¿Sobrevendrá el fuego e incendiará todas las cosas?

En la historia contemporánea de América Latina hay una guerra activa: la guerra del imperialismo y las rancias oligarquías contra los pueblos y sus líderes revolucionarios. Esta guerra se da a veces escondida y otras, en franco enfrentamiento.

Los imperialistas han desatado campañas militares abiertas en contra de los pueblos latinoamericanos, de gobiernos progresistas, de los líderes revolucionarios y por hacerse de los recursos de este continente.

En Centro América la guerra del filibustero William Walker, la invasión imperialista a Guatemala para derrocar a Jacobo Arbenz, el encubierto asesinato de Omar Torrijos en Panamá y su posterior invasión para capturar a Noriega y acabar con la revolución, la guerra contra el frente sandinista en Nicaragua y el minado de los puertos, la guerra contra el fmln-Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en El Salvador donde los imperialistas gastaron durante 12 años de guerra 1 millón de dólares por día.

En El Caribe: la invasión a Bahía Cochinos en Cuba y su prolongado y criminal bloqueo, la invasión a la isla Granada y el asesinato del muy culto revolucionario Moris Bishop, la invasión cínica a Haití después de un grave terremoto.

La militarización de Panamá con 12 bases aero-navales (3 en las islas Isla Grande y El Porvenir), centros de operaciones militares en La Palma, Punta Coco, Meteti, Yaviza y Rambala, barracas militares clandestinas en El Darién cerca de la frontera con Colombia, firma de 715 contratos con empresas norteamericanas para que desarrollen actividades militares en Panamá. Estados Unidos ha invertido en Panamá en 2 años (2010-2012) 26 millones de dólares para actividades militares. Fuente: Alainet. Marco A. Gandásegui, http//marcoagandasegui10.bolgspot.com

En América del Sur, La operación Cóndor que le costó la vida y el gobierno al recordado revolucionario Salvador Allende, el sin par asesinato del cantautor Víctor Jara y del poeta universal Pablo Neruda. La invasión a las islas Malvinas, la invasión silenciosa del imperialismo a través de la USAID en Bolivia y la esterilización encubierta de más de 30,000 mujeres indígenas, la constante amenaza y militarización del contorno geográfico venezolano y lo que ya conocemos de lo que está sucediendo en Venezuela.

En Colombia, el imperialismo norteamericano financia, asesora y participa directamente en la guerra contras las FARC-ELN que le cuesta al imperialismo 1 millón y medio de dólares por día, el sostenimiento de 8 bases militares, el control de algunos puertos y el manoseo de la vida política de los colombianos y la actual moción de integrar Colombia a la otan.

Los latinoamericanos revolucionarios No deben prestar jamás su apoyo a estas guerras de empresas privadas que traen consigo invasiones saqueadoras y despóticas.

La guerra de liberación es la respuesta que, a lo largo de la historia, han dado los pueblos en contra de ese guerrerismo imperialista. En estas guerras de liberación han dado la vida y el alma entera luchadores como José Martí, Augusto César Sandino, Farabundo Marti, Salvador Allende, Víctor Jara, Omar Torrijos, Luis de la Puente Uceda, Fabricio Ojeda, Roque Dalton, Hugo Chávez, y las masas populares.

En base a los hechos anteriores hemos deducido que una característica de la historia política de Nuestra América ha sido que en todo momento en que se ha visto que las condiciones subjetivas revolucionarias de nuestros pueblos se han elevado, las rancias oligarquías y el imperialismo propician una solución reaccionaria: golpes de estado, subversión del orden social o invasión militar directa.

Es en este contexto donde se sitúa el anuncio de incorporación de Colombia a la otan. Esta noticia revela una aventura personal de Juan Manuel Santos, donde los propósitos personales se confunden con los objetivos de las oligarquías y el imperialismo. Esta carrera guerrerista que desde su planteamiento no muestra un leve respeto por el espíritu patriótico ni el interés colectivo de los países latinoamericanos, es de baja estirpe y temibles finalidades. Esto no trae ningún beneficio a América Latina.

Como hemos visto, la guerra en América Latina no es propiedad exclusiva de Colombia, sin embargo, dejar temerosos y ciegos, en las manos de Santos una guerra contra los países progresistas de América Latina, es darle ventajas al imperialismo, que pretende actualizar en el continente una guerra de agresión.

Si hay algo que tenía bien claro Chávez, era: que estaba enfrentando al imperialismo y que no hay que ceder ni un ápice. La revolución venezolana es obra de una meditación madura, por ello, ahora es cuando en los trabajos de sostenimiento de la revolución se debe mostrar el deseo sincero de conocer y conciliar todas las labores, voluntades y elementos que han de hacer posible la lucha armada así como también, el espíritu de independencia y amor a la patria. Esos son los dos grandes recursos que posee América Latina: los hombres y las convicciones, como recursos subjetivos que levantan el ánimo que sostiene la revolución bolivariana.

En cambio Santos, con el látigo en una mano y dinero en la otra, se dispone a llevar la guerra a un pueblo latinoamericano, pueblo que no ha pedido la guerra. América Latina reclama la paz y Santos está olvidando ese espíritu latinoamericano y es a ese espíritu al que Santos, públicamente le está faltando el respeto. Porque si bien fue admirable la actitud de Chávez por conciliar las relaciones diplomáticas y amistosas con el pueblo y gobierno colombiano, hasta dar la vida por ello. Es abominable olvidar tales actos y servir de pasantía para que el imperialismo y la otan se instalen en terrenos latinoamericanos.



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Memo Fernández


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