Sanz el izquierdista

La derecha de este país ha empezado a hablar de justicia social, de igualdad y de fraternidad. A gente en otros tiempos alejada de la "chusma" ahora se le escucha abogar por sus derechos, incluyendo el sagrado derecho a la vida. Los postulados de la derecha y la izquierda han sido mimetizados en Venezuela, en un malabarismo mediático que haría salivar a Goebbels. Resulta que un tipo de ultraderecha persigue los mismos objetivos que uno de ultraizquierda. Un militante de Primero Justicia persigue el mismo objetivo que uno de Patria Para Todos. La derecha y la izquierda, siempre en sentidos opuestos, de repente se entrecruzan, se rozan. Y lo que es peor la gente de oposición no es de derecha, ni de ultraderecha, ni de izquierda ni centro. La oposición es "escuálida". Y esta "acepción" es tan vacía e inasible como la consigna preferida del movimiento estudiantil escuálido (que en realidad es derecha): eeeeestudiantes. Que manera de perder el tiempo gritando.

Y viéndolo bien desde el punto de vista ideológico pudiera verse como un avance… pero no por mucho madrugar amanece más temprano y… cada quien termina juntándose con su cada cual. Y como si de una "Fiesta" de Serrat "vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el avaro a las divisas". Es difícil mantener una mentira mucho tiempo. Y en este caso se me ocurre que las notas musicales los delatan. Dime con quien cantas y te diré quién eres.

Y es que si de trovadores de izquierda se trata los chilenos exhiben a Violeta Parra, los argentinos a Mercedes Sosa, los nicaragüenses a los hermanos Mejía Godoy, los españoles a Serrat y los venezolanos a Alí Primera. Pero esta derecha venezolana con sensibilidad social tiene al español Alejandro Sanz, que viene a cantar sus "canciones de protesta" el Día de los Enamorados, que ahora llaman del Amor y la Amistad.

Sanz me parece un excelente traductor de los tormentos del corazón y forma un inigualable dúo con Shakira. "Te lo agradezco pero no, te lo agradezco mira niño pero no, yo ya logré dejar de amarte, no hago otra cosa que olvidarte", es un perfecto remedio contra el mal de amores, pero nunca contra la ignominia que se ha empeñado ver en Venezuela. Ya me lo imagino en el Poliedro creyéndose Milanés en el estadio Nacional de Chile. No puedo con eso.

*Periodista

mechacin@gmail.com


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Mercedes Chacín*


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