El Poder

-Nicolás Maquiavelo, quien considera la política como la búsqueda del poder a cualquier costo, con total independencia de toda consideración moral, lo cual es en gran medida ajustado a la realidad.

-Michel Foucault para quien el poder no es simplemente reprimir o prohibir. El poder es algo intrínseco de los vínculos sociales y, por tanto, es algo que está insertado en todas las relaciones sociales que establecemos: padres-hijos, profesor-alumno, médico-paciente, carcelero-preso, etc.

-Desde la concepción marxista, el poder vendría a ser un elemento o fuerza represiva que ayuda a mantener el sistema de producción de clase y en el caso concreto del capitalismo, se trata de un modo de producción que practica la explotación y dominio de los capitalistas sobre los trabajadores, comenzando por la clase obrera.

"Los ideales de poder,  la competencia se refiere a las capacidades del Estado para defenderse, la seguridad es el objetivo fundamental de proteger a la nación (integrando componentes militares y civiles) y la gloria se relaciona con la victoria, la soberanía y el orgullo patrio, elementos clave para la defensa integral y la soberanía de la nación según la Constitución y leyes nacionales. 

El poder en las relaciones internacionales

El escritor argentino,Marcelo Gullo, nos dice que el poder en las relaciones internacionales, sería una especie de telaraña que atrapa a la mosca más débil pero que deja pasar a la mosca más fuerte.

En el escenario internacional existen señores y siervos. Estados subordinantes y estados subordinados. Y para el ejercicio de su dominio, los estados subordinantes utilizan tanto el poder militar, el económico, el tecnológico y también todo el poder cultural. Para un estado periférico, el querer decidir sobre su propio destino implica, siempre, una tensión dialéctica entre el temor a las sanciones que pueda recibir y el deseo de alcanzar la libertad o la máxima capacidad de autonomía posible que es capaz de conquistar.

El derecho del poderoso

Como sabemos Estados Unidos se erige como el imperio sin fronteras, según el periodista francés, Claude Julien, al ser “no únicamente el más poderoso que jamás haya conocido la historia” y que “tiene entre sus manos el destino de la humanidad”, sino por ser, sobre todo, “extraordinariamente voraz”.

El derecho a la rebelión y la dignidad siempre por delante

La política internacional comporta siempre un choque de voluntades —voluntad para imponer o para no dejarse imponer la voluntad del otro— porque está constituida por Estados que pretenden determinarse libremente.

En el campo de las relaciones internacionales existen muchos gobiernos. Están los que gustan de dominar e imponerse, los llamados subordinantes; otros, a los que les place ser dominados, son incondicionales y subordinados; pero también hay los que se levantan con mucha hidalguía y, sobre todo, dignidad; cualidad esta que los hace comportarse con responsabilidad, seriedad y con respeto hacia sí mismos y hacia los demás, y no se dejan humillar ni degradar. En estos últimos se encuentra Venezuela.

Venezuela: Política Exterior con principios

El proceso constituyente que vivió Venezuela en 1999 incorporó un signo especial a la política exterior venezolana: la del cambio, la transformación y la profundización democrática. Eso fue y sigue siendo expuesto y posicionado en los foros internacionales, acompañado de la doctrina sobre autodeterminación de Venezuela y desarrollo de la soberanía de la Nación en sus variados hitos: territorial, económico, cultural, militar, alimentario y energético; principios de no-intervención y respeto a la inmunidad de jurisdicción del Estado venezolano; intangibilidad territorial; protección y promoción de los derechos humanos; aceleración de la integración latinoamericana; apoyo a los pueblos como protagonistas o actores directos de las relaciones internacionales y de sus signos representativos como las ONG de índole humanitaria; principio de igualdad entre los estados atendiendo a la justicia internacional; promoción de la democratización de la sociedad internacional, atendiendo a los designios de la Carta de las Naciones Unidas, así como a las resoluciones de la Asamblea General y los instrumentos multilaterales; promoción del Nuevo Orden Económico Internacional fundamentado en los principios de cooperación y colaboración; preservación de la paz internacional; proclamación de la solidaridad con todos los pueblos del mundo sin discriminación de ninguna naturaleza o índole, afianzando el principio del pluralismo internacional; sujeción a las normas del derecho internacional y a los tratados internacionales que hubiesen sido concertados sin menoscabo de la soberanía; preservación del medio ambiente, y promoción de los derechos ecológicos; lucha contra el consumo y tráfico de drogas y otros daños a la salud de los pueblos; lucha contra cualquier manifestación de terrorismo y promoción a la doctrina sobre las líneas estratégicas de paz como forma superior y civilizada para resolver los conflictos entre los pueblos.

La Carta Magna en el preámbulo y en los artículos 152, 153, 154 y 155 deja claramente establecidos los principios que deben pautar las relaciones de nuestro país con el resto del mundo.

Por ejemplo, en el preámbulo, se aboga por una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para ésta y las futuras generaciones, asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna; promueva la cooperación pacífica entre las naciones e impulse y consolide la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no-intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad.

En la Venezuela bolivariana y en el marco del concepto de la “Nueva Geopolítica Internacional” se ha planteado una política transparente que pone el énfasis en el instrumento de la paz; en fortalecer la soberanía nacional vigorizando y ampliando las alianzas orientadas a la conformación del bloque geopolítico regional y de un mundo multipolar; diversificar las relaciones políticas, económicas y culturales, de acuerdo con el establecimiento de áreas de interés geoestratégicas; profundizar el diálogo fraterno entre los pueblos, el respeto de las libertades de pensamiento, religión y la autodeterminación de los pueblos.

Y en todos los planes de Desarrollo Económico y Social de la Nación (2001-2007, 2007-2013, 2013-2019 y 2019-2025), en el denominado Equilibrio Internacional, se plantean los objetivos y las estrategias de la política internacional de nuestro país. Allí, entre otros aspectos fundamentales, se sostiene que la política internacional de Venezuela estimula la gestación de un mundo multipolar, el fortalecimiento de la soberanía nacional, la democratización de los organismos y de las decisiones internacionales; promueve la democracia participativa y protagónica; coadyuva a la promoción y protección de los Derechos Humanos; propicia el acercamiento de América Latina con otros países y regiones; promueve la cooperación entre los países en desarrollo con los países desarrollados; que se hará un esfuerzo por ampliar nuestras exportaciones no tradicionales y añadir valor agregado a las tradicionales, entre ellas el petróleo, y se buscará incrementar las asociaciones estratégicas; que la construcción de un mundo multipolar implica la creación de nuevos polos de poder que representen el quiebre de la hegemonía unipolar, en la búsqueda de la justicia social, la solidaridad y las garantías de paz, bajo la profundización del diálogo fraterno entre los pueblos, su autodeterminación y el respeto de las libertades de pensamiento.

 La “fuerza de la razón”

Se dice que Venezuela tiene nombre de mujer y está ubicada en el norte de América del Sur, pertenece al atlántico, al caribe y a la zona andina, pero también tiene fronteras con la Amazonía. Posee, además, recursos energéticos estratégicos para solventar, en gran parte, la crisis por las cual atraviesa actualmente el modo de producción capitalista.

Y cuando se revisa el pasado, presente y futuro, lo que se encuentra son ejemplos de cómo su política exterior ha estado plagada de la utilización del instrumento de la paz, la diplomacia y la solución pacífica de los conflictos. Si  en hago tuvieron claro quienes luchaban desde Venezuela para liberar a otros pueblos fue que nunca la bandera que los motivó fue la de la dominación o sometimiento.

De allí que, la utilización de la “fuerza de la razón”, ha sido el desiderátum de la política exterior de Venezuela y por eso somos “promotora de la paz”.

De ese camino, nadie ni nada nos debe desviar: Por tanto, debemos seguir utilizando el instrumento de la diplomacia, no sólo como un muro de resistencia, sino también como un mecanismo de insurgencia, inscrito en el desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual tome cuerpo el mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del universo y garantizar la paz planetaria en el planeta.

 
 

 



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Antonio J. Rodríguez L.


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