El Caribe: El nuevo tablero geopolítico que amenaza con una crisis global

La tradicional zona de influencia estadounidense experimenta una militarización sin precedentes con la entrada de actores europeos y la sombra de China y Rusia, elevando el riesgo de un conflicto de proporciones impredecibles.

Mientras la atención internacional se focaliza en los conflictos en Ucrania y Gaza, una crisis de potencial similar se gesta silenciosamente en el Mar Caribe. Lo que durante décadas fue un espacio dominado por la Flota estadounidense, hoy es un polvorín multilateral donde la más mínima chispa podría desencadenar una reacción en cadena de consecuencias globales.

La Militarización Multilateral

La reciente y masiva presencia militar de Estados Unidos en aguas cercanas a Venezuela, justificada en ejercicios rutinarios de control de drogas, es solo la punta del iceberg. Analistas estratégicos señalan con preocupación la participación activa de Francia y los Países Bajos en estas operaciones. Esta colaboración tripartita no es anecdótica:

  • Francia: Como potencia territorial en la región (Guadalupe, Martinica, San Martín), despliega fragatas y aviones de patrulla marítima. Su interés es doble: apoyar a su aliado tradicional (EE.UU.) y proteger sus territorios de ultramar y Zona Económica Exclusiva (ZEE).

  • Países Bajos: Con posesiones en las Antillas (Aruba, Curazao, Bonaire) y fuertes lazos con Guyana, su armada participa en ejercicios conjuntos, ampliando el cerco diplomático y militar.

Esta convergencia de potencias de la OTAN en la zona sur del Caribe representa una escalada significativa, enviando un mensaje contundente y minando cualquier posibilidad de una solución hablada y pacífica, además dificultando a extremo la problematica limítrofe  entre Guyana y Venezuela.

Cuba: La Pieza Estratégica en el Ajedrez del Caribe

El foco en Venezuela opera estratégicamente, como un desvío de atención. El verdadero premio geopolítico en la región sigue siendo Cuba. Una intervención militar directa contra Venezuela dejaría a la isla rodeada y aislada, creando las condiciones perfectas para una acción de fuerza contra el gobierno de La Habana.

La historia reciente provee el manual de operaciones: si no existe una causa (apoyo al "terrorismo", tráfico de drogas, agresión a un aliado), se le fabrica. La plantación de evidencia o la provocación son tácticas viejas y documentadas. El objetivo final no sería solo el cambio de régimen, sino la reconstrucción del país "al estilo americano", un modelo ya visto en Irak y Libia, con resultados catastróficos y duraderos.

Las Respuestas de las Potencias : China un paso al frente

Ante este panorama, la respuesta internacional era esperada. El pasado lunes, el portavoz de la cancillería china, Lin Jian, advirtió contra toda intromisión en los asuntos internos de Venezuela y abogó por el diálogo. Este pronunciamiento no es retórica vacía. China tiene miles de millones de dólares en inversiones en recursos naturales (petróleo, minerales) y proyectos de infraestructura en la región, bajo la iniciativa de la Franja y la Ruta.

Por su parte, Rusia, tradicional aliado de Caracas y La Habana, se encuentra atada por el frente ucraniano y la creciente presión de la OTAN en su flanco occidental. Esta distracción momentánea de Moscú ha obligado a Beijing a tomar la iniciativa diplomática y asumir un rol de liderazgo en la defensa de los intereses estratégicos compartidos por el bloque antihegemónico.

El Efecto Dominó Regional: Reacciones en Cadena

Un conflicto abierto en el Caribe no se contendría entre las potencias principales. Activaría un efecto dominó en la región:

  • Nicaragua: Gobernada por Daniel Ortega, se vería habilitada, e incluso obligada ideológicamente, a participar, permitiendo posiblemente el tránsito de suministros o incluso despliegue de efectivos.

  • México: Bajo la doctrina Estrada y su tradición de no intervención, se erigiría como un crítico diplomático feroz de cualquier hostilidad. Es probable que movilizara fuerzas militares para vigilancia preventiva en sus vastas costas caribeñas y del Golfo.

  • Guyana: Juega un papel de alto riesgo. Apoyada incondicionalmente por Washington y sus socios, espera los resultados de la presión internacional para consolidar su control sobre el territorio Esequibo. Su estrategia es la de un "caimán en boca de caño", esperando que la marea geopolítica le sea favorable.

  • Colombia: Se encuentra en una encrucijada. La primera opción, y más estable, sería mantener una neutralidad estricta: evitar que sus bases, utilizadas por EE.UU., se perciban como plataformas de agresión y sellar herméticamente su frontera para impedir el flujo de armas o mercenarios. La segunda, más temeraria, sería pescar en río revuelto e intentar una movida de fuerza en sus propios límites con Venezuela (estado Apure, Amazonas) mientras Caracas está distraída en múltiples frentes.

Conclusión:

El Caribe ha dejado de ser el mar americano. Es ahora un microcosmos de la lucha global por el multipolarismo, donde las viejas potencias buscan reafirmar su dominio y las nuevas desafían el statu quo. La convergencia de flotas, intereses económicos vitales y alianzas ideológicas profundas crea una mezcla explosiva. La comunidad internacional debe abogar por la desescalada y el diálogo, pues la mecha está encendida y el mundo, fracturado por otros conflictos, no se puede permitir una nueva guerra de carácter global, y en esta coyuntura la extraordinaria diplomacia de paz de la RBV, intenta hacer milagros para que nada suceda.

INCONFORMIDAD, IDEOLOGÍA Y TRABAJO

 


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José F. Medina


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