¿Qué nos queda? Acaso: volver a la guerrilla o, a ponerse taparrabos, ya que parece imposible volver con los adecos y los copeyanos como los más taimados traidores a la Patria de Bolívar que, más de lo mismo ha quedado para el recuerdo, un recuerdo que late a la insistencia de mejor entregarse que castigar al pueblo con tantas injusticias como lo mantienen al frente cansados estos de esperar por lo que no llega que sume más felicidad y, que no tengan que salir a buscarla fuera.
He ahí el meollo. Estamos invadidos de miserias con los gringos vigilantes del Mar Caribe como si fuéramos el cartel de la desgracia a la afrenta de que ellos son los más consumidores de droga a nivel universal y, como patio trasero que no pretendemos ser de ellos, la furia de atracarnos con su guerra psicológica los colma de una paciencia macabra por lo que Trump ve en los venezolanos el mayor peligro para los Estados Unidos que sufre de incomprensión y, sin pensarlo dos veces desacredita al gobierno de Maduro como el tirano que le quita el sueño de no obtener su premio nobel el que acaricia como un antojado primerizo de ser lo que no es un loco codicioso que revienta al mundo cada día de más necesidades.
Invadirnos sería el mayor error que Trump pudiera cometer y, eso le pesaría hasta en sueños, aunque su gobierno está lleno de fanáticos tramposos por ahora no es lo inmediato con un mundo que no come cuento por más mentiras que imaginen sus asesores va a seguir tropezando por más furioso que esté con amenazas que no tienen soporte ni es flecha de futuro y, si cae en la trampa de su poder se va ensartar más de lo que cree.
Amedrentar a Maduro y a su gobierno es el propósito de Trump a ver que cosecha y a meter miedo el que no es buen compañero y en esa provocación se afinca y, a lo mejor piensa que el pueblo venezolano se le va arrodillar, lo que está muy lejos de suceder y, recuérdese que Venezuela no es Colombia, aunque seamos pueblos hermanos, no nos parecemos nada a ellos. Nosotros sentimos y padecemos y luchamos por ser cada día más venezolano.
Trump lo que tiene que hacer es lo que viene haciendo Putin: invadir a Margarita de turistas rusos que, aunque no son gastosos se la llevan bien con los margariteños que mientras comen empanadas beben agua de papelón con limón y, la fría que no debe de faltar y, disfrutar de las playas con mucho sol que calcine los huesos y la amistad -eso es vida- y, no a matar venezolanos para ganar qué, la cobardía de la grandeza.
Venezolano que se quiera y que se aprecie tiene que tener su china o su gomera por sí acaso y que no sea made in USA.
La lucha no será en el campo de batalla, ya eso ha sido superado, ni cuerpo a cuerpo, sino de clases con los gringos cada día más brutos, asesorados por Marco Rubio, un depredador de origen cubano que aspira a confrontar pueblos que han superado el egoísmo de la entrega y que jamás serán vencidos y, menos por un imperio que está muy lejos de alcanzar la paz.
Impondrán aranceles y deportaran inmigrantes, pero jamás dejaran de consumir drogas que es el vicio que los consume en vida y, Trump es peor que todo eso para aspirar a un premio nobel pues, no hay nada de valores que le den reconocimiento de grandeza, sino todo lo contrario.