España la tenía como Trofeo de Guerra

Cuba: Pedro Sánchez entregará en La Habana la silla del General independentista Antonio Maceo

Pedro Sánchez y Antonio Maceo

Pedro Sánchez y Antonio Maceo

Silla de Antonio Maceo

Silla de Antonio Maceo

"Cuando se practicó el reconocimiento, y estoy absolutamente seguro de que esto es verdad, nadie sospechaba de que entre los cuarenta y tantos cadáveres de los enemigos se hallaba el famoso guerrillero". El corresponsal de "El Imparcial" se refería a nada menos que a Antonio Maceo, cuya muerte a manos del Ejército español, el 7 de diciembre de 1896,se pensaba que pondría fin a la Guerra de Cuba. Hablamos del general independentista que vuelve a estar de actualidad, 121 años después, al saberse que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, entregará esta semana en La Habana la silla que este utilizó y fue requisada como botín de guerra por el general Valeriano Weyler y trasladada a Mallorca.

La pieza, hecha de un tronco de palmera, con sus iniciales inscritas (A.M.) y una estrella de la revolución, viajará en la bodega del avión presidencial hasta la capital cubana y Sánchez –que realiza este jueves y viernes la primera visita oficial a Cuba de un jefe del Ejecutivo español en 32 años–, la cederá al cronista de la ciudad, Eusebio Leal. Se trata de la silla que el general cubano, segundo jefe del Ejército Libertador, solía usar para descansar entre ataque y ataque a los españoles. Y la misma que debió emplear antes de que recibiera una bala que le rompió la quijada y salió por la unión entre el cuello y el hombro, además de otra que le penetró en el vientre, informaba el telegrama recibido en el Ministerio de Guerra en 1896.

El general Maceo, nacido en la provincia de Santiago de Cuba y conocido como «El Titán de Bronce», tenía 51 años y 19 hijos cuando falleció en la emboscada de las tropas españolas cerca de la finca de San Pedro, a unos 35 kilómetros de La Habana. La silla, desde entonces, estuvo en poder de los herederos del general Weyler hasta que, en 1931, la cedieron al Ayuntamiento de Palma. «Una silla histórica para el pueblo cubano, perteneciente a uno de los principales líderes de la independencia», según la definió Leal cuando solicitó su cesión temporal a España, en 2015, aprobada finalmente por una iniciativa del PSOE.

La muerte de Maceo, «una impresión enorme»

Tan importante era este líder para la causa independentista y la cultura popular cubana que la noticia de su muerte, como contó « El Año Político», «produjo una impresión enorme en toda la isla. Se dispusieron manifestaciones públicas en diferentes poblaciones. La de La Habana fue grandiosa». Acababan de perder a «la figura más excelsa de la Revolución», como la definió el otro mando del Ejército Libertador, Máximo Gómez. «No hay soldado más bravo ni cubano más tenaz», dijo de él José Martí, mientras que para Fidel Castro simbolizaba «la conciencia revolucionaria radicalizada».

Se refería todos ellos al hombre que, tres meses después de incorporarse a la insurrección en 1868, ya había sido ascendido hasta el rango de teniente coronel por sus méritos en el campo de batalla. Era el comienzo de una carrera militar imparable que, en tan solo tres años, le hizo merecedor del grado de general de brigada y, antes de marchar al exilio al final de la Guerra de los Diez Años, las estrellas de mayor general.

Durante su estancia en Nueva York, Haití, Jamaica, Honduras y Costa Rica, entre 1878 y 1895, no dejó jamás de intentar regresar a Cuba para comenzar una nueva revolución con la que conseguir la independencia de Cuba. Colabora en esta empresa con Martí y, en abril de 1895, desembarca de nuevo en la isla para relanzar la guerra. Organiza a los mambises orientales y los encabeza en la invasión de buena parte del territorio que llevó a España a realizar el segundo mayor desplazamiento de soldados de la historia: 200.000. A pesar de ello, el general Maceo obtiene victorias importantes en Peralejo, Sao del Indio, Mal Tiempo, Coliseo, Calimete, Mantua, Ceja del Negro, Montezuelo, Tumbas de Estorino y rechaza hasta en catorce ocasiones los ataques de Weyler en Peleadero de Tapia. Así hasta que cayó muerto de un balazo en el combate de San Pedro, Punta Brava, aquel 7 de diciembre de 1896.


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