Desde el 18 de octubre se intensificaron las protestas en Chile, el detonante fue el anuncio del aumento al costo del boleto del metro realizado el 4 de octubre, que provocó que por días los estudiantes evadieran el pago en el metro.
Durante estas protestas en Chile han pasado por la implementación del Estado de Emergencia y el Toque de Queda, pero nada ha parado las movilizaciones, huelgas y cacerolazos que continúan en el país. Todo esto, en medio de denuncias de violaciones de derechos humanos, detenciones arbitrarias y desapariciones.
La negociación constituyente sigue sin avanzar, los partidos políticos no llegan a un acuerdo en temas como participación de independientes, paridad de género y escaños reservados para pueblos indígenas.
El presidente del PPD, Heraldo Muñoz, se mostró confiado en poder llegar a consensos con el oficialismo.
Desde la oposición la opción de que los pueblos originarios cuenten con escaños garantizados, representaría el 10% de los constituyentes y teniendo paridad de género.
Mientras tanto el presidente de Chile, Sebastián Piñera, anunció un bono de ayuda de 125$ unos 100.000 pesos chilenos, para 1.336.000 familias, lo que representa un 25% del total.
Piñera también dio a conocer un plan de US$ 5.500 millones para estimular la economía, que llevaría a mejorar las condiciones del seguro de cesantía y de este presupuesto hay 3.025 millones para la inversión pública.
Lo que está ocurriendo en Chile, está siendo calificado por analistas de la izquierda internacional como una revolución. Una consigna muy coreada en las marchas supermasivas es: "No son 30 pesos, son 30 años", porque más allá de lo que comenzó con el aumento del precio del metro, lo que se ha desatado es un cuestionamiento general al gobierno de Piñera, al régimen heredado del pinochetismo y objetivamente a las políticas del capitalismo neoliberal dependiente. Lo que ha sido el modelo y ejemplo alabado por los sectores del gran capital y las formaciones políticas de derecha ha saltado en pedazos.
El gran levantamiento popular, aunque enfrentado con una durísima represión, viene dificultando las negociaciones políticas con las que el gobierno y las fuerzas pro régimen han intentado desviar el proceso hacia una salida institucional controlada desde arriba.
Actualmente, el pacto para intentar salvar a Piñera y lo que puedan de la vieja Constitución pinochetista entre la derecha que gobierna y la oposición parlamentaria, incluyendo al Frente Amplio, abre una nueva coyuntura política en la que el rechazo también está abarcando al intento de pacto institucional, ante el cual los sectores movilizados insisten en que se marche el gobierno de Piñera.