¿Por qué le "sacamos el cuerpo al monte"?

Si nuestros padres y abuelos pasaron la vida allí, en el monte. Si en Perijá no se hablaba antes si no de vacas, paja, sabana, monte fresco y palotales. Si los que no nacimos en “materas” aprendimos a caminar en ellas, como yo. Si en el monte se forjaron costumbres, caracteres, leyendas. Se tallaron hombres y mujeres recios que enfrentaron vicisitudes e impostores incendiarios como Venancio Pulgar.

Por todas partes había monte donde trabajar y cualquier familia tenía al menos un “conuco” o un “revolcadero” del cual vivíamos. Al caminar algunas cuadras nos encontrábamos con una “punta de monte”, un potrero o una “vega” de monte fresco. Si subíamos al campanario o a la “cumbrera” del rancho, veíamos como estábamos rodeados de monte.

De cualquier “bojorero” venía leche, yuca, huevos, maíz y “salao” y nos sentíamos orgullosos de haber sido fundadores de alguna “matera”. Ni la soledad o el silencio del campo, tampoco los zancudos y garrapatas, nos causaban terror. La oscuridad constante, no los “apagones”, no nos espantaba.

Los “centellazos” apenas nos obligaban a subir a una “troja” o mesón. Existía la creencia de evitar que nos partiera un rayo, encaramando las “patas” en los travesaños del “taburete”. No sé si los alejaba, el caso es que, nadie resultó muerto después de oírse un trueno.

Ni siquiera los indios fueron un problema. Espantamos a los “motilones” en "correrías" racistas y criminales de las cuales hablaré después. Las autoridades de gobierno solo tenían en la cabeza la “necesidad” de desalojarlos y exterminarlos.

El éxito económico de algunos ganaderos, fue concentrando la propiedad en pocas manos. Le fuimos “sacando el cuerpo” al monte y nos refugiamos en la vida urbana. Nos hicimos comerciantes, obreros, políticos, maestros, profesores, médicos, abogados, ingenieros, mecánicos, prestamistas, y hasta algunos se convirtieron en “bachaqueros”.

Con el rentismo petrolero y los “malos gobiernos”, el campo pasó a ser “monte y culebras” y la vida urbana entró de gala en sociedad.

Hoy, derrotados por los atractivos superfluos y escénicos de la ciudad, lamentamos la sepultura del huerto, el “camellón”, la “tumba” y el corral.

Felicito a primos y paisanos que aferrados a la herencia de nuestros viejos, no le han “sacado el cuerpo al monte”. ¡Dios proteja sus parcelas y “materas”!

¡ORGULLOSAMENTE MONTUNO!

 

quefueprimo@gmail.com

 



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Jorge Leonardo Núñez


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