El imperialismo yanqui refuerza su estrategia de dominio en América Latina y el Caribe




La publicación de algunos documentos desclasificados de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), da cuenta del conocimiento que tenía la administración Bush sobre los preparativos del golpe de Estado perpetrado en Venezuela el 11 de abril de 2002, a pesar de los clásicos desmentidos oficiales que merece este tipo de informaciones cuando se trata de algunos fracasos. Por ello, llama mucho la atención que George Walker Bush se haya preocupado de brindarle una visita oficial a su homólogo colombiano Álvaro Uribe Vélez y le diera garantías del incremento en cuanto al apoyo económico y militar que recibirá el Plan Colombia en su nueva fase, sirviendo, al mismo tiempo, de punta de lanza en los planes estratégicos adelantados por Washington en la región sudamericana y caribeña.

Es indudable que el creciente alineamiento militar e ideológico del gobierno derechista de Colombia con la Casa Blanca le da la oportunidad a Estados Unidos de tener a la disposición una plataforma intervencionista segura en nuestra América, de manera que sirva de muro de contención a los distintos movimientos populares antiglobalización y gobiernos progresistas o revolucionarios que han ido surgiendo en esta región y que amenazan seriamente con disminuir y, acaso, destruir su dominio hegemónico. Para Bush y sus ideólogos del Pentágono, Wall Street y el Departamento de Estado, la importancia estratégica de toda la región sudamericana justifica plenamente el hecho de que no deba permitirse la irrupción y permanencia de tales elementos que afecten la seguridad de sus intereses nacionales.

Para lograr su cometido, la administración Bush ha retomado la vieja idea heredada de su padre, de convertir a las fuerzas armadas latinoamericanas en simples policías nacionales, dedicadas a la lucha antinarcóticos y anticontrabando; dejando en manos del Comando Estratégico del Sur, acantonado en la Florida, la preservación de la paz internacional. En este plano, la Casa Blanca no ha dejado de mover sus piezas en función de lograr los objetivos geopolíticos trazados. Al ALCA le han sucedido una serie de acuerdos bilaterales que, al agruparlos, le darán una primacía comercial y económica a las compañías transnacionales de Estados Unidos que afectará, innegablemente, la estabilidad y soberanía de todos los mercados latinoamericanos. Aunado a ello, el fortalecimiento del Plan Colombia (frontalmente dedicado a impedir el triunfo de las fuerzas insurgentes colombianas) y el establecimiento de algunas bases militares en el Caribe y América del Sur (Aruba, Curazao, Ecuador, entre otras) tienen como segundo objetivo el control directo de las fuentes energéticas, de recursos naturales y de agua dulce existentes en la vasta región del Amazonas; algo similar a lo pretendido en Asia Central.

Toda esta estrategia de guerra e intervencionismo imperialista yanqui tiene tras de sí a las mayores corporaciones transnacionales estadounidenses, ávidas de expandir sus mercados y ganancias. En ningún modo, obedece a lo pregonado por el gobierno de Bush en el sentido que se busca preservar la democracia y la paz de las acechanzas de terroristas y radicalismos populistas del mal llamado Tercer Mundo. Esto se evidencia al constatar cuáles empresas se han hecho de los jugosos contratos de reconstrucción de Irak y explotación de sus yacimientos petroleros, y el nivel de compromiso con el entorno de George W. Bush.

Frente a la insolencia imperialista y codicia capitalista exhibidas por el gobierno estadounidense, toca a los pueblos del mundo fortalecer una posición antiimperialista activa que defienda, entre otras cosas, el derecho a la diversidad cultural y a la soberanía nacional, sin asumir una resignación contemplativa y fatalista. Para ello es fundamental entender que la lucha contra el imperialismo no es un hecho aislado. Las fórmulas de lucha pudieran variar, según cada nación, pero lo esencial es que todo apunte a garantizarnos mantenernos libres de cadenas, aun de las que nos marcan como señuelo un estilo de vida próspera y confortable.-



*Miembro de la Dirección Ejecutiva Estadal del Movimiento por la Democracia Directa (MDD) en el Estado Portuguesa


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Homar Garcés*


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