¿Quiere Trump a Venezuela? No. Trump no ama a Venezuela. Venezuela es la tentación de su dolor de cabeza con 18 elementos de las tierras raras y valiosos minerales para la tecnología gringa. Él lo sabe. Lo sabe. Además de que tiene un gobierno de tinte socialista que le disgusta para sus propósitos de poder y, que le arranca insatisfacción, por lo que sus planes navegan en mares dudosos donde flotan sus guiones de retaliación de sacar al presidente Maduro del poder del Estado. Sea como sea.
Y él mismo, dirá, aunque no lo comunique: yo no olvido a Venezuela: Ella me suda.
Trump requiere de Maduro por las buenas o, por las malas y por eso anda tras de él. Es decir, él tiene su criterio propio con su tejemaneje de meter miedo como lo primordial para una aventura de invasión caprichosa que, entre terquedades invisibles sigue adelante que, todo lo que se atraviese será destruido sin pataleo. Los ejemplos sobran.
Primeramente inventó a los miembros de la banda del tren de Aragua y les encaramó un perfil de terroristas y, paso a paso a su entero placer ha sacado de su país a cuanto venezolano ha podido, gorditos y flacos. Niños y niñas. Chavistas y opositores como migrantes creyentes de oportunidades a la buena de dios que pensaban en hallar allá su felicidad patrimonial.
Para Trump lo mismo da cuando suelta una mentira mientras, esta le aporte benéficos resultados, que posiblemente lo haga indiscutiblemente el presidente sine qua non que trepará a la fama por la infamia resoluta de que los venezolanos son, lo que a él le venga en ganas a consideración como ecuación sin resolver dentro del poder que le da la potestad de ser presidente de EEUU, con implicación equivalente a pensar que todo lo que haga está bien hecho, aunque después rectifique a su manera, siempre dudosa.
Trump es un planificador de incertidumbres que riega con falsos rumores hasta lograr el encaje del gaslighting gringo para después pasar al "Síndrome de la rana hervida" hasta que la maldad logra su cometido y lo que sigue no es una canción de cuna para refrescar males, sino lo contrario: afincarse hasta obtener la premisa, aunque contra el gobierno de Maduro no ha actuado de lleno, sino que está en veremos jugando con el terror psicológico de su imaginación sin especificar las medidas económicas.
¿Quiere Trump pescar en río revuelto? Claro que sí. Y su mejor propósito inventarse lo de los cárteles de los soles de la droga que él bien lo sabe que ella sale de Colombia y, que le entra a EEUU más por el Pacífico, pero, hay que joder a Venezuela, ¿y cómo? Saliendo del gobierno de Maduro y de los chavistas.
El coeficiente intelectual de Trump debe ser bien alto a su entender y, da a pensar que es su razón más que suficiente para intensificar la crueldad y el sufrimiento que mantiene en veremos contra el pueblo de Venezuela sin derramar ninguna gota de sudor.
A hora resulta ser que Trump es el gran pirata de El mar Caribe mientras, EEUU coexiste con los ojos tapados de los millones de dólares que produce el comercio de la droga que le cae del cultivo de su cielo.
Pero lo que Trump no sabe es que en Venezuela: parieron las abuelas.