La estrategia de Demonización política de Venezuela por los Estados Unidos

La Demonización política de Venezuela por los Estados Unidos es parte de una estrategia de dominación y sometimiento que se aplica dentro de la estrategia de guerra contra nuestro país. Por lo tanto presenta un nivel de complejidad visto desde lo externo que deben evitar confundirse con falsas señales y ambigüedades y muy sencilla desde lo interno de Estados Unidos: Someter a Venezuela.

Tendríamos en esta estrategia de guerra contra Venezuela, objetivos inmediatos y de mediano plazo, y en todos ellos la demonización política de Venezuela por parte de los Estados Unidos está presente como la punta de lanza mediática de su estrategia de ataque y destrucción del país, la cual además presenta varias facetas.

Así la estrategia de demonización es vista como una herramienta dentro de una "guerra no convencional" o de "máxima presión" que persigue un cambio demoledor en el statu quo venezolano. Los términos anclas que son utilizados constante y repetidamente son una "Transición Democrática" y "Cambio de Régimen" con el objetivo fundamental, expresado directamente por funcionarios estadounidenses, de presionar por la salida del gobierno actual de Nicolás Maduro y facilitar un cambio hacia lo que ellos definen como un sistema adecuado a sus intereses imperialistas, sin importar si es democrático o nó. La demonización ayuda en este sentido a deslegitimar al gobierno venezolano ante la opinión pública nacional e internacional e impide o debilita todas las críticas que se hagan a estas acciones injerencistas.

El cuento o la narrativa demonizadora persigue como otro de los objetivos el aislamiento internacional y Diplomático de Venezuela al presentar al gobierno venezolano como un "régimen ilegítimo", "narcoterrorista" o "fuente de caos", donde se manejan pseudo pruebas o falsas evidencias, dirigidas a impulsar o encontrar un consenso regional e internacional, basado solo en la autoridad ya muy desprestigiada del mensajero norteamericano, para aislarlo, dificultar sus relaciones comerciales y financieras, y consolidar el apoyo a la oposición.

Todos los objetivos e instrumentos mediáticos que se utilizan están muy bien engranados, sin contradicción aparente en ellos para justificar y reforzar agresiones y sanciones, que de todo tipo económicas, políticas, diplomáticas, se han lanzado contra el país, el gobierno de Maduro y toda la dirigencia de la revolución. La narrativa de la demonización (ligada a acusaciones de corrupción, narcotráfico y violaciones de derechos humanos) proporciona el marco moral y legal para justificar la imposición y el endurecimiento de sanciones económicas y financieras. Estas sanciones buscan estrangular las fuentes de ingreso del gobierno para que pierda apoyo interno y capacidad de operación.

Es un ataque directo para fracturar la estructura de poder interno de la revolución bolivariana y chavista, pues se quiere, que al acusar directamente a altos funcionarios militares y civiles de delitos graves desde crímenes de lesa humanidad o narcotráfico, se busca generar divisiones, suspicacias, rencillas, dentro de las fuerzas armadas y el gobierno, incentivando un quiebre o una revuelta interna, en la cual intentan permanentemente contar con plumas mercenarias, que contribuya o pueda acelerar el cambio del régimen revolucionario.

Y luego tenemos el despliegue militar, masivo, creciente para intimidar, desanimar, justificado con pretexto falso e ilegítimo, se presenta como contra el narcotráfico. Por ahora una invasión a gran escala parece improbable, pero con estas acciones mantienen la presión, sugieren "ataques quirúrgicos", inclusive la posibilidad de un bloqueo, fuerzan al gobierno venezolano a desviar recursos a la defensa, generando un clima de incertidumbre.

Detrás de estos objetivos inmediatos, se encuentran los intereses estratégicos a más largo plazo, siendo el más mencionado el control de los recursos estratégicos, pues se sabe que Venezuela posee las mayores reservas probadas de petróleo del mundo, además de importantes reservas de gas, oro y otros minerales. El control sobre estos recursos es un interés geopolítico para asegurar el suministro energético global y mantener la hegemonía de EE. UU.

De igual forma Estados Unidos quiere reasegurar su influencia, la doctrina Monroe, pues la existencia de un gobierno que desafía su política exterior se ve como una amenaza a su seguridad estratégica. La demonización busca desalentar a otros países de la región de seguir un camino similar y advertir a Rusia, China o Irán, sobre el costo de intervenir en la zona.

También la postura dura contra Venezuela tiene motivaciones políticas internas de EEUU, ha sido vista como una forma de ganar apoyo electoral interno, especialmente en estados clave con comunidades de votantes con una fuerte posición anticomunista. Por ello La demonización política es una fase crítica de una estrategia de "máxima presión" diseñada para crear las condiciones internas y externas necesarias para un cambio de régimen y neutralizar a Venezuela como un actor regional disidente.

Dura ha sido la batalla en todos los terrenos, pero a diferencia de Ucrania donde la dirigencia, no representativa de ninguna oligarquía no se pudo sostener y entregó el terreno de lucha a las fuerzas imperialistas, en Venezuela hemos mantenido nuestras posiciones. Rusia hoy con toda su potencia no ha podido desalojarlos de allí. Aquí, pueblo, gobierno, partido y militares unidos no dan un paso que beneficie a las elites oligárquicas y súper millonarias que quieren derrotarnos y destruirnos. Es una lucha contra el dominio de la oligarquía de Estados Unidos en nuestro país y el mundo, para sustituirla por un gobierno que busque los objetivos que le señala el pueblo trabajador. Esa es la razón de la campaña de demonización contra nosotros.



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Oscar Rodríguez E


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