Tirenle piedras a Vanessa y a José Roberto que esos son recien llegados

Con sorpresa, para no perder la clase y decir más bien arrechera, leo en Aporrea los ataques de que han sido víctimas Vanessa Davies y José Roberto Duque (alías el perro), sólo porque se atrevieron a sabotear el acto final, la guinda de la torta, del teatro representado por William Echeverría el día en que unos carajos decidieron que se merecía un premio no se de qué porque yo nunca lo he metido en la lista de los “objetivos e imparciales”. Pareciera que quienes atacan no ponen su cabecita a pensar en el acto final del cuenta-tornillos: “me sacan a coñazos y bingo, le doy a Globoterror, a mi patrón y a Leopoldo Castillo el vídeo del año…hasta me podría ganar el Principe de Asturias con esta magistral actuación”. Vanessa y el perro, cual sabuesos que olieron lo que se venía, pusieron su cuerpo para que el actorzuelo de marras no fuera tocado por la furia chavista (legítima por demás, pero inoportuna porque le da más argumentos a los disociados).

No dicen nada, quienes atacan a estos amigos, de las gradas cayéndose por los aplausos que minutos antes le prodigaban al “periodista”. No, eso no lo critican. Deciden irse por lo fácil y comienzan una larga historia, en el caso de Vanessa, de los ataques a que han sido sometidos sus entrevistados “de este lado” por parte de ella. Terminan, casi, acusándola de estar infiltrada en este proceso.

No conozco a quienes atacan a la catira y al perro más que por lo que escriben. Pero siento la necesidad de decirles algunas cosillas: amigos, es probable que ustedes estén acá, en este proceso que vive el país, antes que nosotros. Perdonen si lo desconozco. Hablaré de lo que viví y se de primera mano.

A Vanessa Davies y al perro José Roberto los conocí en la Universidad, por allá por los años 80 y desde ese momento comenzamos a caminar juntos en una senda que aunque nos parecía lejana y casi imposible, era para nosotros una razón de vida. Ni siquiera soñaba con aparecer Chávez y el fenómeno chavista. Fuímos parte de los grandes titulares de prensa de los que hablaba Juan Barreto en estos días: “Los desadaptados vuelven a las suyas en las afueras de la Universidad”. Para nosotros no había entrevistas, ruedas de prensa, loas. Al fuego de los aparatos de comunicación social se unía el de los policías; y la palabra malandro, desadaptado, encapuchado, etc. era parte de nuestro currículo.

Muchos de los que atacan probablemente piensen que Vanessa en “maluca” con los de este lado porque les pregunta y repregunta: tenemos derecho no sólo a ello, sino a exigirles y denunciarles si fuera preciso, porque este proceso que hoy vivimos no comenzó el 04 de Febrero con el “Por ahora” del comandante Chávez. Antes de ello, la sangre de Yulimar, Belinda, Carlos Yépez, Gonzalo Jaurena, Douglas Gómez, Jimmy, Carvallo Cantor, Sergio Rodríguez y otros cientos de cuyos nombres no me acuerdo, ya estaban escribiendo (o intentando) escribir la historia que hoy vivimos y seguimos construyendo.

Yo si creo, compañeros que blanden sus armas contra Vanessa y el Duque, que con los nuestros debemos ser más implacables, porque en definitiva los cartuchos no los voy a gastar en quienes todos los días, sin posibilidades de reinventarse, se “autosuicidan” con su torpeza. No caballo. Yo no le tiro plomo a los escuálidos porque ellos son como Chacumbele. Le temo, si, a la derecha endógena, esa que todos los días socava la bases de esta hermosa revolución: le temo, si, a quienes portando una desvaída boína roja y un eterno “Uh, ah, Chávez no se va” trabajan minuto a minuto, con sus acciones y omisiones para que esta consigna, cada vez más vacía, se vacíe también de gente que ve con impotencia que los órganos de control no funcionan, que Chávez pareciera estar solo con su pueblo; que quienes tienen la responsabilidad de que el país funcione no son más que patiquines queriendo vivir al estilo de los que tanto critican.

Si Vanessa Davies y el Duque José Roberto les caen mal porque se atreven a exigir lo que más de 20 años de lucha les dan el derecho a hacerlo, lo siento por ustedes. Nosotros, muchos anónimos que todavía creemos en la crítica necesaria y en la construcción permanente alejada de las tarimas, les seguiremos dando, no sólo el voto de confianza sino nuestro más profundo afecto por no dejarse “institucionalizar” por los nuevos jueces que han surgido a raíz de que el proceso de liberación de este pueblo se convirtiera en razón de muchos y dejará de ser el sueño de unos pocos pendejos.

Vanessa y el perro Duque tienen la obligación moral de seguir siendo los realengos rebeldes de aquellos hermosos tiempos y de no dejarse intimidar por monsergas de nadie. Eso se lo debemos a nuestros muertos y a los miles de torturados, desaparecidos y encarcelados de la cuarta república.

itza97@yahoo.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 5319 veces.



Ana T. Gómez F. (La Guara) PNA - M13 A


Visite el perfil de Ana Teresa Gómez F. para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: